Segunda vida para Amelie

Capítulo 7: "¡Tu niña insolente!"

Fue un viaje largo. Oliver parecía nervioso y eso no me tranquilizaba. Cuando llegamos a lo que desde ahora sería mi casa, no sabría como expresar lo que sentí. 

Un caballero nos estaba esperando en la entrada, parecía amable pues nos saludo con una sonrisa, eso sin duda alivio el peso que sentía en mi pecho; temía que nadie fuese amable conmigo. Oliver y aquel caballero, se saludaron como viejos amigos, es decir, un fuerte apretón de manos antes de darse una clase de abrazo. Debían de conocerse desde hace mucho.

Al entrar al castillo, una corriente fría recorrió todo mi cuerpo. En cinco años, nada había cambiado. Los muebles, las alfombras, las grandes lámparas de cristal, todo seguía siendo igual. Incluso el ambiente frió y solitario, aunque debo admitir algo, no importaba que el salón estuviese lleno de cuadros de cada integrante de la familia real, no afectaba en nada lo cómodo y lujoso de cada objeto que adornaba aquel lugar, nunca se podrá asemejar en lo más mínimo, a un hogar.

Desvié mi mirada de todos los objetos, podía analizarlos uno por uno y describir todos sus detalles, pero había algo mucho más interesante que hacer aquello. Rosemary estaba a la mitad de la escalera. Sus brazos estaban cruzados, su ceño estaba fruncido y sus labios rojos hacían una mueca. 

Su vestido rojo con bordes dorados, era una mezcla elegante, pero común y simple. Es decir, al verla lo primero que se te viene a la cabeza es una de las alfombras del palacio del mismo color. De hecho, ella estaba sobre una, la que decoraba la escalera, ¿siquiera se habrá dado cuenta? 

Le hice una pequeña reverencia por cortesía, pero ella actuó totalmente diferente, pues soltó un bufido en forma de burla, camino directamente hacía mí aunque en el ultimo momento, se giro hacia ambos caballeros.

—¿Qué hace ella en este lugar? El rey, mi esposo, esta demasiado ocupado como para recibir esta clase de visitas.

—De hecho, fue el mismo rey quien solicitó que viniera, tiene un asunto que atender con la princesa Amelie, la primera flor del reino de Román. —Fue el amigo de Oliver quien respondió a la reina, ella por su parte, parecía sorprendida aunque intentara no demostrarlo.

—Uhm... Es curioso, el rey no me ha comentado nada sobre esto —lo decía como si él estuviese mintiendo— de cualquier forma... —hizo una breve pausa— si realmente fue una decisión del rey, no puedo hacer nada... Sin embargo, me será imposible estar tranquila sabiendo que ella esta recorriendo el castillo, así que, le prohíbo la entrada a las habitaciones reales... —Subió una de sus manos a su pecho y desvió su mirada a la izquierda. Daba la sensación de que estaba teniendo un pequeño debate consigo misma. —Me entristece decir esto, pero quiero que se aseguren que ella jamás va a ver a mi hija, no por ahora, es solo una bebé indefensa y tomando en cuenta las acciones de su madre... Solo quiero velar por la seguridad de mi hija, me angustia pensar que ella puede ser igual a Diana... —Les hizo un gesto a los caballeros. —No me malinterpreten, solo no quiero cometer el mismo error dos veces... No volveré a darle la espalda a nadie, sobre todo cuando esa persona tiene sangre de asesina corriendo por sus venas. 

Ella hizo una pequeña pausa antes de seguir hablando.

—Casi lo olvidaba, también tiene prohibido entrar al museo, al salón de los cuadros y a cualquier otra habitación que posea joyas valiosas, incluyendo, nuevamente, las habitaciones reales. En los reinos vecinos, han habido varios casos de robos e incendios, no es de sorprender que los culpables siempre tengan un cabello de ese color, un tono tan rojo que asemeja al fuego del mismo infierno. —Luego de tal monologo, soltó un suspiro cansada. —En fin, creo que eso es todo lo que tengo que decirles.

Pude ver como Oliver apretaba sus manos, convirtiéndolas en puños, estaba molesto. Aunque es imposible no estarlo, ella podía ser la reina, pero eso no quitaba la gran cantidad de estupideces que acababa de decir. No existía ninguna justificación para atacarme de esa forma. 

—Espero que pueda disculparme por lo que estoy a punto de decir. —Ella bajo su mirada hacia mí con curiosidad, me hizo una seña para que hablara. —"Existen tres acciones que son capaces de hundirte como persona: hablar mucho cuando conoces poco, gastar demasiado cuando no posees nada y por ultimo, presumir de tus riquezas cuando realmente no vales nada". —Hice una pequeña pausa para ver su reacción. —¿Alguna vez había escuchado algo similar, su alteza?

La reina estaba en completo silencio, sus mejillas poco a poco se tornaron de rojo, lucia avergonzada y molesta a la vez. Por otro lado, ambos caballeros no pudieron evitar reírse de la situación, estuve muy cerca de imitar su acción, pero me quede complemente quieta al ver una sombra bajar por las escaleras. 

—¡Tu niña insolente! —Alzó su mano y por un segundo creí que me iba a golpear, pero Oliver fue quien detuvo su mano en el acto, si no fuera gracias a él... ¿Ella realmente me hubiera golpeado?

La sombra se hizo cada vez más clara, era el rey. 

—¿Quién te crees que eres para ponerme tu sucia mano encima? Tu, haz algo, inservible caballero... —Se movía de un lugar a otro, intentando zafarse. —Haré que te maten si no me sueltas.

Sin lugar a dudas, amenazar de muerte a la mano derecha y mejor caballero del rey, en la presencia del mismo, no le iba a llevar a nada bueno. Me sorprendía que ella aun no notara la presencia del rey, siendo que él estaba solo a unos pasos de ella.




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