—Es el amor de mi vida.
Si mi mejor amigo me diera una moneda por cada vez que dice esa frase en frente de mí ya me habría comprado una nueva guitarra. O al menos nuevas cuerdas.
Me había acompañado al centro comercial a comprar unas camisas, íbamos saliendo de la tienda caminando entre una mini horda de gente que quería entrar.
—No sabía que estabas saliendo con alguien otra vez.
—No sabía que quería volver a hacerlo… ¿podemos esperar un minuto aquí?
Asentí con un suspiro mientras analizaba la ropa dentro de la bolsa como si fuera algo desconocido para mí.
Cuando levanté la vista, un grupo de tres chicas venían caminando hacia la salida. Creí haber visto el cabello rojo de una de ellas entre la horda de gente de minutos atrás.
Me giré hacia mi amigo para saber si era alguna de ellas a la que se había referido, y su cara de embobamiento me dijo que sí.
Sus ojos fijos y soñadores me dijeron que te estaba viendo a ti.