Segundas Oportunidades

Capítulo 14: Kerdyn

Cuando los asaltantes se van corriendo las personas se comienzan a levantar, pero vuelven a tirarse al piso cuando se escuchan un sin números de disparos, lo más seguro es que sean disparos al aire para asustarnos y que no nos levantemos y así evitar ver cómo y hacia donde se van.

Un momento después, cuando todo lo que se escucha es silencio, muchos se levantan y yo hago lo mismo.

–Vamos, nena, ponte de pie. _Le digo a Anna. Le extiendo la mano para ayudarla y ella la agarra y se impulsa hasta estar de pie.

Su rostro luce pálido y su cuerpo tiembla con pequeños espasmos. Rápidamente la abrazo para evitar que colapse y para que se apoye en mi.

–Tranquila, nena, ya pasó todo. _Murmuro sosteniéndola un poco más fuerte. Ella pasa sus brazos por mi cintura y nos quedamos así mientras muchas de las otras personas se van apresuradamente.

Anna y yo decidimos ser de los pocos que se quedan a esperar la policía y así declarar. Sé que lo más seguro es que no los capturen, nadie pudo verles el rostro debido a que tenían puesto un pasamontañas, pero es mejor declarar y denunciar a que ellos queden impunes y se salgan con la suya sin ni siquiera una orden en su contra.

Cuando siento que Anna está un poco más calmada y relajada decido darle la buena noticia.

–Ven, acompáñame. _Le digo. La tomo de la mano y la llevo al auto que se robó mi corazón.

–¿Todavía piensas comprarlo? _Pregunta con sorpresa. 
Seguro pensó que haría como las demás personas, que se fueron abandonando la idea de comprarse un coche.

–Claro. _Respondo sonriendo. –Pero no es por eso que te estoy trayendo hasta aquí...

Cuando estamos frente al auto, abro la puerta del lado del copiloto y abro la guantera esperando que ninguno de los trabajadores del concesionario me regañe.

Dentro de la guantera están los celulares de nosotros y mi billetera...

Con una sonrisa emocionada Anna toma su celular y lo enciende para revisarlo.

–¿Pero, cómo hiciste para esconder esto sin que se dieran cuenta? _Pregunta levantando la mirada del celular. Sonrío recordando antes de decirle:

–Como te desmayaste, me ordenaron que te sacara del auto y que nos sentáramos en el piso así que cuando rodee el auto para llegar a ti, fingí que se me dificultaba sacarte, pero en realidad estaba escondiendo nuestras cosas. _Relato y recuerdo lo nervioso que estaba por el miedo a ser descubierto. Abro mi billetera y le enseño que todo está adentro, mi identificación, tarjetas bancarias, y billetes de alta denominación. –Solo saqué unos cuantos billetes por si me pedían que diera lo que tenía, y eso, junto con el reloj, fue lo que di.

–Vaya. _Dice sin creerse que pude salirme con la mía.

Ella se sorprende por mi pequeño plan, pero yo... yo me sorprendo de lo que sentí al ver el peligro que corríamos. El miedo que sentí y no por mí, si no por ella, por Anna.

–Vaya tú... me asusté mucho al ver que te desmayaste. _Me acerco más a ella y tomo su cabeza en mis manos sintiendo la imperiosa necesidad de tocarla, de sentirla cerca. –Por un momento, creí que te perdería, y me dolió aquí. _Me toco el pecho, señalándolo y nos miramos fijamente.

–Lo siento por asustarte. _Susurra con su mirada perdida en la mía.

¿Asustarme? Eso le queda pequeño a lo que sentí.

–Oh, nena. No me asusté, sentí pánico. _Trago fuerte cuando esas palabras salen de mi boca. No tuve ni que pensarlas, solo las dije porque es la pura verdad. –No quiero ni puedo perderte. _Susurro obnubilado. Me acerco más a su rostro hasta que nuestro labios están a unos pocos centímetros.

La voy a besar. Quiero besarla. Pienso.

Observo sus labios pintados de rojo, el inferior un poco más gordo que el superior y de repente no se me antoja nada más que probar su dulce boca.

–Estás comprometido. _De repente la escucho decir esas palabras que caen en mi como un balde de agua fría.

¡Wendolyn!, pienso alterado.

Respiro hondo diciendo una maldición por lo bajo al reaccionar y darme cuenta de lo que estuve a punto de hacer.

Casi beso a Anna, de hecho, quería comérmela a besos.

Aún con su cabeza entre mis manos la miro directo a los ojos y siento un aleteo en mi corazón, mismo aleteo que sentía en la universidad cada vez que la veía.

Anna. _Pruebo su nombre en mis labios al pronunciarlo y sí, se siente con el mismo significado que hace cinco años.

En lo único que pensaba durante el asalto era en protegerla, en que no podía perderla de ninguna manera. La sentí en mis brazos, totalmente desvalida y quise guardarla en donde nadie pudiera dañarla y todo eso es justo lo que sentía por ella hace tiempo. Verla en peligro al desmayarse y durante el asalto, sentir que cualquier cosa mala podía pasarle me ha abierto los ojos. 

Sigo queriendo a Anna, sigo enamorado de ella como si el tiempo no hubiera pasado.

Miramos hacia las ventanas cuando las sirenas suenan cerca y varios autos de policía estacionan frente al concesionario.

Me enfoco en Anna de nuevo y deposito un beso en su frente prometiéndome o más bien, prometiéndole en silencio que si ella aún siente lo mismo por mí o al menos puedo hacer que vuelva a quererme, haré hasta lo imposible por hacer las cosas bien y así poder estar juntos.

Con la promesa hecha, me separo de ella y la tomo de la mano.

–Vamos a declarar y salir de aquí. _Le digo. Quiero empezar a averiguar cuáles son sus sentimientos hacia mi, pero primero lo primero.

Nos dirijo hacia donde están los oficiales y uno de ellos nos intercepta cuando estamos cerca.

–Soy el detective Warren. ¿Ustedes son clientes del local? _El detective es un hombre de unos cincuenta años, es de raza negra, alto y fornido, luce su cabeza rapada y porta unas gafas de sol negras que hace imposible observar sus ojos. Viste un traje elegante, pero sin corbata.




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