Aquel día me saque un gran peso de encima, podía sentirlo, sabía que gran parte de mis problemas iban a desaparecer gracias a mi decisión, lamentablemente no todo siempre resulta como uno espera. Llegar al castillo de mi padre me hizo recordar que todo lo que había hecho a escondidas de él, podría traer grandes consecuencias, sean positivas o negativas.
Baje del carruaje con cuidado, Oliver me estaba esperando a la entrada del castillo, sus brazos estaban cruzados, casi podía sentir como me estaba regañando con la mirada, no le había comentado nada sobre mi plan, pero podría jurar que él sabía perfectamente lo que había hecho.
Para bien o para mal, es muy difícil guardar secretos siendo una princesa, todos tenían los ojos en ti y aunque susurraras más de uno podía escuchar, al tiempo me acostumbre a ello, pero en esta ocasión sabía que no se debía a algún sirviente chismoso, algo me decía que fue mi padre.
—Amelie, el rey te está esperando en su oficina y te advierto que no parece estar de muy buen humor, así que ve preparando una buena excusa. —Podía notar la preocupación en su voz, asentí con la cabeza antes de entrar, no me iba a retractar de mi decisión, sobre todo luego de haber hecho todo el espectáculo que hice para cancelar el matrimonio, pero aun así estaba preocupada, mi padre era de temer.
Fui a su oficina a paso lento, no quería afrontarlo tan rápido, me dedique a observar cada detalle del pasillo, desde los cuadros hasta las lámparas, sin darme cuenta llegue a la oficina mucho antes de lo que esperaba, entre luego de dar tres pequeños golpes.
Mi padre estaba despierto y sentado de brazos cruzados, no lucia molesto, más bien podía decir que estaba desconcertado, me miro de pies a cabeza antes de ofrecerme asiento frente a él.
—No creo tener que explicarte que acabas de hacer. —Fue lo único que dijo, asentí con la cabeza, él estaba jugando con la carta que le había dejado.
—Hay una explicación para todo lo que hice, no actué sin motivo o por capricho.
—Estoy seguro que no, eres demasiado inteligente como para actuar por impulso, pero necesito que me des tus verdaderos motivos... No soy capaz de creer lo que está en esta carta. —Dijo a la par que comenzaba a romperla en pedazos.
—No entiendo, ¿Qué esperas que diga? Todo estaba en esa carta.
—No creo que sea todo, quiero la verdad, adular a Adelaida y dar como motivo la relación que tiene ella con Christopher no me parecen suficientes.
No tenía la menor idea de que decirle, no podía explicar que Christopher iba a maltratarme cuando me casara con él, porque acabo de hacer que Adelaida se comprometa con la misma persona, aunque fueran historias diferentes y el trato con cada una iba a ser distinto.
—Yo me quiero disculpar por lo que voy a decir, pero... —Tome un respiro antes de seguir hablando. —No quiero terminar como mi madre. —Fue un golpe bajo, pero tenía que hacerle notar que no era una tonta, sabía perfectamente por lo que había pasado mi madre y yo me negaba a sufrir la misma humillación. —Sé que Christopher no quiere casarse conmigo realmente, él tiene a una persona especial y prefiero que su compromiso sea con ella, padre, no quiero estar atada a un matrimonio que no me hará feliz, mucho menos si es solo para una alianza entre dos reinos.
—¿No piensas que Adelaida es demasiado pequeña?
—Claro que no, me gustaría recordarte que mi compromiso se realizó mucho antes de que yo naciera, además, jamás se me dio la oportunidad de negarme o ¿necesito recordarte la forma en que me comentaste sobre el casamiento?
—Estas siendo algo dura, ¿No crees? —Negué con la cabeza.
—No creo que este siendo dura al decir la verdad, además, estoy segura que cambiaras de opinión al comentarle sobre el compromiso a Adelaida y espero que compares las reacciones de ambas. —Me levante de mi asiento para irme, no tenía nada más que decir, sabía que mi padre no quería una explicación realmente, ni siquiera podía entender el motivo de hacerme venir a su oficina. Si no me iba a regañar por mi decisión, no había razón para seguir frente a él.
Al día siguiente, los gritos de felicidad de Adelaida se escucharon por todo el castillo, sabía que iba a actuar de esa forma, era predecible, ella estaba emocionada porque se iba a casar con la persona que le gustaba y además iba a reinar, tal como quería su madre, era un ganar-ganar.
A los minutos pude sentir como entraba a mi habitación de golpe, sin preguntar, intentaba ocultar su felicidad.
—Por lo visto el príncipe Christopher ha tomado la mejor decisión, lamento que tu compromiso no haya funcionado, pero para ser sincera ambas lo veníamos venir, yo sabía que él se daría cuenta de lo valiosa que puedo ser como esposa.
Su ignorancia con respecto de quien había decidido cancelar el compromiso fue mi felicidad, realmente pensó que yo estaría destrozada porque Christopher haya "decidido" casarse con ella. No valía la pena decirle la verdad, si ella estaba feliz, significaba que yo podría vivir tranquila.
Por otro lado, no sabía que me haría feliz que ellos pudieran casarse, el amor que podíamos sentir Christopher y yo solo era toxico, estaba destinado a destruirnos como personas, sin dudas era una relación que nos quitaría la humanidad, nos haría sacar nuestra peor versión, aunque aún no entendía el verdadero motivo para ello, quizás solo algunas personas no están destinadas a estar juntas, pero no por ello debían de destrozarse entre sí. Tal vez hay cosas que no se pueden explicar.