Desperté dando un grito, por un segundo me sentí perdida, como si no supiera donde estaba; los recuerdos de mi vida pasada y las memorias de la Amelie original daban vueltas por mi cabeza como si se trataran de autos chocadores.
No podía evitar sentirme mal por ella, es decir, solo era una niña que buscaba amor, lamentablemente, estuvo rodeada de personas que nunca serían capaces de quererla. Claro está que, su madre fue la única que le brindo el cariño que ella realmente necesitaba, pero fue asesinada antes de poder enseñarle a su hija a amarse a sí misma.
Luego su padre dio su mano en matrimonio solo para mantener una alianza política-comercial. Para mi mala suerte yo no estaba mejor que ella, de hecho, estoy en la misma situación.
Aquella pesadilla fue horrible, se había sentido tan real que mis lágrimas habían traspasado el sueño, estaba abrumada por todo ello, fue demasiado para mí. Incluso, aún era capaz de sentir aquella presión en el pecho, aquel nudo en mi garganta, la desesperación, la ira, el desprecio, todas aquellas emociones vinculadas a una sola persona.
Cuando levante mis manos para secar mis lágrimas, me percaté de que en una de ellas sentía un pequeño peso, como si algo la atara, a los segundos me di cuenta de que Christopher estaba tranquilamente dormido junto a mí, sosteniendo una de mis manos, mi cuerpo instintivamente se alejó de él lo más rápido que pudo.
Por increíble que sonara, aquel chico que parecía un ángel al dormir, con los años se transformaría en un demonio y no se conformaría con llevar una vida de pecado, sino que, traería el mismo infierno a su hogar. Ello me hacía recordar las historias de ángeles caídos, los cuales eran realmente ángeles expulsados del cielo por desobedecer o rebelarse contra los mandatos de Dios.
Baje de la cama con cuidado, no quería despertarle... No luego de la pesadilla que acababa de tener. Caminé al balcón que estaba en una de las ventanas, fue cuando abrí las cortinas que me di cuenta de lo tarde que era, lo curioso es que, a pesar de solo estar solo en camisón, no tenía frio.
Ladee mi cabeza al darme cuenta de que solo estaba en camisón. ¿En qué momento me cambie de ropa? No puedo recordar que sucedió luego de aquella pesadilla, aunque no debía de crear una película en mi cabeza, lo más probable es que Jane me haya cambiado de ropa al desmayarme. Sería tonto pensar que Christopher se atrevería a hacer algo así.
Aunque si realmente fue Jane, ¿Cómo es posible que me dejara dormir con alguien que apenas conozco? Me molestaría saber que estaba durmiendo en alguna habitación mientras yo estaba durmiendo junto a un futuro asesino.
Negué con la cabeza para quitar aquellos pensamientos, no debía de agregar más ideas a mi cabeza, no por ahora, debía de pensar bien que camino deseaba tomar, es por ello que escale con cuidado la baranda del balcón, no era la primera vez que me sentaba en un lugar así, aunque era la primera vez que lo hacía en esta vida. En fin, siempre estuve atraída a este tipo de situaciones, es decir, un pequeño movimiento podría hacerme caer.
Escuche como se levantaba de la cama, podía escuchar sus pasos acercarse hacia mí.
—¿Piensas saltar? —Preguntó mientras apoyaba sus brazos en el barandal, sus ojos verdes estaban brillando gracias a la luz de la luna, no pude evitar recordar mi pesadilla, eran totalmente diferentes, el Christopher que tengo a mi lado luce como un ángel, en cambio, podría jurar que en mi sueño fue un demonio quien ocupaba su lugar. —No quiero arruinarte la idea, pero no morirás si saltas... Solo romperás varios de tus huesos.
Una pequeña risa escapo de mis labios ante su respuesta apresurada, ni siquiera había esperado a que yo respondiera su pregunta. Él ladeo su cabeza.
—¿Qué es lo que causa tu risa? —Acomodo su cabeza entre sus brazos, su curiosidad se podía notar desde lejos.
—Tus respuestas son la causa de mi risa, siempre son lo que nunca espero que digas, por raro que suene.
—¿Qué esperas que diga? —Pregunto sin parecer molesto. —Quizás debi decir: no saltes, no quiero que mi prometida muera el mismo día que la conocí.
—Si hubieras dicho lo último sonaría como una historia trágica y no son de mi gusto.
—Pues... —Se encogió de hombros. —Sería una historia trágica si es que decides saltar, así que te pido por favor que bajes de ahí. —Me extendió su mano y por un segundo me tente en aceptarla, pero no lo hice, no iba a aceptar su ayuda pues no quería terminar como la Amelie original. Es por ello que baje por mi propia cuenta.
—Gracias igualmente. —Mencione mientras arreglaba mi cabello, ahora que lo pensaba, debía de estar hecho un desastre o al menos, debía de lucir como la mitad de uno, él solo me quedo mirando. —Bien... Debería de irme a dormir, no me siento del todo bien y lo mejor es que vaya a mi habitación... —Me di media vuelta para caminar hacia la puerta, pero él me detuvo a mitad de camino sosteniendo mi mano.
—No creo que sea buena idea, nos asustaste a todos cuando te desmayaste, es por ello que pedí cuidarte. —Su confesión fue lo que más me sorprendió, sobre todo por lo bajo que lo dijo, como si no quisiera que escuchase, pero a la vez, quería hacerlo notar. —Además, tu fiebre puede volver, es por ello que no deberías estar sola.
—Agradezco su preocupación, alteza, pero ya me siento un poco mejor...