Y el verano llegó.
Durante todo ese tiempo, nada cambió lo suficiente como para mencionarlo, es decir, mi relación con el rey se había mantenido intacta, no es como si estuviéramos todo el día juntos, pero tampoco me ignoraba. Era un punto medio entre los extremos de tomar té en el jardín durante las tardes y no conversar de nada más importante que las acciones mundanas de cada uno. Él hablaba de su trabajo y yo de mis estudios.
No quería admitirlo, pero realmente me gustaba pasar el tiempo con mi padre... No recuerdo desde cuando comencé a llamarle de esa forma en mis pensamientos, claro está que jamás lo diría en voz alta, quería evitar cualquier acción que arruinara nuestra extraña relación. Podría ser absurdo y quizás realmente lo era pues, me conformaba con algo tan simple como tomar el té juntos, eso sí, con una menor cantidad de dulces, pues al fin de cuentas, era por mí que los postres acompañaban nuestras tardes. De hecho, MaryAnn era quien los preparaba junto a los cocineros reales y eso un completo alivio, pues realmente le extrañaba.
El motivo para que ella estuviera aquí era... No sabría cómo describirlo pues me dejaba algo confundida con respecto a mi relación con mi padre. Fue mientras vagaba por los pasillos del castillo, aquella noche no podía dormir y pensaba que cansarme físicamente ayudaría con mi falsa de sueño. En eso, escuche la voz de Oliver...
—A pesar de que siento que es demasiado apresurado... Deseaba agradecerle, su alteza, puedo ver que ha cambiado.
—¿Agradecerme? Discúlpame, pero no logro entender el motivo para ello... No he hecho nada que merezca un agradecimiento de tu parte.
—Oh no, su alteza. No ha hecho nada por mí, lo digo en el nombre de la princesa Amelie... —Tomó un pequeño descanso antes de hablar. —Fue un lindo gesto, todos los sirvientes del castillo de invierno le tienen un gran aprecio a la pequeña princesa y...
—No confundas las cosas, Oliver. —Le interrumpió. —Soy un rey, siempre estoy atento a las necesidades de mi pueblo y hago todo lo que está en mis manos para que puedan vivir cómodamente; eso fue lo que hice por Amelie... Se podría tomar como mi Noblesse oblige.
A pesar de sus palabras, había algo en su tono de voz que me hacía creer que su motivo no era ese realmente, la Noblesse oblige era solo una excusa, puede que solo lo esté malinterpretando por el poco tiempo que he pasado junto a él.
—Te conozco desde hace años, no puedes mentirme, no a mi Malcolm... no utilices tu "Noblesse oblige" como una máscara contra lo que no eres capaz de admitir. Cabe decir que debes evitar cometer el mismo error dos veces... A veces ocultarse frente a la justicia no es la decisión correcta, ¿eres consciente de eso, ¿no? —Su tono de voz era serio, frío, nunca había escuchado a Oliver de esa forma, daba la impresión de que sus palabras fueran cuchillos y ello le diera igual, el rencor de sus palabras no se podía ocultar.
—Oliver, ten cuidado con la forma en la que me hablas... Puedes conocerme desde mi infancia, pero eso no quita el hecho de que sea tu rey, debes respetarme a como dé lugar -no dijo nada por unos segundos- hay cosas que no me gusta hacer, pero debo de hacerlas de igual manera, alguien debe hacer lo que a nadie le gusta y esa persona siempre es quien está al mando. Yo soy quien debe velar por la seguridad y tranquilidad de todos... —Se quedó callado por un minuto, su tono de voz era triste, aunque eso no le quitaba lo sereno y frío de sus palabras. —Con Amelie es exactamente igual, la he reconocido como mi hija y es por ello que debo preocuparme por su bienestar y seguridad, eres su caballero... ¿No piensas de la misma forma? —Hizo una larga pausa. —Siempre voy a cuidar de cada persona de mi reino.
—¿De cada persona? —Oliver soltó una risa sarcástica. —Diana también era una persona de este reino, de tu reino y no fuiste capaz de realizar un juicio justo ¡Mucho menos de defenderla y cuidarla como tanto te jactas que haces! —Estaba molesto, nada ni nadie podría negarlo, no en ese momento. —¿Cómo te atreves a decir que: siempre vas a cuidar de cada persona de tu reino? Sobre todo, cuando no fuiste capaz de proteger a la persona que amabas... A tu esposa.... Tu deber era protegerla ante cualquier circunstancia, debes proteger a tu familia, no a aquella mujer que ahora ocupa su lugar. —Sonaba frustrado y sus palabras viajaban cada vez más rápido. —¿Acaso no lo entiendes?... No pensaste con sensatez al dar una orden tan cruel por creer lo que sea que te haya dicho esa mujer. Puedes sentarte sobre el trono todo lo que quieras, pero ello no te quita lo injusto que fuiste, lamento decirlo, pero jamás vas a ser como tu padre y mucho menos vas a poder igualar a Diana, no cuando ella sí fue capaz de guiar y proteger al reino en los momentos más críticos, ¿acaso debo de recordártelo? ¿Debo de decirte cuantas noches pasó en vela mientras realizaba el trabajo que te pertenecía a ti? ¿Tengo que recordarte todos los informes y tratados que escribió mientras hacías viajes políticos a los reinos cercanos? ¿Acaso olvidaste la cantidad de burlas que recibió por parte de la alta sociedad por no ser de "sangre noble"? ¿Realmente es necesario que yo te recuerde por todo lo que ella paso?
—¡Oliver! Ya es suficiente —Fue casi un grito, sonaba furioso. —No te voy a permitir que me hablas de esa forma... A la próxima que te atrevas yo...