Era domingo por la tarde por lo que Alana no abría la florería, Rodolfo llego y se estaciono enfrenten de esta, salió de la camioneta y camino debajo de una fuerte lluvia toco el timbre.
-Papá ¿Qué haces aquí? -Preguntó una sorprendida Alana en pijama-
-Usted Jovencita y yo tenemos que hablar -Dijo Rodolfo señalándose a ambos-
-Está bien -Respondió Alana dejándolo pasar- ¿Qué quieres decirme?
-¡Es verdad! ¡Estas embarazada! -Aunque su hijo y Dereck le habían confirmado el embarazo verla con sus propios ojos era diferente ahora su pequeña princesa esperaba a su primer hijo-
-¡Oh! Si -Se había olvidado por completo de ese pequeñito detalle en cuanto vio a su padre frente a ella-
-¿Está todo bien? -Preguntó acercándose a tocarle el vientre- ¿Ya sabes que va a ser?
-Sí, todo está bien -Respondió dejándose tocar- Sera niño.
-Felicidades, amor -La envolvió en un tierno abrazo-
-Gracias. -Correspondió el abrazo-
-Espero que Dereck este cuidando bien de ti, por cierto ¿Dónde está? -Preguntó aun sabiendo que no la había perdonado-
-Sí, desde que se entero ha estado pendiente de nosotros, pero aun no estamos juntos, él no vive conmigo –Respondió caminando hacia la cocina- ¿Quieres algo de tomar? Mi mamá ¿Cómo está?
-Agua, estaría bien –Dijo siguiéndola- tu mama te extraña mucho, cuando se entere que está embarazada se va volver loca.
-Papá ¿Te pasa algo? ¿Qué haces aquí? –Preguntó pasándole el vaso de agua-
-Vengo hablar contigo.
-Si no me vas a decir el ¿Por qué no me dijeron la verdad? No voy a escucharte –Dijo cruzando los brazos-
-¿Terminaste? –Preguntó Rodolfo con tono serio- Ahora me toca hablar y hasta aquí llego tu berrinche.
-Papá esto no es ningún berrinche –Protestó arrugando el entrecejo-
-Lo es, estas comportándote como si tuvieras quince años y sabes supongo que es porque solo recuerdas tu vida hasta esa edad, no recuerdas como te hiciste adulta, como cambiaste y te volviste en una gran persona, así que te voy a tratar como te comportas como una niña de quince años haciendo berrinche –Advirtió señalándola- Ahora no me hablas ni a mí ni a tu madre desde hace tres meses, mi Alana la que creció y se hizo una hermosa mujer, no podía pasar enojada con nosotros ni siquiera una hora y ahora llevas tres meses enojada con tus padres ¿puedes creerlo? –Dijo triste Rodolfo- Ahora vas hacer madre, imagínate que tu hijo se enojara contigo y no te hablara por tres meses ¿qué sentirías?
-Papá yo...
-No, usted señorita no va hablar, el único que va hablar aquí soy yo y siéntate que apenas voy empezando –Ordeno y Alana no le quedó otra que obedecer- Entiendo tu dolor, tu enojo con nosotros y tienes razón, porque te ocultamos las cosas, pero pensamos que era lo mejor para ti en ese momento, ahora que tengas a tu hijo vas a entender por que los padres hacen ciertas cosas para proteger a sus hijos y eso fue lo que hicimos, pensamos que no despertarías, pensamos que te perderíamos Alana, lo último que queríamos era verte sufrir.
-Papá lo entiendo, pero...
-Pero nada, aún no he terminado –Advirtió- Sé que no recuerdas muchos años de tu vida y es una tristeza por que no re cuerdas como es que te convertiste en mujer, en una mujer alegre, tierna, comprensiva, independiente, bondadosa, confiable, responsable, competitiva, vivaz, apasionada, decidida, que amaba a Dereck sobre todas las cosas.
Alana lo observaba con los ojos muy abiertos, acariciando su vientre ella estaba consciente de que su relación con Dereck debía haber sido muy fuerte, porque desde el momento que lo miro en la foto su cuerpo entero reacciono, cuando sus labios se volvieron a tocar no quería separarse de él era como si su cuerpo le llamara, en estas últimas semanas , se percataba como el la observaba sus ojos solo mostraban amor puro, por eso no podía entender ¿Cómo puedo haberla dejado en una cama de hospital para seguir con su vida? Si ella podía notar que la amaba.
-Estuvieron juntos –Continuo Rodolfo- Desde que entraron a la universidad y jamás se separaron, siempre lo apoyaste en todo, siempre lo impulsaste para que fuera lo que es en este momento, cuando tuviste el accidente lo vi apagarse junto contigo, no había día que no estuviera junto a ti y hablara con cada especialista que le recomendaban para que tu pudieras despertar, habíamos perdido toda esperanza, nos habían dicho que era casi imposible que despertaras, que lo más seguro era que murieras en cualquier momento, un día me lo encontré dormido en la habitación del hospital recargado en tu cama en horas que debía estar trabajando, cuando le pregunte ¿ por que no estaba en el trabajo? me dijo que no iría ese día porque tenía que pensar sobre si aceptaba o rechazada el ofrecimiento de diseñar la nueva sección del museo de Louvre en Francia.