Segundas Oportunidades

Capítulo 13: Impulsividad y Confusión

Dejé atrás a Lara y me dirigí directamente hacia la heladera, pero ella me siguió, manos llenas de masa y todo.

— No seas así... — se quejó mientras tomaba un largo trago de agua directamente de mi botella. — ¡Va a ser divertido! Hace mucho no salimos con las demás...

— No tengo ganas de salir a bailar, y menos luego de trabajar, ya déjalo. — me quejé volviendo a cerrar la heladera.

— ¡Lara! La masa — María se quejó mientras preparaba un merengue.

— ¡Voy! 

Desde que llegué que no para de insistir. Ni siquiera sé qué hace acá hoy, se supone que empieza el Lunes. Cada que voy y vengo entre entregas, ella corre a retomar la conversación, intentando convencerme de salir a bailar en la noche luego del trabajo.

Quizás por eso vino hoy, no tuvimos escuela y si me mandaba un mensaje, me era tan fácil como decirle no y apagar el teléfono.

Me conoce más de lo que me gusta admitir.

Dejé la botella vacía sobre una mesada y me acerqué a una de las dos neveras industriales para sacar el siguiente pedido conjunto, un pastel y una tarta de frutillas. Tuve que esquivar a Lara en cuanto me di la vuelta con las cajas en la mano. — ¡Lara, fíjate!

— ¡Lara, la masa es para hoy! — la voz de María se unió a la mía.

Roxana entró por las puertas dobles que dan al local, bandeja vacía en mano. — ¡No hay más polvorones!

La cocina es un caos.

Salí por la puerta y llevé las cajas hasta el compartimento añadido de la motocicleta, con el nombre de la pastelería al costado en color azul. Saqué mi lista del día de mi bolsillo para ver la dirección, pero Lara tomó mi muñeca y bajó mi mano, obligándome a verla.

— ¿Por favor? — rogó otra vez.

— Deberías estar trabajando. — me quejé.

— Volveré a trabajar cuando aceptes.

Negué con la cabeza, ya perdiendo mi paciencia.

— ¿Por favor? — Volvió a rogar. — Hace mucho no salimos, va a ser divertido, luego volvemos a mi casa, pasamos el fin de semana juntas las tres...

— Podríamos hacer eso sin ir a una discoteca. — rebatí.

— No es una discoteca per sé — admitió al final. —, es un lugar nuevo que abrió hace poco, es como un bar con música en vivo. Fui hace poco, es pequeño y me gustó mucho, quiero llevarlas...

Lo consideré por algunos segundos. Realmente no tengo ganas, preferiría llegar a casa y dormir, especialmente con el ritmo de mis días últimamente, pero sí es cierto que no salgo con ellas hace rato...

— Está bien... — cedí con resignación.

Soltó mi muñeca y levantó ambos brazos — ¡Sí! Ahora hay que convencer a Ro, a Lucía y a Lo.

Volvió adentro antes de que replicara. — ¡Si Ro dice que no, no voy! — le advertí de todas formas.

Volví la atención al papel en mi mano sonriendo, una vez tuve clara la dirección volví a guardarlo, me puse el casco y encendí la motocicleta.

...

Cuando me subí al auto con la pesada de Lara empujándome para apresurarme, ya comencé a arrepentirme de haber aceptado.

— ¡Hola Lucas! — Lo saludó con entusiasmo antes de meterse en el asiento trasero.

Mi hermano solo le devolvió un gesto con la cabeza, extrañado, antes de volver a conducir. Puedo ver a mi amiga mirándolo mientras conduce, tuve que apoyar el rostro en mi palma para ocultar la risa.

— ¿Todavía no perdiste mis llaves? — fue mi único saludo, le escuché bufar con hartazgo.

— Ya va una semana, ¿Y si mejor te callas?

Lara no tardó en volver a hablar. — ¿Por qué perdería tus llaves?

— Porque perdió las suyas y está usando las mías mientras tanto...

— ¿Y cómo las perdió?

Lucas me miró, no necesita hablar para que le entienda. A veces, Lara puede ser un poco abrumadora.

— Dejémoslo en que las perdió en el colegio haciendo cosas que no debería hacer en el colegio, y si va a buscarlas se va a meter en problemas.

— ¿A casa entonces? — preguntó mientras acomodaba el espejo retrovisor, cambiando de tema súbitamente.

— Síp — me volteé a verlo. —, preparo una mochila y luego nos llevas hasta casa de Lara, así que me esperas en el auto afuera.

Le vi fruncir el ceño. — ¿Desde cuándo soy tu chofer que no me enteré?

— Desde que usas mis llaves, y menos mal que tengo una llave de repuesto para el auto en las mías.

Lara rió en el asiento trasero. — Vamos a salir en la noche a bailar, podes unirte si querés.

De inmediato me di la vuelta y la miré con reproche, pero ella sólo se recostó contra el asiento y se encogió de hombros.

— Suena bien, pero no, voy a pasar la noche con mi novio — mi hermano contestó distraído.

No necesito mirarla para saber que mi amiga de seguro tiene cara larga. A este punto si mi hermano todavía no se dio cuenta del enamoramiento que tiene Lara con él desde los trece, no creo que lo note nunca.



#21684 en Novela romántica
#4180 en Joven Adulto

En el texto hay: romance, drama, amor

Editado: 26.06.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.