Segunda Oportunidad

LA LUZ ENTRE LA OSCURIDAD

CAPITULO 4

Encontrarme fue más difícil

Perdiendo tu ser en el pasado

Y aun así en mis recuerdos seguías estando

Con tu presciencia como una brisa sutil

Le debía muchas cosas a Andora desde, en el ámbito sexual tampoco me libraba de estar a sus pies y agradecerle todo lo que había hecho por mí, destruyo miedos y barreras. Me costó mucho reponerme del trauma sexual que había vivido en la fosa, la terapia me había ayudado muchísimo y antes de Andora, me había aventurado en burdeles e incluso en algunas misiones si eran necesario conseguir información lo tenía muy en cuenta.

Igual que en otros aspectos de mi vida que decidí perfeccionar, y consideré al sexo como uno de los principales, si iba a ser impecable, debía serlo en todo el esplendor de la palabra.

Y descubrí el rol de dominante, el tener el control y la voluntad de mi pareja era un plus de confianza para poder disfrutar de nuevo el acto. Con Constanza fuimos muy activos y el seco con ella era bastante reconfortante, ella también es dominante, y jugó muy bien su papel en la época que estábamos juntos, yo era muy inexperto, no sabía muy bien a ciencia cierta cuales eran mis alcances y como podía explorar a carta blanca mi sexualidad.

Pero ahora no solo contaba con experiencia, contaba con una compañera que era realmente hermosa, no solo en la silueta de su cuerpo que me prende con o sin ropa, sino en su alma, su esencia es lo que me prende, el dulzor de su mirada que transmite lujuria, el roce de su delicada piel, que desprende un dulce aroma que me embriaga, una voluntad que se doblega y se entrega a mí con absoluta confianza, pero con una tenacidad y picardía que me reta a jugar con el deseo que le provoco.

El tener su anatomía frente a mí en mera lencería ya me había puesto duro, mi miembro ya rogaba por hundirse en su delicioso interior, hacerla gritar para complacer a mi ego. Con ella había roto un tabú de domínate de nunca arrodillarme, pero mande lo demonio en un viaje a Florencia, cuando ella solo llevaba un camisón blanco que le transparento su desnudez, esa noche me tuvo arrodillado saboreando su entrepierna como un loco posesivo.

Y justo como en esa noche ya me encontraba saboreando el manjar que desprendía por la excitación que yo le estaba provocando. Consciente de que sus piernas estaban a punto de flaquear, puse más empeño a mi labor de satisfacerla, la sujetaba con mi brazo alrededor de sus piernas y el otro presionando su espalda baja. Sus gemidos eran contenidos, tampoco la dejaba gemir a rienda suelta, los disfrutaba más hasta el final, cuando ya no podía contener el placer que le generaba.

Andora emitía pequeños gimoteos, como se lo exigí no emitía más que eso, y es que con el tiempo descubrí que era muy difícil para ella tener bajo control sus gemidos.

El ambiente en nuestra habitación era fuego, intenso y abrasador, ambos estábamos drogados por la presencia del otro, Andora complacía cada uno de mis instintos sexuales, los deseos los había hecho realidad, y me llenaba de un amor puro que nunca poder encontrar en ninguna otra mujer. Y decidí demostrárselo devorándola como solo yo sé hacerlo, como solo yo el hombre de su vida únicamente hare.

Estaba a punto de terminar, sus piernas ya estaban flaqueando y podía sentir como dejaba parte de su peso contra mi cara. Recibía gustoso los fluidos que desprendía su coño, era un verdadero manjar, mi manjar, era la primera vez que me sentía posesivo de una mujer, incluso cuando recordaba la vida pasada de Andora me ponía de un humor de los mil demonios.

-Tienes permiso de hablar mi amor- necesitaba su entrega total esta noche, reiterar que era yo el único que la haría delirar de puro e incontrolable placer, necesitaba olvidarme de toda la mierda que estaba pasando a mi alrededor.

- ¿Puedo decir maldiciones? - su voz sonaba rasposa como si estuviera conteniendo su placer- ¿O tengo que ser la niña buena y educada de siempre? – el tono que utilizó fue pura seducción, siempre me obedecía tan bien y eso me ponía la erección más dura si es que era posible, era momento de darme el banquete que representaban sus gemidos.

- ¿Quieres portarte mal? Tu misma sabes lo que provocas cada vez que me retas, en esta ocasión mi amor solo gemirás mi nombre y que te dé más duro si lo soportas. Quítame la ropa, ya sabes cómo. Puedes tocarme después, sin labios, únicamente usaras las manos.

-Si amo.

Sus manos fueron rápidas y expertas, se regodeo con mi pecho y abdomen marcados, sus uñas causaron de las mejores sensaciones en mi piel, su mirada fue inocente pero su cuerpo denotaba lujuria y deseo, y cuando su mano tomo mi miembro, fue la gota de mi cordura.

-Muy bien mi amor- se me escapo un jadeo por la manera en la que me masturbaba, mi miembro soltaba los jugos que iban dentro de ella- En cuatro sobre la cama de frente a mí, te tragaras todo este miembro y soportaras la primera carga. Esta noche será larga.

Ya no estaba para juegos me hundiría en ella y la haría delirar de placer toda la noche.

A la mañana siguiente sentía el peso de Andora sobre la mitad de mi cuerpo, estábamos literalmente enredados, tenía las mejillas aun sonrosadas y un poco de sudor en la frente, su pelo castaño estaba esparcido por la almohada, era una de mis imágenes favoritas en todo el mundo, y la que quería presenciar el resto de mi vida.

Este fin de semana me encargaría de hacerlo muy especial para ambos, en especial para ella, si bien ese era el plan desde un inicio al planear este fin de semana con ella, ahora era más importante por el mero hecho de que esa desgraciada mujer había vuelto.

Le dejare en claro que Constanza solo es mi misión, debo ser honesto y lo que siento por esa maldita es únicamente odio, si bien la ame más que a nada en la vida ahora solo puedo sentir repulsión por ella, sin ningún tipo de remordimiento. Haría todo lo que este en mis manos para que pueda manejar de la mejor manera este tema.



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En el texto hay: ¿ serías capaz de empezar desde cero?

Editado: 17.06.2025

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