Seduciendo a Simone

CAPITULO 1

Maia es una niña encantadora y hermosa, se deja peinar, le hice dos colitas con trenzas.

—Es hora de ir con mamá Maia. —Salimos de la habitación de Maia, la llevo en brazos porque la amo y la tengo muy consentida. Maia es la hija de mi mejor amiga Amaia.

—Maia está lista —entramos a la habitación de mi amiga.

—Oliver me ha mandado un mensaje, ya viene por Maia.

—Se la entregaré yo, así que despídete de ella de una vez.

No me voy a perder la oportunidad de ver a Oliver, siempre me ha gustado; lástima que esté de novio de Naty, por eso no hago nada más que verlo de lejitos.

Bajo con Maia, el vestido que me he puesto es escotado y pegado, tengo unas caderas espectaculares, pero al bajar las escaleras con Maia se me sube un poco. Me siento sexi, me gusta vestirme provocativa, me gustan las fiestas, divertirme y, claro, emborracharme, aunque nunca llego a perderme. Soy muy cuidadosa, no me voy con cualquiera.

Al llegar a la calle Oliver, ya me está esperando. Es tan guapo y sexy, en cuanto mira a Maia, él sonríe. Tiene unos dientes perfectos; me pregunto a qué saben sus besos. Sé que no debería estar pensando en eso porque tiene novia y Oliver jamás me ha volteado a ver.

—Hola, hermosa, ¿cómo estás?

—Estoy bien, y Maia también —le respondo.

—Hablaba con mi sobrina —me pone los ojos en blanco.

Oliver carga a Maia.

—¿Está todo aquí? —me pregunta.

—Si tiene todo, lleva su comida, dile a tu mamá que la guarde en el refri hasta la hora de la cena.

—Está bien, nos vemos entonces.

—En la fiesta te veo, querido.

Al regreso a la casa, encuentro a mi amiga llorando y sé muy bien el porqué, su esposo murió por una horrible enfermedad hace casi tres años, fue un duro golpe para ella, Oliver y sus suegros.

—Oye, nena, no llores. Osvi, bebé, está feliz de verte bien. Sabes que me hizo prometerle que trataría de hacerte feliz y no me la estás dejando fácil.

—Hoy nos vamos a divertir, y de paso nos podemos llevar a alguien a la cama —digo divertida; conozco a mi amiga y sé que no está interesada por el momento.

—¡Simone!

—Bueno, solo yo; Oliver tiene amigos buenísimos, espero tener suerte —digo para no verme tan obvia.

“Solo quiero pasar la noche con él”.

Llegamos a la casa de Oliver, nos bajamos del Uber, ni Amaia ni yo quisimos manejar. Yo me pienso emborrachar y Amaia simplemente no quiso manejar.

Amaia va distraída con el celular y choca con un hombre, al que reconozco al instante.

—Hola, Amaia. —Flavio lo saluda.

Está sorprendido de vernos ahí.

—Hola, guapo —le contestó divertida.

—Hola, disculpa, no sé tu nombre.

—Simone —le respondo.

—Flavio—me da la mano como saludo.

—Oh, allá está José Luis, iré a saludarlo. Cuida a mi amiga. —Miro a mi amiga y le guiño un ojo. Los voy a dejar solos, tal vez mi amiga esta noche vaya a casa acompañada.

Saludo a los invitados; conozco a la mayoría, así que no es difícil para mí entablar conversación. Me quedo un rato a socializar, hasta que veo a mi amiga con Flavio y otras personas que no conozco, me despido para ir con mi amiga.

El jardín está precioso, debería tomarme unas fotografías. Me dirijo hacia la parte donde hay más flores. No me doy cuenta de que está un escalón y me tropiezo, intento meter las manos para no lastimarme, pero antes de que toque el piso, unas manos me sostienen.

—¿Estás bien? —me pregunta mi salvador.

—Estoy bien, te agradezco.

Sus ojos marrones miran mis pechos, carraspeo para que deje de mirarme de la manera que lo está haciendo.

—Soy Agoney.

—Soy Simone.

—Bonito nombre, Simone.

—Gracias, debo irme —decido mejor ya no tomarme fotos e ir con mi amiga.

Me presento con las dos personas más que están con Flavio y mi amiga.

—Mucho gusto, me llamo Simone.

—Yo soy Madison, eres demasiado linda; me gusta tu cabello.

—Muchas gracias, Madison.

—Él es mi esposo, Orestes.

—Hola, un gusto conocerte.

Definitivamente, la familia de Flavio es muy agradable. Madison nos está contando cómo es su vida teniendo 5 hijos, ni sé cómo puede tener tantos hijos y ser dueña de ese cuerpo espectacular.

Oliver llega con nosotros, puedo ver que está un poco tenso, pero lo disimula muy bien.

—Oye, Oliver, ¿podemos hablar? —Amaia le dice a Oliver.

—Claro, cuñada favorita.

Ambos se alejan, su novia está con una amiga, pero no deja de ver a Oliver y Amaia. Madison me habla, así que le pongo atención.

—¿Desde cuándo se conocen tú y Maia, perdón, Amaia?

—Desde hace muchos años, nos conocimos en la preparatoria y desde entonces hemos sido amigas, más bien hermanas.

—Me recuerdan mucho a mí y a mi mejor amiga Sarah. —Flavio mira a Madison cuando dice eso.

Pero en ese instante también mira hacia una dirección específica y empieza a caminar, tanto Madison como yo miramos a la misma dirección donde se dirige Flavio. Para mi sorpresa es Amaia, está discutiendo con Naty. Sin pensarlo, me acerco; no voy a permitir que nadie le levante la voz a mi amiga.

Cuando estoy cerca, escucho lo que Naty le dice a mi amiga, camino más de prisa para decirle lo que se merece a esa tipa, que se ha creído que puede hablar con Osvaldo. Por Dios, ella ni lo conoció.

Mi amiga le da una cachetada, ella intenta regresarle la cachetada, pero Oliver no se lo permite. En cuanto llego, no puedo evitar irme en contra de Naty. Estaba desprevenida y lo aproveché; la tomé del cabello y la empecé a arrastrar.

—No vuelvas a mencionar a Osvaldo, te voy a lavar la boca con jabón, estúpida bruja.

—Déjame, estúpida —me dice.

—Simone, déjala ya. —Oliver intenta quitármela de encima y lo hago porque quiero ir a buscar a mi amiga; me necesita en estos momentos.

Oliver va a la dirección por donde se fue Amaia, lo sigo. Los gritos de Naty se escuchaban, Oliver no hizo caso.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.