Siempre fue así, tres pasos delante de mí, no importaba cual fuese la situación, él debía de ir delante de mí siendo el centro de atención, mientras tanto, yo debía permanecer en la sombra, aquella sombra que me absorbía lentamente con cada día que pasaba.
Nunca podría estar a su altura, no importaba mi pasado o mi sangre, aunque no me gustaba pensar en ello, mi sangre no tiene valor y jamás lo iba a tener, pues solo soy la "esposa", incluso mi nombre no tenía importancia.
Él jamás me permitió estar a su altura y yo nunca intente alcanzarlo, no había sido criada para ello. No. Yo si había sido criada para ser algo más... Me pregunto cuando dejé de serlo, en que momento me convertí en esto: la esposa que camina tres pasos atrás. Ahora que lo pienso, siempre fue así.
Todo inicio con mi padre, con el rey, nunca pude obtener su cariño, nunca fui suficiente para él, no importaba nada de lo que hiciera, ni todas las humillaciones por las que pasé, jamás podría hacerme notar ante sus ojos, incluso ahora, pero esto no se trataba de mí, esta vez era distinto... Me daba igual todo lo que él podía hacerme, pues yo solo quería saber dónde estaba mi hijo.
Es por ello que no dudaría en volver a humillarme, no dudaría en hacer hasta lo imposible con tal de que pudiera saber dónde estaba, solo quería saber eso.
No lo pensé dos veces y corte aquellos tres pasos de distancia que siempre estuvieron delante de mí, me sostuve con fuerza de su traje, aquel traje que compré por sus hermoso bordado, por la delicadeza que irradiaba, sabía que no debía pensar o recordar los detalles de mis regalos, pues siempre terminaban en la basura.
—¿Dónde está? —Aunque estaba quieto, sabía que no me estaba prestando atención. —¡Christopher! Por favor, solo te estoy pidiendo que respondas.
—Amelie... ¿Por qué me haces repetir las cosas? —Lo decía con aquel desprecio que hace algunos meses me hubiera hecho trizas, pero yo no era la Amelie de aquellos meses, no en este momento. —Te lo dije antes y lo volveré a hacer, así que espero que escuches bien: no sé de quién me estás hablando. —Se había volteado antes de hablarme, sus últimas palabras las dijo de una forma tan pausada, como si yo no fuera capaz de entenderlas, pero es que era cierto, yo NO era capaz de entenderlas, jamás lo haría, porque sabía que estaba mintiendo.
—Estoy hablando de nuestro hijo... —Mi voz estaba a punto de romperse. —¡NUESTRO HIJO! —Su silencio perduro por unos minutos y ello me impulso a seguir hablando. —Quiero saber dónde está... Tuve un hijo, solo pido saber dónde está... Es la primera y la última vez que te voy a pedir algo... Por favor, solo dime donde esta... Es solo un bebé...
—Amelie, recobra tu compostura... Cualquier persona que te viera diría que estas teniendo una crisis de histeria, ya es tarde y no tengo el ánimo para soportarte.
Muy tarde de mi cuenta de que jamás podría entenderle y que todo esto había sido mi culpa, por no ver las señales antes, su comportamiento no podía sorprenderme ahora, no luego de que todos los años hayan sido de esta forma, nunca me respeto, no lo hizo de pequeño y mucho menos podía esperar que lo hiciera luego de veinte años.
—No. —Me negué firmemente.
—¿No? ¿Te estas negando? —Alzo una ceja mientras se cruzaba de brazos. —Amelie, no te estoy preguntando... Es una orden, ve a dormir, tengo mucho trabajo que hacer... —Se dio media vuelta y comenzó a caminar en dirección a su oficina, su indiferencia ante lo que más me importaba, era una de las cosas que más odiaba de él, pero esta vez no lo dejaría pasar.
Esta vez no podría quedarme callada, no iba a permitirme pasar una noche más atormentada por no saber dónde estaba mi hijo, nadie en este lugar me quería ayudar a encontrarlo, no me importaba el cómo fui criada y el para que fui criada, hice lo correcto durante todos estos años, nunca me queje y nunca pedí algo, soporte todo lo que podía e incluso mucho más, el cansancio y la frustración de esta situación solo empeoraba todo.
No podía seguí con esta farsa, no iba a volver a sonreír mientras fingía que nada paso, debía de hacer algo, no me iba a quedar quieta en este momento, iba a dejar todo el pasado atrás, solo necesitaba a mi hijo, era lo único que quería.
Sequé mis lágrimas antes de correr hacia él, por primera vez en mi vida le hice dar media vuelta con fuerza, debía de hacerle frente a todo y él iba a escucharme le gustase o no.
—No te atrevas a pensar que puedes seguir actuando de esa forma, no pienso volver a permitirlo. —Se cruzó de brazos mientras me miraba de pies a cabeza.
—Bien, te escucharé. —Lo dijo de tal forma, que parecía que le estaba obligando a escuchar una larga y aburrida charla. Siempre lograba que pocas palabras fueran lo suficiente para lastimarme.
—Tuvimos un hijo y no voy a permitir que lo sigas negando, quiero que me digas donde está en este momento. Necesito saberlo. —Era la primera vez que le estaba pidiendo algo firmemente, pero él solo negaba con la cabeza, como si me estuviera recriminando con la mirada. —No, no te atrevas a negarlo... No puedes seguir negando las cosas... —Una risa seca escapo de sus labios.
—¿Seguir negando cosas?