Seduciendo a Simone

CAPITULO 11

Simone

Estoy en el cine con mi sobrina Maia. Amaia no quería al principio porque piensa que puedo ponerme mal, pero hoy me siento mejor. Agoney no se ha separado de mí, honestamente no conozco a tantos hombres como el atento con todos.

Creo que ahora debo acostumbrarme a ver este tipo de películas infantiles porque es lo que veré los próximos años de mi vida. Lo bueno que amo comer palomitas. Anoche los padres de Oliver fueron a verme, estaban muy molestos por lo que hizo la novia de su hijo. La señora Elisa es muy buena conmigo, me ha llevado ropa de maternidad que ella misma compró, sé que fue con la ayuda de mi mejor amiga. También trajo un par de ropita para mi bebe. No tengo ganas de ir a la boda, pero Amaia me ha convencido de ir. Madison me ha llamado para decirme que también me puedo arreglar en su casa. Madison está muy molesta por lo que me pasó, solo quiero olvidar lo que pasó ayer. El lunes regresamos a Los Ángeles y no creo volver. Los abuelos de mi bebe están de acuerdo, ellos serán los que viajen de vez en cuando, y me prometieron no dejarme sola el día del parto. Sé que no estaré sola, porque Amaia estará conmigo.

Maia se quedó dormida al finalizar la película. Agoney la carga. En verdad estoy muy agradecida con él, si me daba miedo un poco salir y encontrarme en la calle con Natalie.

—¿Te llevo con Amaia, o quieres ir a tu casa?

—A mi casa, pasarán los abuelos de Maia por ella, va a quedarse en su casa hoy por la boda.

—Perfecto. ¿Irás a casa de Madison?

—Sí, quiero que los maquillistas me arreglen y me desaparezcan estos moretes.

—Iré a buscar mi traje, después de eso te llevaré a casa de Madison. Tal vez yo también me arregle ahí.

—Está bien, trataré de estar lista y gracias por todo.

—No es nada.

Ojalá que Oliver fuera un poco como Agoney. La chica que tenga su corazón será muy afortunada de tenerlo en su visa.

Al final me decidí por un vestido azul rey, solo me lo he puesto dos veces a sí que hoy lo volveré a usar. Ya estoy bañada y con el cabello seco. Estaba preocupada por Amaia, se ha desmayado. Viene para acá, espero que no tarde. Agoney me ha llamado también, tiene que ir a la oficina, surgió algo a sí que me alcanzara en casa de Madison. Me levanto porque veo la camioneta de Oliver, no sé qué hace aquí y qué es lo que quiere.

—¿Qué quieres?

—Vine hablar.

—Yo no quiero hablar.

—No pensé la magnitud de los golpes que te dio Naty.

—Solo vete, Oliver, y mantén a tu novia lejos de mí, es todo lo que te pido y tú también haz lo mismo.

—Si el bebe es mío, me haré responsable económicamente. Te daré cada mes una cantidad de dinero.

—Simone no necesita dinero, Oliver, necesita un padre presente para su bebe. Si tú no puedes dárselo, cualquier otro hombre puede hacerlo.

—Agoney…

—No te metas, Agoney.

—Me meto porque le estás haciendo daño, ¿no lo vez? Deja de pensar solo en ti, Oliver. Tengo poco conociendo a Simone y me doy cuenta la persona que es. A diferencia de ti, no te das cuentas, eres un patán.

—¿Qué te pasa, idiota? —Oliver intenta acercarse a Agoney.

Pero gracias al cielo, Flavio y Amaia han llegado.

—¿Qué haces aquí? —le pregunta Amaia.

— Solo vine a hablar, pero al parecer todo lo que hago está mal

—Mejor vete, Oliver, no te acerques a mi amiga, y dile a tu estúpida novia que, si se vuelve a acercar a Simone, yo misma la voy a dejar sin cabello, y te lo advierto: tienes prohibido que ella esté cerca de mi hija, no me obligues a que la dejes de ver.

—No puedes hacerme eso.

—Solo atrévete a desobedecer mis reglas y verás cómo lo hago.

Oliver se va muy molesto, mi corazón está latiendo muy rápido.

—¿Estás bien?

—Lo estoy amiga.

—Flavio, ¿puedes bajar el regalo de Simone?

—¿Un regalo para mí?

—Sí, te va a encantar, lo sé —Amaia me abraza, con entusiasmo.

—Agoney nos mira con curiosidad.

—Toma —Flavo me entrega una linda caja rosada.

—Ábrela, amiga.

Abro la caja, en ella están dos pañaleros blancos con ositos de peluches pequeños.

—Amiga, no tendré dos bebes, es solo uno —me burló.

—Lo sé —me mira con los ojos brillantes y entonces me doy cuenta de que es Amaia la que está embarazada.

—No lo puedo creer, Amaia. ¡Estás embarazada!

—Si lo estoy.

—¿Desde cuándo lo sabes?

—Hace un par de horas.

Agoney abraza a Flavio. Yo felicito a mi amiga, será grandioso que estemos embarazadas juntas.

—Estoy embarazada. ¿Te das cuenta?

—Sí, estoy muy feliz por ustedes —abrazo a mi Flavio.

—Me muero de ganas por ponerles esto —le señaló los pañaleros.

Después de las emociones pasadas, estoy lista. Mi cabello está recogido y tengo un maquillaje sutil.

—Simone, Agoney te ha traído esto para ti. — Madison entra a la habitación que me ha prestado para ponerme el vestido.

—¿Qué es?

—Un vestido, espero que te guste. Yo le ayudé a elegirlo y Amaia nos ayudó con la talla, pero la idea fue de Agoney.

El vestido es morado, está abierto de enfrente y las mangas caídas, con tirantes delgados. Es largo, por suerte estoy alta y me quedará perfecto.

—Debo preguntar, como ya sabes, soy una chismosa, entre tú y Agoney ¿Está pasando algo?

—No —me apresuré a decir.

—Bueno, es que es se ha portado tan lindo que da a entender que hay algo más.

—Así es con todos —digo.

—Si es un ser humano excepcional, pero a mí nunca me regaló un vestido, no se preocupa más de lo normal.

—Tú tienes a Orestes.

—Exacto, yo tengo a Orestes que hace todas esas cosas por mí.

—¿Te has puesto ya el vestido?

Amaia entra a la habitación.

—Aún no, pero si me dejan lo haré ya.

Entro al baño para cambiarme el vestido, me quedo perfecto. El color me va muy bien, el escote me preocupaba un poco, pero se me ve muy bien. El vestido se amoldó a mi pancita de casi cuatro meses.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.