Segundas Oportunidades

Capítulo 15: Anna

—Ven, te ayudo a montarte al auto, cariño. _Instalo a Tomy en el asiento para niños de mi coche y rápidamente me monto yo para empezar a conducir hacia la guardería.

Faltan cinco minutos para las ocho de la mañana, lo que significa que vamos súper tarde. Lo más probable es que cuando lleguemos la guardería ya esté cerrada y me tocará explicar el porqué de la llegada tardía, la cual se resume en dos palabras: Kerdyn Woolf.

Bueno, no es directamente su culpa…

Lo cierto es que es mi culpa. Ayer por la tarde, cuando estaba a punto de terminar mi día de trabajo, le envié un mensaje a Kerdyn preguntándole si estaba cansado o si quería salir a tomar algo o a cenar, me quedé esperando una respuesta suya hasta por ahí de las diez de la noche, con la esperanza de que se le haya pasado responderme y no me hubiera dejado en visto a propósito, porque si, él estaba en línea cuando le escribí, leyó el mensaje y no me respondió, así que pensé que probablemente estaba muy ocupado en su trabajo y me respondería en el transcurso de las horas, pero mientras más horas pasaban más fui perdiendo la esperanza. Para cuando el reloj de la sala de mi departamento marcó las diez en punto de la noche, me resigné, me hice un sándwich de mantequilla con jalea de fresa para cenar y le avisé por mensaje a Rafa, a quien le había pedido el favor de quedarse en mi departamento por esa noche para que estuviera al pendiente de Tomy, que ya no ocupaba que se quedara a cuidarlo porque Kerdyn no me respondió nada. Debido a eso me entró la inquietud de preguntarme por qué Kerdyn no me contestó, ni siquiera para rechazar la oferta, pero no, nada, no dio señales de vida, así que casi toda la noche me la pasé pensando en eso, recordando lo del asalto y preguntándome a la vez si sería apropiado aparecerme en su edificio mañana para lo de estrenar su auto nuevo. En eso habíamos quedado, pero su falta de respuesta me hizo cuestionarme si había pasado algo malo entre nosotros y yo no debería ir después de todo.

Para cuando logré conciliar el sueño eran las tres y media de la mañana, o al menos esa es la última hora que recuerdo haber visto en mi despertador, así que era lógico que por desvelarme me levantaría tarde, a las siete y once de la mañana para ser exactos. Debo admitir que de no ser por Tomy, que entró a mi recámara haciendo escándalo, diciendo que era tarde y que moría de hambre, yo aún seguiría acostada durmiendo como una morsa.

Cuando me despabilé un poco y vi la hora pegué tremendo grito y todo se volvió una carrera, me bañé logrando el récord de menos tiempo en la ducha, me mudé con una blusa color rosa palo de cuello redondo y mangas tres cuartos, un pantalón de tela blanca y unos tacones rosa palo de tacón pequeño, pero fino. No me dio tiempo de hacerme algún peinado, simplemente agregué un poco de crema para peinar, cepillé mi cabello y lo dejé suelto para que se seque naturalmente... espero que no agarre mucho frizz y se vuelva un nido para pájaros.

Gracias a Dios casi siempre tengo alguna comida lista en el refrigerador así que verifiqué y tenía avena con manzanas y bananos en reposo, cocine dos huevos revueltos en el sartén y preparé café y jugo de naranja para Tomy y listo, en menos de cinco minutos tenía el desayuno preparado.
Después de desayunar nos lavamos los dientes y salimos casi corriendo del departamento.

 

Aparco frente a la guardería como la mayoría de los días y la veo completamente cerrada. No quiero tener que dar explicaciones a la directora del lugar, es muy estricta y sé que me hablará de como ella lo único que pide a los padres es que sean responsables con sus hijos y con la institución y bla, bla, bla... rápidamente se me ocurre una idea y asintiendo para mi misma busco mi celular en el bolso que dejé en el asiento de copiloto.

–¿Mami, vamos a bajar? _Pregunta Tomy. Lo veo por el espejo tratando de quitarse el cinturón de seguridad.

–En un momento, cariño, voy a llamar a Sara. _Busco su número en mis contactos y le marco. –¡No te quites el cinturón! _Advierto rápidamente. Oigo los timbrazos de la llamada y verifico que Tomy no siga tratando de quitarse el cinturón.

–¿Bueno? _Susurra Sara. –¿Anna?

–Si, soy yo. Lamento llamarte a esta hora, sé que probablemente ya estás en tu clase, pero a Tomy y a mi nos agarró tarde y quería saber si puedes salir y dejarlo entrar. Sé que el reglamento dice que si uno llega tarde debe presentarse donde la directora, pero...

–...pero no quieres que te dé la cantaleta de la responsabilidad y todo eso. _Me interrumpe conocedora de la razón.

–Así es. Por favor, por favor, ¿ayúdame si? _Le suplico, cruzando los dedos de las manos.

–Por supuesto que si, pero con una condición... _Su voz se vuelve pícara y ya sé por donde va.

–¿Se trata de Rafa, cierto? _La cuestiono con una sonrisa.

–Así es. _Dice determinada. –Quiero que me consigas una cita con él, ya sabes que lo he invitado, pero siempre se excusa con alguna cosa. Yo sé que si salimos y me conoce un poco más, puedo llegar a gustarle, pero tu primo es difícil.

–De acuerdo, haré lo que pueda para conseguirte esa cita. _Suelto con una carcajada. Sara es imparable, cuando quiere algo, no lo deja hasta intentarlo todo.

–Bien, bien. Ya salgo y les abro el portón. _Su voz vuelve a ser ligera y risueña como siempre, ahora que ya cerramos el trato.

–Ok. _Contesto y cuelgo.

Salgo del auto y voy a ayudarle a Tomy. Le desabrocho el cinturón y lo ayudo a bajar.

–Sara vendrá por ti, cariño. Por dicha no tendremos que ir donde la directora. _Le digo mientras caminamos hacia el portón.

–Que dicha, mami, ella me da miedo. _Tomy se sacude con pequeños temblores para reflejar su punto.

–¿Miedo? ¿por qué? _Le pregunto extrañada de su reacción.

–Los niños dicen que si uno se porta mal y lo mandan a la dirección pasan cosas feas. _Levanta su cabeza para verme y su expresión es seria. –Dicen que hay niños que nunca salieron de la dirección, que nadie los ha volvido a ver.




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