Frente a sus ojos aquellas gafas que antes se apreciaron en James aparecieron con tan sólo presionar un botón en el frijol —Nombre que la pelinegra decidió ponerle a ese aparato —. Megan podía ver diferentes figuras y símbolos que no podía entender, poco a poco fue comprendiendo lo que estos significaban dejándose llevar por la lógica y por lo poco que le habían enseñado de ese tema en la escuela de la ciudad.
Hace no más de 15 minutos habían llegado al final del túnel, lo que había en ese lugar era solamente una pared más. Estaban encerrados y sin aire para mucho tiempo.
Asombrada desplazó su mirada de un lado a otro en la pared. Conforme miraba lugares distintos era capaz de deslumbrar de que materiales estaban hechos y algunos pequeños detalles sobre cuanto tiempo llevaba existiendo y su estado.
Desvío la mirada a la pared frente a ella en donde se suponía estaría la salida, en ese lugar apareció un espacio para una contraseña de cuatro caracteres sólo visible para ella.
¡Genial! Lo que le faltaba, una contraseña.
¿Qué había puesto James antes? ¡Agh! No conseguía recordarlo, ni siquiera lo había visto y él no le había dicho nada.
Con el apuro marcado en el rostro recorrió más a fondo el pequeño espacio de tres paredes.
Mientras repasaba el lugar, las gafas le marcaron un lugar específico. Megan se puso en cuclillas viendo atenta el lugar marcado.
—Eh Megan, no sé que estas haciendo, pero creo que deberías apresurarte —pidió Jack.
Entonces le llegó aquel olor de antes. El largo pasillo se estaba llenando de el extraño humo blanco. Debieron accionar una trampa por accidente.
La ojiazul miró más apresurada el lugar marcado según el frijol. 4102 decía sobre el metal.
Itentando no respirar demasiado ingresó los números.
La pared pareció derretirse. Un sentimiento de gloria sin comparación los llenó nada más sentir un poco del aire caliente de las playas de Seed.
Nadie había estado en esas playas en mucho tiempo. Se suponía que este lugar no tenia domo así que no deberían poder respirar bien, los niveles de Dióxido de carbono debían de ser altísimos, pero al parecer ella era la única que se preocupaba por eso; Jack y Sila se veían realmente aliviados y despreocupados.
Una mujer armada salió de quien sabe donde y les apunto con un arma.
—¡Ama Prix! —exclamaron sólo un poco más aliviados.
La mujer suspiró y bajo el arma.
—¡Dios! Me asustaron. Hace años que no uso una de estas y no sabia muy bien como disparar ¡Pensé que moriría! —menciono ella poniendo su mano en su frente —Cómo sea, me alegra que estén bien ¿Donde están los demás?
—Pensamos que estarían con usted.
—¿Conmigo? No, yo soy la encargada de evacuar a los Amos y científicos, el Amo James es el encargado de los estudiantes y el Amo Ean se encarga de la Madre Eliza —Prix hizo una mueca —Aunque creo que ya se dieron cuenta que no realice bien mi tarea. Me alegra saber que James si cumplió su misión, y por lo que veo fue la última que cumplirá ¿O me equivoco?
No hicieron falta más palabras.
—Como lo pensé —Respiro profundamente, tenia que resistir las ganas lloear —llevo un rato trabajando en esto —señaló un reloj en su muñeca —es lo más reciente en tecnología, es un teletransportador de bolsillo, o mejor dicho; de muñeca —bromeó, más nadie rió —En pocas palabras esto puede sacarnos de aquí, cuando salía tropecé y golpee el reloj, ya lo revise y creo que esta bien. Aunque no estoy segura de si podrá llevarnos a los cuatro hasta Sand, no lo hemos probado con más de dos personas.
—Ama Prix esperé, ¿Que iremos a hacer a la Quinta nación?
—Escapar —respondió sin más —Sujetense de las manos —ordenó.
Jack sujeto la palma de Prix, Megan agarró la mano de su amigo y Sila se negó a siquiera acercarse a la pelinegra.
Megan vio su palma manchada de sangre, empujó esta por su falda intentando sin mucho éxito limpiarla para luego tenerla nuevamente a su compañera ya no tan parlanchina.
—¿¡Qué esperas niña!? ¿Acaso te quieres quedar? —La apresuró Prix.
Sila sin más remedio temblorosa tomó la mano que le extendían.
En un abrir y cerrar de ojos estaban en otra arena y frente a gente desconocida que los miraban asustados.
•••
Megan nunca en su vida había estado tan nerviosa, respiraba lenta y pausadamente tratando de calmarse un poco o al menos parecer fuerte y tranquila frente a Jack que movía su pie ansioso y Sila que se mordía las uñas.
Nada más aparecer de la nada ante las personas de Sand, Prix casi exigió ver al rey de la nación. Después de eso los llevaron al palacio y nada más ver al líder del lugar Prix le contó que Seed había sido atacada y entonces vieron a Eliza cruzar la puerta del despacho del rey Niel. A lo que lograron entender ella había llegado antes que ellos acompañada del Amo Ean.
Los adultos fueron a la sala de juntas para discutir la situación y les dijeron a los tres jóvenes que esperarán ahí afuera, que pronto serian llamados. Llevaban más de una hora esperando su llamado.
Una joven chica de cabello rizado se detuvo cerca de ellos.
—¿Les puedo ofrecer algo? ¿Un panecillo? ¿Agua? —cuestionó la muchacha.
No habían comido en casi cinco horas ¡Claro que tenían hambre! Y ese panecillo sonaba más que tentador, aún así ninguno pidió nada. Tenían tantos nervios que hasta el estomago se les había cerrado.
—No, muchas gracias —se aventuró a decir Jack con un intento de sonrisa.
La chica no hizo ningún comentario, se inclinó y salió de sus vistas en completo silencio.
—Chicos —los llamaron, los tres se tensaron en sus lugares —Pueden pasar.
Con los nervios a flor de piel se pusieron de pie y siguieron al Amo Ean.
El hombre les indicó que se sentarán una vez el hizo lo mismo.