Segunda Oportunidad

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En la madrugada, cuando regresaba a la casa de mis padres, casi diario tenía llamadas perdidas y mensajes de voz de Edgar.

Te lloraba como nadie porque no te quería olvidar, y yo era el único de sus amigos que aún le contestaba cuando hablaba de ti.

O cuando hablaba, en general.

No podía dejar de sentirme culpable al decirle que te dejara de lado mientras recordaba a nuestros ojos conectarse canción tras canción, noche tras noche.

A veces, sentir culpa no es razón suficiente para dejar de hacer algo.

 

 

 



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En el texto hay: peleas, musico, amor

Editado: 16.12.2021

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