Esa no fue la única ocasión que apareciste en medio del público en alguna de nuestras tocadas.
Sabías los bares y el restaurante con los que teníamos contrato fijo y cada tanto te pasabas en los días donde nosotros nos presentábamos.
De vez en cuando, en medio de los versos de algunas de las canciones, nuestras miradas se cruzaban, a veces por estrofas completas.
Cuando terminaba nuestro turno siempre era con Carolina con la que pasabas el resto de la noche. Te veía reír a su lado hasta que cerraban el lugar, nunca me atreví a acercarme a hablar contigo, porque Edgar estaba en mis pensamientos después de que nuestras miradas se separaban.
Y sé que está mal, pero te escribí una canción.