Desde que escapó de la mansión, Clara intentó olvidar lo ocurrido, convencerse de que los susurros y visiones eran producto de su imaginación. Sin embargo, los ecos de la mansión no la habían abandonado: en sus sueños, los rostros de los espíritus y los pasillos oscuros continuaban persiguiéndola, recordándole que algo había quedado sin resolver.
Meses después de aquella noche, una carta llegó a su apartamento. El sobre era antiguo, sin remitente, y la tinta parecía casi tan vieja como el papel. Al abrirla, Clara sintió un escalofrío al leer la primera línea:
"A la Heredera de la mansión…"
Las palabras la llamaban a regresar, hablaban de un “pacto” no cumplido y de consecuencias para aquellos que habían desafiado la casa sin terminar lo que se había comenzado. Clara sintió que el miedo comenzaba a asfixiarla; sabía que los espíritus no la dejarían en paz. Pero la carta iba más allá, advirtiéndole que, si no regresaba, la maldición afectaría también a sus amigos, aquellos que la habían acompañado en su primer viaje a la mansión.
La Reunión
Desesperada y sin tiempo que perder, Clara regresó a su antigua ciudad para advertir a Lucas, Sara y Tomás. Al verlos, se dio cuenta de que ellos también habían sentido los ecos de la mansión: sombras que aparecían en sus hogares, voces extrañas que susurraban sus nombres en la oscuridad, y una constante sensación de ser observados.
—Pensé que estaba enloqueciendo —admitió Sara, con el rostro pálido—. Es como si algo de la mansión nos siguiera… como si hubiera dejado una marca en nosotros.
Lucas, siempre escéptico, miró a Clara, tratando de buscar una explicación lógica, pero hasta él no pudo negar lo que había visto y oído en las últimas semanas.
—¿Qué es exactamente lo que quieres hacer, Clara? —preguntó, tratando de no mostrar el miedo en su voz—. ¿Volver allá? Después de todo lo que vivimos…
Clara, sabiendo que no había otra opción, sostuvo su mirada y asintió. —No tenemos elección. La carta dice que estamos condenados si no regresamos. No puedo arriesgarme a perderlos.
El Viaje de Regreso
La decisión estaba tomada. Esa misma noche, empacaron lo necesario y emprendieron el viaje hacia la mansión. El camino hacia el lugar estaba envuelto en un silencio que parecía sobrenatural, y la tensión entre ellos se sentía como una cuerda a punto de romperse. Ninguno de ellos habló demasiado, cada uno perdido en sus propios pensamientos, intentando prepararse mentalmente para lo que les esperaba.
Finalmente, al llegar, la mansión se alzaba ante ellos, oscura y amenazante. Rodeada de una densa niebla, sus ventanas parecían ojos vacíos que los observaban. A pesar de los meses transcurridos, la casa parecía más imponente que nunca, como si su poder hubiera crecido.
Una Mansión Transformada
Al cruzar el umbral, sintieron un frío intenso y una energía opresiva, como si la mansión misma respirara y los estuviera evaluando. Los corredores y habitaciones que recordaban ya no estaban en los mismos lugares; la estructura parecía haber cambiado. Nuevas puertas y pasillos se extendían en direcciones imposibles, como si la mansión fuera un laberinto dispuesto a atraparlos.
Lucas murmuró, intentando romper el silencio que los envolvía. —Esto no es como antes. Es como si… hubiera cambiado para nosotros.
Clara, que se sentía inexplicablemente conectada con la casa, comprendió que la mansión estaba viva, consciente, y que su regreso había despertado algo antiguo en su interior. Había sido llamada, y ahora la casa la reconocía como su “Heredera”, destinada a desentrañar sus secretos y enfrentarse a sus propios miedos.
El Primer Encuentro con el Guardián
Mientras avanzaban, una figura alta y oscura se materializó frente a ellos, cubriendo el pasillo con su sombra. Era una silueta imponente y sin rostro, envuelta en un manto negro que se agitaba como humo. Sus ojos brillaban con un resplandor siniestro, y su presencia era tan abrumadora que el grupo retrocedió, temblando de miedo.
El Guardián se dirigió a Clara con una voz que resonaba en sus mentes más que en el aire.
—Heredera, has regresado, como lo exige el pacto. Pero para tomar el control de la mansión y liberar a tus compañeros, deberás pasar nuestras pruebas.
Clara sintió que el peso de esas palabras la aplastaba, pero trató de mantenerse firme.
—¿Y si me niego? —preguntó, su voz temblorosa pero desafiante.
El Guardián inclinó la cabeza, como si considerara su pregunta, y luego respondió:
—Si te niegas, tú y tus amigos permanecerán aquí… para siempre. Nadie desafía a la mansión y escapa sin un precio. Eres la Heredera, y tu destino ya ha sido marcado.
Antes de desaparecer en una nube de sombras, el Guardián añadió:
—Prepárate. Las pruebas comenzarán cuando el primer reloj de medianoche suene en el corazón de la mansión.
La Primera Noche
Aterrados pero determinados, el grupo exploró una sala cercana, intentando encontrar un refugio y comprender lo que acababan de escuchar. La oscuridad de la mansión se volvía más espesa a medida que avanzaba la noche, y cada esquina parecía esconder una sombra lista para atacarlos. Sabían que debían mantenerse juntos, pero el miedo y la tensión comenzaban a afectarles.
Mientras se acomodaban, Clara pensó en el significado de las palabras del Guardián. Entendió que ya no era la misma persona que había escapado meses atrás; la mansión la había transformado en algo más, en alguien destinado a entender y proteger sus oscuros secretos.
Con el primer campanazo de medianoche, un escalofrío recorrió el cuerpo de Clara. Sabía que la primera prueba había comenzado, y que el destino de todos ellos dependía de superar las siguientes horas en la mansión.
Sin importar el costo, ella estaba decidida a enfrentarse a las pruebas de la mansión. Pero mientras el eco del reloj resonaba en las paredes, una duda la invadió: ¿Estaba realmente preparada para conocer los secretos que la mansión guardaba… o su regreso había sido una trampa de la que no podría escapar?