La noche se extendía sobre los bosques como un manto de terciopelo oscuro. El viento silbaba entre las torres de piedra del castillo, arrastrando consigo un aroma metálico, tan tenue que solo un vampiro podía percibirlo.
Kieran cerró los ojos. Desde hacía meses, la enfermedad que consumía a los suyos lo mantenía en un estado de alerta constante. Cada vez más débiles, más hambrientos… más cercanos al olvido. Y, sin embargo, en aquel instante, algo distinto se abrió paso entre la niebla: un latido.
Un corazón humano. Frágil. Doloroso. Diferente a todos los demás.
La sangre que corría por esas venas tenía una vibración inconfundible, un eco que llamaba a lo más profundo de su ser.
Kieran no lo sabía aún, pero en ese mismo momento, una joven universitaria llamada Leiliane estaba a punto de cruzar el umbral del castillo, sin sospechar que su llegada sellaría el destino de ambos.
Él buscaba una cura.
Ella no sabía que era la respuesta.
Y lo que debía ser un encuentro casual se convertiría en un vínculo imposible de romper, tejido con deseo, peligro… y sangre.
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Editado: 10.09.2025