Agoney
No hay nada mejor que México, aunque el calor me está matando. He dejado a Simone en su casa, yo tomaría carretera para ir a visitar a mi familia, estaré mucho tiempo en los ángeles y quiero pasar toda la tarde con ellas. Mi hermana se ha tomado el día para vernos, mi celular suena, contestó sin fijarme quién es.
—Diga.
—Hola, Agoney, soy Oliver.
—Hola, Oliver, ¿qué pasó?
—¿Podemos hablar?
—Claro, dime.
—Sé que acabas de contratar a Simone.
—Si es mi asistente.
—¿Estás enterado de que soy el padre de su bebe?
—Sí, lo sé. Ella misma me lo dijo.
—Seré sincero, Agoney, no estoy completamente seguro de que su bebe sea mío. Simone ha estado con muchos hombres.
—Escucha, Oliver, no sé a dónde quieras llegar, pero me está incomodando esta conversación.
— Iré al grano, no quiero que Simone se vaya a los ángeles, le gustan las fiestas y no me da confianza, prefiero que esté aquí para poder vigilarla hasta que nazca el bebe y pueda hacer una prueba de paternidad.
Oliver es un idiota como se le ocurre pedirme algo así.
—No voy a despedir a Simone si es eso lo que quieres decir.
—Vamos, Agoney, te estoy haciendo un favor, Simone es interesada.
—Por favor, Oliver, no hables a sí de ella.
—Es la verdad, sabía que yo no sentía nada por ella, me llevó a su casa, me emborrachó y se acostó conmigo sin importarle nada, y ahora resulta que está enamorado de mí.
Me entra otra llamada.
—Me está entrando otra llamada, espera.
—Hola.
—Agoney, hola. Te llamo para decirte que te has llevado mi maleta y te has dejado la tuya.
Simone y yo tenemos la misma maleta, y voy a tener que volver porque mi maleta está llena de cosas para mis sobrinas.
—Regresaré a buscarla, tengo que llevarle la maleta a mi hermana.
—Sí, te espero.
Cuelgo la llamada y vuelvo con Oliver.
—Oliver, no voy a despedir a Simone y si tienes tanta desconfianza de Simone es mejor que la dejes en paz, ella no necesita más preocupaciones.
—Da igual, Agoney la terminarás despidiendo a Simone, no se toma en serio nada, créeme, la conozco desde hace mucho.
Cuelgo la llamada, molesto, definitivamente Oliver es un idiota. Jamás hablaría de una mujer de esa manera y luego culparla por un embarazo donde participaron los dos.
Llego a la casa de Simone, me estaciono, bajo del auto. La puerta está abierta, toco, pero entonces su voz me alienta a pasar, está llorando.
—No puedes tratarme de esa manera, Oliver, ya te dije que no te necesito. Si no quieres ser parte de mi bebé, no me importa. ¿Te puedes ir al diablo?
—Simone.
—Agoney… voy por la maleta, la iba a bajar, pero estaba al teléfono —se seca las lágrimas.
—Te acompaño para cargarla yo.
—Gracias, la había subido porque quería sacar mi ropa, y la que había adentro no me queda ni por error.
—Si dudo que te quede la ropa de mi sobrina de diez años.
—Si no estuviera embarazada, seguro si me queda.
—Seguro.
—Aquí está
Simone camina hacia la maleta, pero se tropieza en el camino, pero alcanzó a tomarla de la cintura.
—¿No te has lastimado? —La miro a los ojos, están llorosos y tristes.
—Estoy bien, gracias, me has salvado de una caída.
—Oye, ¿me quieres acompañar?
—¿Con tu familia?
—Sí, regresamos mañana por la tarde, el sábado es la boda, estaremos a tiempo.
—No lo sé, Agoney no quiero ser…
—Vamos, ándale, te hará bien estar ahí, el clima está delicioso y mi abuelo prepara los mejores pasteles. En cuanto se entere de que estas embarazada te preparará uno especial.
— haré una maleta rápida.
—Tu maleta está en el auto, no la bajé, iba a hacerlo cuando subiera mi maleta.
—Me cambiaré entonces.
—Vete a sí, para que vayas cómoda.
—Ok.
Seis horas después, estamos en casa de mi familia. Mama es la primera en recibirnos, está sorprendida por verme, llegará con Simone, se me olvidó avisarles.
—Mamá, ella es Simone.
—Hola, linda, qué bonito cabello tienes. Me llamo Marley.
—Llego, qué niño hermoso —mi abuela sale a recibirnos.
—Hola, abuela —la abrazó.
—¿Quién es ella? A poco tienes novia por fin y no has dicho nada.
—No, abuela, ella es Simone, trabajo conmigo.
—Hola, señora, mucho gusto.
—No me llames, señora, llámame por mi nombre, Pamela.
—Mucho gusto, Pamela.
—Pero pasen, por favor, deben estar cansados del viaje.
—Sí, mamá, Simone debe descansar, está embarazada.
—Oh por Dios, felicidades —mi madre abraza a Simone.
Olvidé el detalle que a mi madre y a mi abuelo les encantan los bebes y un embarazo implica un bebe.
—¿Cuánto tienes? —pregunta la abuela.
—Casi cuatro meses
—¿Aún no sabes qué será? —pregunta mi madre.
—No, aún no sé.
—¿Quieres saberlo? Iré por el hilo y la aguja.
—¿Hilo y aguja? —Simone me mira con sorpresa.
—Mi mamá y mi abuela son muy peculiares —digo.
—Pero entra, no te preocupes, no te harán nada, eso espero —le sonrió.
—¿Dónde está mi hermana y las niñas? —preguntó
—Han ido al súper, queremos hacerte tu comida favorita —mi madre llega con dos vasos de agua, atrás de ella viene mi abuela con un hilo y aguja.
—Dame tu mano, querida, vamos a saber qué vas a tener.
Simone no sabe si ver a la abuela o el hilo, mi madre se les une.
—Es niño, te lo prometo que es real, con mi nieta nunca fallo.
—¿Quién tendrá un hijo? —Mi hermosa hermana entra por la puerta de atrás, atrás de ella vienen mis sobrinos.
—Tío Agoney — Jana se tira a mis brazos.
—Hola, princesa, qué grande estas, mi amor.
—Soy la más grande de mi salón, tío, mamá, dice que pronto estaré de tu estatura.
Germán y Abby también corren a mis brazos.
—Hola, mis amores.
—Hija, ella es Simone, amiga de tu hermano.
—Y está embarazada, tendrá un niño —mi abuela dice feliz.