Segunda vida para Amelie

Capítulo 6: "Honorable rey de Román"

Ahí estábamos, frente a frente, su mirada fría provocaba un escalofrío en todo mi cuerpo; no era nada nuevo, esta misma escena ya había ocurrido varias veces, pero en distintos escenarios. Lamentablemente, había algo que nunca cambiaba... Mis lágrimas.

No importaba la cantidad de veces que hemos tenido una discusión como esta, nada de eso importaba, a él no le importaba, de hecho, nunca le ha importado lo que pueda pasarme, jamás a mostrado una pizca de interés por mi, pero ya era suficiente, dieciséis años eran más que suficiente.

—¿Por qué no me quieres? ¿Hice algo malo? ¿Qué... —Caí de rodillas frente a él, mi vista estaba borrosa por las lágrimas, mis ojos se sentían pesados, apoye mis manos en el suelo en forma de súplica. ¿—...fue lo que te hice? ¿Es porque yo no soy ella?, ¿verdad? —Su postura era rígida, fría como el hielo, él era capaz de intimidarme. —Toda esta distancia es porque no soy Adelaida, ¿verdad? —Hice una pequeña pausa para poder atreverme a mirarle a los ojos, aquellos ojos que jamás me han demostrado ni una pizca de cariño, no si se trataba de mi. —¿Es por ello que no puedes hablarme con cariño? ¿Es por ello que no puedes sonreír junto a mi? Todos estos años, lo único que busqué fue tu cariño y aprobación... —Intenté secar mis lágrimas, pero no importaba, no iban a dejar de caer.

—¿Eso es todo?... —Ladee mi cabeza en forma de duda. —Tomare tu silencio como una confirmación. —Se inclino hacía mi, quedando a mi altura. —Lo dije hace años y lo volveré a hacer... Yo jamás te voy a considerar mi hija, no importa lo que hagas, nada va a cambiar lo que siento por mi o debería decir, nada ni nadie va a lograr que pueda verte como mi hija. Nunca me has importado, permití que siguieras con vida solo porque fue el ultimo deseo de tu madre.

Hizo una pequeña pausa antes de levantarse y darse media vuelta, dio unos pasos antes de detenerse para volver a mirarme.

—Espero que te haya quedado bien claro, Amelie. —Iba a decir algo más, pero se detuvo, aún así a ultimo momento volvió a abrir su boca. —Aunque mi vida dependiera de ello, jamás podría ser capaz de sentir una pizca de cariño hacia ti. —Tan cruel y directo como siempre, sus palabras se sentían como agujas pinchando mi pecho, ya estaba cansada, no podía seguir viviendo así.

—¿Por qué?... ¡YO IGUAL SOY TU HIJA! ... Te conocí primero que Adelaida, pase mucho más tiempo contigo que ella, soy tu primera hija... He sido la número uno en todo lo que ha estado a mi alcance, hice lo imposible para obtener alianzas políticas a una corta edad... Soy tu hija... Hice lo mejor que pude para ganarme tu cariño... Se supone que tendrías que quererme... También soy tu hija... —Mis labios temblaban, me sentía demasiado mal, quería salir corriendo de aquel lugar, pero creo que me sera imposible ponerme de pie.

—Deja de humillarte, no te voy a considerar mi hija, sin importar lo que hagas... Recuerda que solo sigues viva por un favor que le hice a Diana y mi paciencia es limitada, si sigues comportándote de esta forma, no dudare de hacer que acabes igual que ella, llegado a este punto no me interesa lo que pueda suceder contigo. —Soltó un suspiro. —Sin embargo, te daré un consejo... Deberías aprender a mantener tu orgullo y compostura. 

En mi interior, sabía que mi madre termino en aquel escenario infernal a causa del color de mi cabello o quizás fue por mi físico en general, es decir, sé que odia mi cabello, me puede odiar a mi, pero con mi madre es distinto, tengo pruebas de que él si la amaba... Todo era perfecto hasta que llegue yo. Mi nacimiento arruino sus vidas, todo se desmorono por el tono de mi cabello, quizás por eso quería a Adelaida, ella sí se parecía a él, mismo tono de cabello, tez y ojos, ellos sí lucían como padre e hija. ¿Todo mi sufrimiento y humillación se debían a que no nos parecíamos? ¿Es posible eso?

No podía seguir soportando todo esto, me sentía demasiado mal, mis pensamientos iban de un lado a otro, lo cual me provocaba dolor de cabeza, me abrace a mi misma, mis latidos habían aumentado, mi pecho dolía demasiado, quería salir corriendo de ese lugar, comencé a sentir que no podía respirar, mis manos temblaban al igual que todo mi cuerpo, quería que alguien me ayudara, no, necesitaba que alguien me ayudaba, todo era muy frustrante, no podía mantener el control de mi misma, ni siquiera podía controlar mi respiración, era como si me faltara el aire, sentía un profundo dolor en mi pecho, mis lagrimas seguían cayendo por mis mejillas, no me sentía bien. No sabia que me estaba pasando, estaba muy confundida, poco a poco, todos aquellos síntomas se mezclaron entre sí, era como si no fueran a acabar nunca. 

Quiero que alguien me ayude. Por favor.

El rey se quedo mirándome, en completo silencio, sin hacer nada para tranquilizarme, solo estuvo ahí, hasta el final.

 

Desperté de golpe, asustada, ahogando un grito; no era la primera vez que tenía un sueño como este o mejor dicho una pesadilla, pero tenia que ser sincera sobre esto, ya no los consideraba simples malos sueños, eran algo mucho más grande que eso, eran recuerdos. 

Recuerdos de la vida original de Amelie, unos recuerdos horribles y lo peor es que se han hecho mucho más frecuentes, aunque, gracias a eso pude conocer mucho más a Amelie... Por desgracia, su vida había sido totalmente distinta a la que yo estaba viviendo, podría decir que en su vida reinaba la tragedia y el temor, todos estos recuerdos me hacían preguntarme sobre cuan asustada debió de estar. 




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