Mi primer día de trabajo fue excelente, si no fuera por Victoria me trata como si fuera una retrasada, me tiene cansada y este es mi primer día, por suerte Agoney es un maravilloso jefe, verlo trabajar fue magnífico, sabe cómo envolver hasta los más indeseados clientes, los odié desde el primer minuto que los vi, uno de ellos no dejaba de verme los pechos y ya sé que Agoney también lo ha hecho, pero al menos él es un bombón. Creo que debería dejar de pensar en Agoney porque las hormonas me están enloqueciendo.
—Simone, ¿Podemos hablar?
—Claro, Agoney dime.
—Está todo listo para regresar el fin de semana. Santiago y Gael se casarán este fin de semana. Compre los boletos para el viernes, a si llegamos con tiempo ¿Iras?
—No lo sé conozco a los novios y me daría pena ir.
—Vamos, ahí los conoces, te vas a divertir. Yo no iré con nadie, podemos ir juntos.
—Lo voy a pensar, con el embarazo no me da ganas y más con las náuseas que a veces me dan.
—Piénsalo.
—Lo haré.
—Te invito a cenar.
—Si me encantaría.
—Me cambiaré de ropa y prometo no ponerme perfume.
—Muchas gracias, no es que huela mal tu perfume, solo es mi embarazo.
—No pasa nada, acá entre nos tampoco me gustó el aroma. Me lo regalo Victoria, así que solo lo uso aquí en Los Ángeles, pero ya no lo haré.
Vaya, no me sorprende que Victoria le dé regalos.
Media hora después estamos listos. Agoney me llevará a un restaurante de comida mexicana, en estos momentos no quiero probar nada nuevo ni nada que no sepa qué ingredientes lleva. En cuanto Agoney abre la puerta, me encuentro con el bello rostro de Victoria.
—Hola, buenas noches.
—Hola, Victoria, ¿qué haces aquí?
—Estaba cerca, así que decidí pasar para invitarte a cenar.
—Ya estábamos por ir a cenar. ¿Quieres ir con nosotros?
Genial, aparte de aguantar a Victoria en la compañía, también aquí en mi propia casa, que no es mi casa, pero aquí viviré unos cuantos meses.
—Por supuesto, ¿Tienes pensado a dónde ir? Seguro a dónde siempre vamos cuando vienes.
—Vamos al tako loco que está cerca.
—¿Desde cuándo vas ahí? — le pregunta sarcásticamente.
—Voy a llevar a Simone para que pruebe la comida.
Entonces victoria me mira, no lo había hecho desde que llegó.
—Pues vamos entonces.
Me siento como los mal tercios, voy atrás como perro, Victoria tomo del brazo a Agoney y no lo suelta, subo en la parte de atrás, Victoria en la parte de adelante, no deja de platicar de cosas que la verdad no entiendo.
—Me alegra que los clientes hayan permitido tus recomendaciones, estaban siendo muy pesadas.
—Les dejé claro que esta es la última vez que trabajamos con ellos, ni Orestes ni yo estamos dispuestos a aguantar faltas de respetos a nuestros colaboradores.
—Eso me gusta.
—Has hecho muy buen trabajo en nuestra ausencia.
—Lo hago con gusto.
En verdad, no estaba lista para ver lo que Victoria hizo. De repente casi estaba en las piernas de Agoney, me dio náuseas, no sé si por el embarazo o por el hecho de que se esté besando.
—Agoney ¿puedes parar, por favor?
—¿Está todo bien?
—Necesito vomitar.
En cuanto Agoney se estaciona, salgo del auto, por poco vómito en el auto. Siento sus manos tomar mi cabello.
—Gracias —digo, cuando termino.
—¿Te sientes mejor?
—Sí, seguro, el auto me causó el vómito.
—Regresemos mejor, necesitas descansar.
—¿Todo bien? —Victoria sale del auto.
—Sí, vamos a regresar para que Simone descanse.
—¿Estás enferma?
—Está embarazada —Agoney me toma del brazo para ayudarme a subir al auto.
—Vaya, felicidades. ¿Entonces eres casada? —No pierde el tiempo en preguntarme.
—No, soy madre soltera —le respondió.
—Interesante.
En cuanto llegamos a la casa, bajamos del coche.
—Pueden ir a cenar ustedes, yo iré a la cama, gracias, Agoney.
Subo a mi habitación, voy directo al baño a lavarme los dientes y a ponerme ropa cómoda. Quisiera tomarme un tiempo para bañarme, pero la verdad es que estoy muy cansada y tengo aún un poco de náuseas. Mejor me voy a la cama, entro a mi Instagram. Amaia subió una fotografía con Flavio, Envidio a mi amiga, ha tenido la suerte de que los hombres a quien ha amado le corresponden. Yo nunca he tenido una relación seria, los hombres obtienen lo que quieren de mí y se van como si nada. Oliver subió una foto hace un momento, está festejando el cumpleaños de su amada. Sus felicitaciones me vuelven a revolver el estómago, está sonriendo, está feliz con ella. Mientras yo estoy sola.
Escucho tocar la puerta.
—Adelante —digo, sé que es Agoney es el único que puede ser.
—¿Cómo te sientes?
—Estoy bien, las náuseas y el vómito son normales en el embarazo.
—Lo sé, mi hermana ha pasado por tres embarazos.
—Pensé que irías a cenar con Victoria.
— Preferí quedarme para sí necesitas algo.
—No tenías que quedarte, Agoney en verdad.
Agoney mira hacia mi celular, lo apago de inmediato. ¡Qué vergüenza que se dé cuenta de que estoy stalkeando al padre de mi hijo, y lo feliz que es con su novia!
—Si te sientes mejor, podemos hacer algo de cenar. ¿Se te antoja comer una ensalada de pollo?
—No tienes que dejar de hacer tus cosas por ayudarme, Agoney en verdad te lo agradezco, pero no es necesario.
—Somos compañeros de casa.
—Eres mi jefe.
—En la oficina, aquí no.
Su mirada una vez más va a mis pechos expuestos por un pijama transparente.
—Está bien, iré a cambiarme y bajo.
—Iré poniendo a cocer el pollo, y buscar los ingredientes.
Me pongo una playera arriba, no me quiero poner un bra, y el short no es tan corto así que me lo dejo. Agoney ha puesto música. Está en la cocina sacando las verduras.
—¿En qué te ayudo? —digo.
—Siéntate, yo haré la cena.
—¿No quieres que te ayude?