Estaban a punto de cumplir cuatro meses y él no dejaba de babear por ti.
A la banda y a mí no nos había vuelto a ir tan bien como aquella noche, pero empezaba a reconocer más caras en los restaurantes donde nos dejaban tocar.
A veces me desesperaba contarle sobre mis problemas con la banda y que él sólo supiera hablar de ti, pero tengo que reconocer que nunca lo vi llevarse tan bien con una mujer como lo hacía contigo.
Le gustaba dibujarte, te hizo un millón de retratos, aunque nunca te enseñó ni uno.
Debió habértelos enseñado todos.