La comida fue mucho peor que el desayuno; ahora en vez de gomas les dieron pastillas masticables con sabor a hígado o algo parecido y un vaso de agua.
Ya habían conocido a la mayor parte de los Amos, sólo faltaba uno más luego Megan tendría la cena, un descanso para reposar lo que sea que le vayan a dar, tomaría un baño rápido y dormiría para prepararse y conocer a los Científicos al día siguiente.
Hubo una Ama que llamó mucho su atención. La Ama Prix, ella no dejaba de mirarla y cuando preguntaba algo a la clase lo hacía dirigiendose de forma indirecta a ella, como si esperará que respondiera cada una de sus dudas. Eso fue muy raro de su parte, quizás sólo la evaluaba.
Cuando la mayoria ya terminaba sus porciones de pastillas y su agua un hombre alto y fornido se subió a la mesa que compartian los nueve chicos nuevos.
—Soy el Amo James, ustedes no me conocen aún y yo no quiero conocerlos a ustedes pero es mi trabajo —Comenzó él —Los quiero fuera del gimnasio antes de cinco minutos.
Todos en la mesa lo miraron extrañados, todos menos Megan que salió disparada al gimnasio.
—¿Qué esperan?¿Van a dejar que les tome la delantera?
James también echó a correr con un puñado de adolescentes siguiéndole los pasos llegando a donde Megan ya los esperaba.
Para tener 52 años James se movía aún muy rápido.
—¿Vieron lo que ella hizo? —señalo a la pelinegra —Ella no dudo en acatar mi orden, quiero eso en mi clase ¿Tu nombre?
James se habia acercado a ella. Megan levantó la cara dejándole sus ojos azules a la vista.
—Me llamo Megan Pinkney. Amo James.
Por alguna razón escuchar ese nombre lo pusó, molesto, incómodo y más que nada; triste.
—Espero no me decepciones —dijo él con un tono brusco al que ella no supo reaccionar ¿La estaba alagando ó la estaba regañando? —¡Todos vueltas a la cancha! ¡Ahora! —gritó.
Así se pusieron a avanzar por el camino marcado con tierra rojiza.
James tendría que ir a hablar con Eliza después.
•••
—¿No crees que el Amo James es raro? —Susurró Jack a Megan ya sentado en la mesa del comedor.
—¿Por qué lo dices? —cuestionó ella perdida en lo aguada que se veía su gelatina.
—¿¡A caso no es obvio!? —agregó una chica de cabello corto metiéndose en la plática como quién no quiere la cosa —Casi te grita, ¡Nos hizo correr por casi una hora! —numero con los dedos.
—No quiero ser grosera pero ¿Te conozco?
Ella sonrió socarronamente como si le hubieran contado un chiste malo.
—Soy Sila, estábamos en la misma clase de cálculo ¿Recuerdas?
—Oh si claro Sila, ¿Cómo has estado?
En realidad ella no la recordaba en absoluto, sólo asistía a clases y ya, nunca se molestó en aprender los nombres de sus compañeros. El de Jack era el único que sabía ¿Cómo no aprenderte el nombre de alguien que te seguía a todas partes como un acosador desde que tienes memoria?
La madre de Jack y la de Megan siempre fueron buenas amigas por lo que se visitaban con frecuencia, casi siempre era Mayra la que llegaba a casa de Beatriz y cada que lo hacia llevaba a su hijo que en vez de entretenerse con Ian, este corría a intentar charlar con Megan que lo ignoraba tanto como podía, ya sea en la escuela como en su casa o en cualquer parte donde se encontrarán.
Hasta que por alguna razón que ella no recuerda muy bien se volvieron casi inseparables, tanto que la gente ya estaba acostumbrada a verlos juntos. Incluso varias personas pensaban que sus padres o ellos mismos planeaban alguna boda en el futuro.
—Si, creo que esta algo. Loco —Sila agitó un dedo a un lado de su oreja —¿O me equivoco Megi?
Megan reaccionó algo confundida, se había puesto a pensar en la primera vez que vio a Jack.
—¿Qué?
Sila y Jack soltaron algo parecido a un bufido.
—¿Dónde tienes la cabeza Megi?
¿Megi? Que feo apodo había elegido Sila ¿Y desde cuándo eran tan cercanas como para ponerse apodos?
—Perdón me perdí, ¿Qué decían?
—Que el Amo James esta loquito —repitió Jack.
—¿Cómo una cabra?
En la mesa saltaron las risas, mas Megan no le encontró gracia a su pregunta.
—¿Qué estoy qué?
Las risas cesaron y pronto se instaló un silencio incómodo, casi sepulcral. La razón de sus burlas estaba allí parado junto a Jack y Megan ¿Cuánto había escuchado? De seguro lo suficiente como para saber que se burlaban de él.
—Loquito como una cabra —aclaró Sila con voz temblorosa.
—Ustedes tres —señaló a los que hasta hace poco hablaban de su supuesta locura — Van a rastrillar todas las hojas del jardín antes de dormir, y tú Megan, quiero hablar contigo cuando termines.
Nada más el imponente hombre salió los tres soltaron un suspiró.
—¡Genial! Es mi primer día aquí y ya tengo problemas —Susurró para que nadie más que Jack la escuchara.
—Al menos se aprendió tu nombre —le respondió él.
Ella hizo una mueca sin embargo no respondió, si quería evitarse más problemas sería mejor quedarse callada y no hablar con nadie más que Jack.
Levantó la mirada de su gelatina encontrandose con ésos ojos avellanas por segunda vez en el día.
Quizás también podría hacer una excepción con el Científico Marco.
•••
—Entonces a mi hermana se le ocurrió fugarse a media noche, Adivinen a donde fue.
—No lo sé, ¿A la plaza?
—¡Exacto! Cuando llegó allí no había nadie, y entonces se quedó un rato a esperar a su novio, pero llegaron los guardias y la llevaron a casa ¡Jamás olvidare la expresión de mi madre al verla! —Sila se puso a reir como foca epiléptica mientras Jack seguía rastrillando hojas y Megan rodaba los ojos.