Seducido por la Jefa

Capítulo 40

-Leo, te llaman de vicepresidencia...- Me informa Celeste por el intercomunicador que comunica la sala común de mi sector con mi oficina personal.

-Okey, comunicame.- Repongo dejando a un lado los papeles que examinaba segundos antes.

-Me expresé mal, piden que vayas.- Corrige con la energía que la caracteriza.- Te aconsejo que no demores, la jefita está como loca.

-Voy. Y Cele... No hables así de tus superiores.- La reprendo aunque no haya dicho nada ofensivo tiene que ser cuidadosa con las palabras que elige.

-Perdón jefe, no vuelve a suceder.- Imagino que imita un saludo militar y pone los ojos en blanco, es tan expresiva y extrovertida como predecibles sus gestos.

Acomodo los papeles en sus respectivas carpetas, guardo el celular en el bolsillo de mi pantalón y llevo la tablet conmigo, por si necesito tomar apuntes. Nunca antes me solicitaron desde la oficina de Isabel y aunque desconozco el motivo prefiero ser precavido.

Ha transcurrido una semana desde el accidente de mis amigos, una semana desde que mi ex novia y yo mantuvimos esa conversación que tanto nos debíamos y aún faltan cosas que revelar pero ha sido imposible coincidir.

El correr de los días me ha despejado la mente, ahora entiendo muchas cosas que antes no concebia. Pensandolo friamente lo que ahora sé, es tetrico, como salido de una pelicula de drama. Y es totalmente aceptable su argumento, estaba desesperada por mantener a todos a salvo, buscaba protegernos a todos de las amenazas y liberar a sus hijos del malnacido de Daniel que nada bueno tramaría con una treta como la que tendió. 

Aún comprendiendo todo eso, sigo pensando que no estuvo bien que me apartara, que no me permitiera ayudarla y al menos sostener a los mellis en una situación traumatica para un par de pequeños de tan solo cuatro años.

El haberle confesado lo de Olivia ha sido un bálsamo, siento que la carga de mantener en secreto algo que me destruye ha sido disuelta. Hacerla participe de esa cuestión tan dolorosa de mi vida, a ella y a los peques, ha aligerado la tensión. 

Aún así, en estos días solo hemos hablado por mensajes para ponernos de acuerdo por los niños. 

Con Mateo y Lena hospitalizados la rutina de todos se ha visto deshecha, no tiene caso negarlo, todo se ha vuelto un completo caos. Leila se ha abocado a la recuperación de su novio lo que además de justo es necesario. Apenas les dieron el alta médica y a pesar de toda la retalia de insultos, los dos fueron alojados en casa de Vladimir donde cuentan con personal encargado únicamente de su pronta recuperación. Para los convalecientes es tedioso el tener a alguien pisandoles los talones en todo momento, pero para el resto es una tranquilidad saberlos cuidados. Leila es quien más compañia les hace, se lleva a Eluney en la mañana y permanecen alli hasta que mi horario de trabajo llega a su fin. Paso a bucar a los mellis al colegio y juntos vamos por la bebé y luego de un rato a casa. 

Lo acordamos así, porque hasta que Mateo se encuentre estable es su padre quien lo reemplaza en Gelmeti-Russo, por otra parte ante la ausencia de Vladimir toda la responsabilidad de Okalooka recae sobre Isa, lo que la sentencia a ocupar más horas del día en la empresa. Es una dinamica que nos sobrecarga un poco más a todos pero garantiza que todo siga marchando y sobretodo que los más chicos no queden a la deriva.

Mis tres querubines, ajenos a toda preocupación, disfrutan de la nueva rutina. Los mellizos entusiasmados por pasar todas las tardes conmigo y Lule evidentemente feliz de los mimos que incluso sin poder moverse le brindan sus tíos. Con Isabel es otra historía, basta que ella aparezca en escena para que la pequeña ignore sistematicamente a todos y cada uno del resto. No entiendo el porqué de tal comportamiento, pero lo cierto es que siempre ha sido así. 

El sábado, ella y Eluney pasaron "un día de chicas" mientras nosotros "un día de chicos". Mea culpa, antes del accidente les había prometido llevarlos a un parque de diversiones con juegos estrafalarios que está de paso en la ciudad. Para ser sincero, Lule no podría disfrutar de ninguna de las atracciones que estan diseñadas para niños más grandes. El viernes en la noche, Lorenzo y Lautaro me llamaron dispuestos a exigir que cumpla con mi promesa y como sabían que mi negativa era por la bebé ellos ya contaban con la solución, habían persuadido a su madre para que se ofrezca a cuidar de la nena.

Para los demás podría ser raro o hasta mal visto. Yo llevando a los hijos de mi ex de paseo y ella haciéndose cargo de mi hija, mas para nosotros es natural. El cariño es genuino y los tres pequeños demuestran su conformidad con esta familia bastante atípica, sobretodo porque el lazo entre nosotros son ellos, no somos pareja ni convivimos, ni nada similar.

Inmerso en mis reflexiones abandono mi espacio privado, paso junto a mis compañeros que discuten una nueva estrategia para acercarse al potencial comprador de los productos y servicios que publicitamos, de la que más tarde me darán cuentas.

Entro al ascensor que asciende los dos pisos que distan de mi destino, dicha planta cuenta con un amplio recibidor, una puerta de frente y una a cada lado de ésta. La entrada central da a la sala de juntas, a la derecha presidencia y hacia la izquierda vicepresidencia.

Camino hacia la última, el puesto de la secretaria permanece vacío por lo que opto por acortar la distacia y con un simple golpeteo anunciarme. Según parece mi llegada detiene una calurosa conversación que se convierte en mutismo justo antes del "adelante" que admite mi acceso. Lo compruebo por la tensión que se respira y los rostros demasiado serios que me dan la bienvenida.

Me gustaría poder mentir, engañarme a mi mismo diciendo que el sujeto aqui presente no me causa rabia y malestar, que no me invade la ira y sobretodo los celos pero sería por demás de ingenuo al negar lo obvio aunque tampoco vaya a vocalizarlo frente a nadie más.




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