Seduciendo a Simone

CAPITULO 3

Estoy esperando a mi nuevo jefe para la entrevista de trabajo, no me siento nerviosa porque es un hecho que me van a contratar, pero al parecer mi nuevo jefe quiere hacer la entrevista. Amaia me comentó que lo debí conocer el día de la dichosa fiesta, pero la verdad no me acuerdo. Pasaron tantas cosas ese día que me hubiera gustado no haber ido a esa fiesta. Desde entonces mi vida cambió, no puedo evitar llevar mi mano a mi vientre a un plano.

La puerta de mi jefe se abre, en cuanto lo veo, lo recuerdo. A mí viene el recuerdo, me vio los pechos con descaro.

—Veré todo lo que pediste y te llamaré.

—Muy bien, no tengo prisa. ¿Igual vendrás la próxima semana?

—Lo pensaré, tengo mucho trabajo aquí y también en Los Ángeles.

—Ojalá puedas. Irina estará encantada que vayas, no sé qué le diste, pero no deja de hablar contigo.

—Ya veremos.

Hasta en ese momento ninguno de los dos, nota mi presencia.

—Hola, Simone —escuchó una voz familiar.

Y no solo yo.

—Orestes —el hombre que salió con Agoney se acerca a saludarlo.

—Hola, Alfred, hace rato que no te veía.

—Desde que te casaste, te volviste puritano, no nos acompañas a nuestras fiestas.

—Tengo 5 hijos sin contar los 3 hijos de Flavio porque los considero igual míos.

Tengo muy poco conociendo a la familia de Flavio, estoy sorprendida de lo mucho que se quieren y cuidan. Amaia y yo no tuvimos una familia, no hasta que ella encontró a Osvi, ojalá Oliver fuera como su hermano. Osvi bebe era magnífico; no solo enamoró a mi mejor amiga, también me adoptó a mí. Fui su cómplice muchas veces para las sorpresas para mi amiga. Amaia tiene mucha suerte, encontró a Flavio, que es igual de maravilloso. No dudó en ayudarnos tanto Amaia como a mí.

Los tres se envuelven en una conversación por unos minutos, hasta que el hombre se va.

—Agoney, ella es Simone, no recuerdo si ya la conoces.

—Hola, Simone, mucho gusto. Creo que sí te vi en la fiesta de Oliver. ¿Eres amiga de Amaia?

—Si lo soy, es mi mejor amiga.

—Pasa a mi oficina.

—Cuando termines con Agoney, pasa a mi oficina para que firmes el contrato.

—Muchas gracias por la oportunidad, Orestes.

—No tienes que agradecer, al contrario, gracias por tu ayuda.

Paso a la oficina de Agoney, huele a hombre, ya sabes, a perfume caro de hombre. No sé si huelo más ahora que estoy embarazada.

—No tienes experiencia.

—No la tengo, pero te prometo que voy a aprender muy bien.

—No lo dudo, te ayudaré para que aprendas rápido. —Su mirada va a mis senos y me incomoda un poco.

Sé que se da cuenta porque ahora me está mirando a la cara.

—El horario que manejarías es de nueve a dos, tienes dos horas para comer y de cuatro a siete, a veces trabajo desde casa, y tú puedes hacer lo mismo. Pero eso será más adelante, en estos momentos tengo mucho trabajo aquí. Flavio me dijo que hablo contigo el tema de los Ángeles. Sé que estás embarazada, y no te preocupes por nada, cuando necesites ir a tus citas, solo avísame un día antes para organizarme. ¿Cuántos meses tienes?

—Tres meses cumplí ayer.

—Supongo que ya tienes ginecólogo.

—Sí es el mismo ginecólogo de Amaia.

—Ok, volviendo al tema de los ángeles, es seguro que en tres meses nos vamos. Tu bebé puede nacer allá, si no lo deseas, regresas sin problema.

—Si, quiero que nazca haya —digo sin pensarlo.

—Le diré a Madison que te ayude a buscar un ginecólogo, Orestes nació allá.

—Te lo agradezco.

—¿El padre del bebé está de acuerdo con que viajes? Discúlpame, no te pregunté.

No pensé que Agoney me haría esa pregunta, tal vez no deba mentirle sobre el padre de mi bebé. Flavio y Orestes saben que Oliver es el padre de mi bebé.

—No será un padre presente, Oliver no quiere ser parte de nuestro bebé.

—¿Oliver es el padre?

—Sí, no quiero mentirte, porque Flavio y Oretes lo saben, serás mi nuevo jefe, así que es mejor que lo sepas de una vez.

—Wow, Oliver se lo pierde, a ti y a tu bebé.

—Gracias.

—Tengo algunas preguntas antes de terminar.

—¿Tienes algún problema con trabajar los fines de semana? A veces los clientes no pueden entre semanas y encontramos tiempos en fines de semana, no es seguido, pero sucede.

—Sí, por mí no hay problema.

Estoy acostumbrada a trabajar los fines de semana, igual mis clientes me buscan los fines de semana. Solo me preocupa un poco el embarazo. Recuerdo cuando Amaia estaba embarazada, se la pasaba dormida. Mientras Osvi trabajaba, ella se iba a mi casa, mejor dicho, a mi cama.

—Necesito que cuando firmes el contrato vas a recursos para que des tu talla, se te darán cuatro uniformes. No es obligatorio, pero es mejor para que no tengas que usar tu ropa.

—Por supuesto, pero no sé si embarazada pueda caber en el uniforme.

—Tenemos muchas tallas, no te preocupes, además, como te dije, no es obligatorio, puedes usar tu ropa sin ningún problema.

—¿Tienes algún problema de viajar? Sé que embarazada se te dificulte, pero después de tener a tu bebé. Aquí tenemos guarderías; está en la primera planta.

—¿En serio?

—Sí, como sabes, Orestes y Flavio son padres y por eso se preocupan de que nuestras colaboradoras tengan un lugar seguro para sus niños.

—Me parece magnífico, ojalá así fuera en todas las empresas.

—¿Te dedicabas a poner uñas? —cambia de tema.

—Sí, y soy la mejor —siempre he estado orgullosa de lo que hago.

—¿Tú te hiciste las uñas? —me pregunta.

—Así es.

—Enséñamelas.

Le enseño una mano, pero para él no es suficiente, se levanta, se sienta en su escritorio y entonces me toma de la mano.

—Son muy bonitas. ¿Cuánto tiempo te toma ponerlas?

—Depende, si son sencillas aproximadamente dos horas, si son con más detalles, más de dos horas.

—Son tan bonitas como tú. —Su mirada otra vez está en mis pechos.

Su celular suena para mi suerte, suelta mi mano, estira la mano para tomar su celular.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.