Al superar las pruebas de soledad, desconfianza y culpa, Clara y sus amigos se encontraban fortalecidos, tanto en su unión como en su determinación. Sin embargo, sentían que la mansión aún no había revelado todo su misterio. Tras avanzar un poco más por el corredor, llegaron a una gran biblioteca que parecía diferente de las habitaciones que ya habían recorrido. La biblioteca tenía un aire solemne, con estantes repletos de libros antiguos y documentos polvorientos que parecían guardar siglos de historia oculta.
En el centro de la sala, una mesa de madera oscura y gastada sostenía un diario cubierto de polvo. Clara se acercó cautelosa y, al quitar el polvo de la tapa, se dio cuenta de que era diferente de los otros libros de la biblioteca. El diario parecía haber sido escrito recientemente, y en la primera página, estaba inscrito el nombre de Andrés, una persona de quien la mansión había hablado en una de las pruebas.
El Diario de Andrés: La Historia de la Heredera
Clara hojeó las primeras páginas mientras sus amigos la rodeaban en silencio, sus rostros iluminados apenas por la luz de una lámpara que colgaba del techo. A medida que leía, descubría que Andrés había sido un joven aventurero, atraído por la mansión muchos años atrás, como ellos. Él también había sentido una conexión inexplicable con el lugar y se había propuesto desentrañar sus secretos. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que la mansión no era solo un lugar, sino una entidad que necesitaba de alguien para preservar su poder.
Andrés narraba cómo se había sentido atrapado, empujado a cumplir con el papel de Heredero y como había intentado desesperadamente escapar de su destino. La mansión, sin embargo, lo había alcanzado, exigiéndole cumplir con el “pacto” que cualquier Heredero debía sellar.
—La mansión parece tener un ciclo —dijo Clara, pensativa—. Siempre necesita un Heredero… una persona que cargue con sus secretos y la proteja.
Lucas, preocupado, le preguntó: —¿Eso significa que intentará atraparte para que tomes el lugar de Andrés?
Clara asintió lentamente, sintiendo el peso de la responsabilidad sobre sus hombros. —Parece que esa es la razón por la cual la mansión me ha elegido. Necesita un nuevo Heredero… alguien que pueda resistir sus pruebas y mantener su oscuridad bajo control.
La Advertencia del Guardián
De repente, uno de los Guardianes apareció al otro lado de la mesa, su sombra proyectándose sobre el diario. Sus ojos brillaban intensamente, y su voz resonó en la sala, fría y penetrante.
—El Heredero no es solo un protector. Es el vínculo entre la mansión y el mundo exterior. Sin un Heredero, la mansión se desmoronará, y todos sus secretos y sus almas perdidas se desvanecerán para siempre.
Clara sintió una mezcla de alivio y horror. ¿Era posible que la única forma de liberar a las almas atrapadas y romper el ciclo de la mansión fuera que la casa misma se destruyera? Y si ese era el caso, ¿significaba que también perderían su oportunidad de salir de allí?
—Entonces, si no acepto el rol de Heredera, ¿la mansión se derrumbará? —preguntó Clara, tratando de comprender lo que realmente estaba en juego.
El Guardián asintió. —Así es. Pero eso implicará un sacrificio. La mansión no permitirá que sus secretos se vayan sin una última prueba, y el costo podría ser más de lo que estás dispuesta a pagar.
El Reto Final de Andrés
Clara continuó leyendo el diario, buscando pistas sobre cómo Andrés había tratado de liberar a la mansión sin convertirse en el Heredero definitivo. En una de las últimas páginas, encontró una referencia a un ritual de liberación, un último recurso que Andrés había intentado antes de desaparecer. El ritual, sin embargo, exigía que alguien hiciera una ofrenda personal, un sacrificio de algo que valorara profundamente. En su caso, Andrés había intentado ofrecer su libertad y su vida misma, pero la mansión había exigido más.
—Este ritual parece ser la única manera de terminar con el ciclo —murmuró Clara, leyendo en voz alta—. Pero si no es suficiente… la mansión podría consumir a todos los que estén presentes.
Sara, que hasta ese momento había estado en silencio, intervino con determinación. —Clara, no estás sola en esto. Hemos llegado hasta aquí juntos y no te vamos a dejar ahora.
Tomás asintió, con una expresión de resolución. —Si ese ritual tiene alguna posibilidad de liberar a esta casa y a todos los que atrapó, lo intentaremos. No hemos pasado por todo esto para detenernos.
Preparándose para el Ritual
Con el diario como guía, Clara y sus amigos comenzaron a reunir los elementos necesarios para realizar el ritual. Necesitaban cuatro objetos que representaran sus lazos y sus sacrificios personales. Cada uno eligió un objeto especial: Clara tomó el colgante que había llevado desde su primer viaje a la mansión, Lucas seleccionó una vieja brújula que le pertenecía a su abuelo, Sara eligió una pequeña libreta donde había escrito sus pensamientos más íntimos, y Tomás aportó una medalla que le recordaba a su familia.
Colocaron los objetos en un círculo en el centro de la biblioteca y encendieron las velas, tal como las instrucciones del diario indicaban. Con las manos entrelazadas, comenzaron a recitar las palabras que Andrés había escrito, un antiguo cántico de liberación que resonaba con fuerza en el aire denso de la biblioteca.
La Mansión se Rebela
A medida que recitaban, la mansión pareció reaccionar con furia. Las paredes temblaron, las sombras comenzaron a moverse de manera errática, y las velas titilaron como si fueran a apagarse en cualquier momento. El Guardián, observándolos desde la penumbra, murmuró con un tono siniestro:
—¿Están seguros de que están dispuestos a sacrificarlo todo? La mansión no se irá sin luchar.
Pero Clara y sus amigos continuaron, sin vacilar. Sabían que este era el único camino, y aunque el miedo los invadía, estaban determinados a enfrentarlo.