CAPITULO 2
Quise atarte a mi ser,
Encadenarte a lo más profundo de mis deseos
Complacerte hasta el más absurdo de tus caprichos
Pero tú ya estabas aferrada a tu libertad de crecer
Al parecer el piso me abandono como el oxígeno a mis pulmones, la sangre ya no circulaba en mi cuerpo como debía, el corazón amenaza con detenerse.
Ahí estaba ella, la cadena de mis tormentos, no más bien la que jalaba de ella, mi verdugo era aquella mujer en encaje negro. Fue la encargada de destruir mis ilusiones más puras en esta vida, la que me dejo en la línea final con tantas preguntas sin responder. Con la vida hecha un desastre, deudas con la ley y conmigo mismo. Ella me boto en una fosa sin salida.
Y aun así la veía más que perfecta, lo había conseguido, la belleza de la que siempre me hablaba, quería una mirada que idiotizara a los demás, un cabello largo y rizado que desprendiera un aroma endulzante, una figura que se adecuara a sus movimientos delicados y elegantes, consiguió ser más que perfecta.
No podía compararla pues al parecer mi cerebro solo registro como abandono el pasillo hacia el salón principal, los latidos de mi corazón me golpearon el tórax, no registre ningún sonido a parte del recuerdo de su voz diciéndome que se había acabado.
Si soy cruel, lo admito, pero serias más cruel tu al no permitirme marcharme y dejarme ser feliz.
Yo sabia que lo nuestro era un mero error, dejar que pasara fue una daga que tuve que clavarte, espero que me perdones. Pero esto es necesario.
La falta de aire me hizo deshacer el moño que con una gran paciencia pude anudar, el sudor en mi frente lo sentí cuando tire de mi cabello, estoy desesperado, siento que en cualquier momento caeré de un ataque al corazón.
-Joder James, respira por favor- el eco de la voz de Andora apenas se hizo presente en cuanto su perfume de lilas se impregno en mi alrededor, tome sus manos y busque el punto donde había roseado un poco- cuanta conmigo, podemos juntos.
Aquella fosa en donde me dejo impregno mi mente, la línea que cruce y que me convirtió en un criminal hizo eco en mi mente haciéndome consiente que por esa mujer deje que la oscuridad me consumiera como si no hubiera un mañana.
Fueron sombras que me consumían, pasajes llenos de sangre, era peor que una prisión, era un infierno en la tierra, me sorprendía como en ese lugar las torturas podían ser mil veces peor que a las anteriores.
Recordé todo lo que me llevo ahí, como ella me había abandonado a mi suerte en el peor de lugar que he conocido. Mi inocencia se quebró y las torturas que fueron mi calvario fueron culpa de ella.
Sentí un apretón en mi mano, la delicadez de la piel de Andora me hizo entrar un poco en conciencia. Mi mente tuvo apenas un lapso de realidad, recordando Brasil y el primer logro que tuve.
-Brasil- susurre apenas, sujetando aun sus muñecas, sé que estaba efectuando fuerza de más y agradecí con todo mi ser que ella estuviera aquí sosteniendo mi ser una vez más.
-Etiopia, Londres- su voz ya era más clara y mis pulsaciones menos aceleradas, aunque aún las sentía, ya podía ser consciente de que estaba junto a ella y poco a poco reconocía mi entorno.
-Madrid, Polonia, Irak, Seúl- todos mis reconocimientos cada vez más presentes solté sus manos para aferrarme a ella en un abrazo que necesitaba, me reconfortaba la delicadez de su cuerpo.
-Eso es vamos de maravilla campeón, sigamos.
-Paris, Marruecos, Afganistán- estaba más lucido comprendí en donde estaba y lo que tengo que hacer. Me separe solo un poco de ella dejando un beso en su frente, su mirada aún tenía un deje de preocupación. - estoy bien, estoy bien.
Respire hondo y me puse de pie, Andora me imito, me escaneo con la mirada y prosiguió a pasarme los dedos por el cabello para acomodármelo, prosiguió a sacar de su bolso toallitas húmedas y limpiar el sudor de mi rostro, me deje hacer, me sentía reconfortado y era algo que anteriormente se repetía muy frecuentemente cuando me asaltaban los ataques de ansiedad.
Ella había estado en la mayoría de ataques que había tenido, siendo consiente que estaba mal. Cuando le conté la mayor parte de mi pasado pensé que le repudiaría que se alejaría de mí, soy un ser destrozado.
-Tenemos muy poco tiempo para volver, tu discurso está programado para las 11 faltan 15 minutos.
Una vez más relajado, note algo diferente en su expresión, un destello más que angustia, podría decir que tristeza.
-Nada va a cambiar.
Andora era más que una amiga, era mi pareja, me tomo mucho poder abrirme de nuevo con una persona de la manera en la que lo hice con Constanza, para mí el mundo se volvió solitario e insípido sin emociones.
Pero Andora fue una compañía cálida y sobre todo expresiva, sus emociones la avasallaban, inclusive aun con la preparación de la organización sigue siendo así, ama dando su vida, odia con pasión, y su sensibilidad es tan frágil como hielo fino.
Pero su coraje y sentido de supervivencia me habría flechado desde que la conocí, sabe muy bien quien es y no tiene miedo de ser ella misma ante los demás. Cree y defiende a capa y espada sus convicciones.
Ella sabe toda mi historia, pues ocultársela era pecado, me ama y debe tener toda mi sinceridad posible. Le conté todos mis demonios, mis fortalezas y mis sueños.
No le puse la etiqueta de novios, porque ella no merece algo tan trivial. Merece que le de todo el mundo a sus pies. A ella sí puedo dárselo.
-Solo me preocupa tu salud- ha terminado de ajustarme el moño del traje justo con las solapas.
-Sabes que siempre he sido sincero, iré al psiquiatra la siguiente semana, solo fue un mal momento, lo solucionare te lo prometo. - bese su mano y después su mejilla, le encantaba esos pequeños besos sutiles.
-No quiero que lo hagas por mí, debes estar bien por ti, pero esto- nos señaló a ambos y suspiro, ella también era una agente debía mantenerse profesional, lo capte. -lo resolveremos después, no debes fallar.