Segunda Generación

Capítulo 1

El estacionamiento del departamento siempre es un maldito caos, no solo por el hecho de ser tan pequeño o de estar tremendamente abarrotado de automóviles, sino también porque el imbécil del 38B no deja de estacionar el automóvil de su maldita cuarta esposa en mi lugar de estacionamiento.

Mi nombre es Giselle Hallow y tengo 15 años, aun no tengo la edad mínima requerida para cualquier persona común para tener un auto o licencia de conducir por lo cual voy en motocicleta a todos lados a pesar de las advertencias de mi madre y del recordatorio de mi padre que al no ser una persona normal, no necesito una licencia totalmente legal sin embargo entre mas desapercibida pase, mejor. Soy miembro de la agencia de inteligencia secreta más importante de todo el mundo y hace poco más de un año que me he graduado con honores de la más prestigiosa academia de la agencia ubicada en Rusia. Mis padres son Giselle y Jackson Hallow, dos mafiosos narcotraficantes cuyas familias fueron agentes como yo por generaciones y mi padre claro está también lo fue en su momento; se dice que fue el mejor de su generación y el mayor orgullo de todos aunque también fue su mayor error y claro esta yo, su primera hija no me podía quedar atrás y tenía que hacerle honor a mi apellido y por supuesto, darle honor a mi padre.

Suspiro frustrada.

Ese lugar de estacionamiento es pequeño pero es mío y ahí pongo mi motocicleta, aquel lugar es el que le corresponde a mi departamento; pero mi vecino, un imbécil de ya pasados los 50 años argumenta que puedo dejar mi moto donde yo quiera, que ese espacio es para automóviles y que si me molesta que ponga ahí su auto, le diga a mis padres y con ellos ha de hablar para moverlo.

Aprieto los dientes furiosa de solo recordarlo.

Mal nacido, sabe que mis padres no viven conmigo o mínimamente lo sospecha.

-¿Sabes Giselle? bien podíamos simplemente pincharle las llantas o llenar su auto de basura ¿Esto no te parece excesivo?- se queja mi amiga y compañera de departamento Regina pero yo entrecierro los ojos molesta.

-Esas son bromas de niñas, aprenderá por las buenas o por las malas este mal nacido que ese mi lugar de estacionamiento y lo importante que es respetar lo ajeno- le dejo en claro y esta suspira frustrada.

Sabe que no puede hacerme cambiar de opinión.

-Bien, pero espero que sea rápido, ya está amaneciendo- me recuerda y yo miro la hora en mi reloj poniendo los ojos en blanco.

Vamos justo a tiempo.

-Aún hay tiempo- le aseguro.

-Izquierda- me indica mirando la pantalla en su tableta mientras ella sigue recostada en el asiento trasero y yo giro rápidamente y sin titubear- ¿Por qué no mejor le dijiste a alguno de tus padres que se encargara del asunto? Estoy segura de que tu padre habría mandado a alguien a poner en su lugar a ese imbécil o él mismo hubiera venido a hacerlo- me recuerda.

Hace un par de años que Regina conoció a mis verdaderos padres y sabe de antemano que Steven Hallow es mi tío y no mi padre gracias al cielo ya que para poder infiltrarnos en la agencia conservando nuestro orgulloso apellido, se supone que Steven Hallow es mi padre, es el padre de todos mis hermanos sin embargo de diferentes madres y diferentes nacionalidades, todo eso solo para no tener que dar explicaciones juntos ni levantar sospechas o que tenga que existir alguna fulana a tratar de reemplazar a mi madre.

-Porque conociendo el temperamento de papá al conocer a ese tonto hubiera hecho algo más que desaparecer su auto por un rato- le recuerdo- Es mejor si me encargo yo de estas cosas, papá tiende a exagerar un poco- digo arrugando la nariz, recordando aquel día que me llevó a un parque de diversiones y no me querían dejar subir al juego más alto por mi altura aunque yo a mis casi 5 años era lo suficientemente alta y osada como para subir aun sin cinturón de seguridad.

Siento escalofríos de solo recordar al pobre empleado que solo hacía su trabajo.

Suspira.

-Derecha- habla esta vez mientras sigo sus indicaciones- Dime Giselle ¿Al menos alguien va a acompañarnos de regreso a casa? Izquierda ¿o tendremos que tomar un autobús?- se queja- No trajimos tu motocicleta- me recuerda.

Hago un ademán con la mano.

-Le dije a mi hermano que nos recogiera en su auto a un par de cuadras del lugar, no tiene idea de por qué o para qué, se molestó cuando lo llamé por la madrugada pero nunca se niega a ayudarme- la tranquilizo y esta parece olvidar su mal humor, se levanta del sillón trasero y asoma su cabeza por atrás dejándome ver su radiante sonrisa.

-Derecha- me indica por lo bajo- ¿De verdad vendrá Alberto?- pregunta esperanzada y yo asiento con la cabeza.

-Tenemos un asunto pendiente en casa y en la agencia y papá nos quiere ver lo antes posible, ha venido a recogerme para ir por la mañana al aeropuerto, pero le pedí que viniera un poco antes- le hago saber mientras freno el automóvil rápidamente y me estaciono sin cuidado alguno frente a la puerta de la casa de un trio de hermanos pandilleros que gustan de robar partes de autos o automóviles enteros; los he investigado muy bien y sé que no me van a decepcionar en esta pequeña y tonta venganza.

Estudie un par de días este lugar y a estos hermanos, simples chicos sin oficio que se dedican a robar y vender lo ajeno para hacer dinero, hombres con mal humor y unos malditos infelices hijos de puta que tienen el cerebro de un troglodita.



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En el texto hay: narcotrafico, espias, amor

Editado: 12.09.2019

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