HOTEL EN PUNTA DEL ESTE – SUITE NUPCIAL 🌙💞
Constanza..
La habitación parecía sacada de una película, pero sin cámaras, sin guion, solo nosotros. Las luces eran cálidas, las velas titilaban suaves sobre la mesa, y el sonido del mar entraba por el ventanal como una canción conocida.
Tenía el corazón acelerado. Me sentía feliz, pero también vulnerable. No sabía si era nervios, emoción o miedo. Quizás las tres cosas juntas. Llevaba puesto un batón de seda que Luis e Idalia me habían regalado, y por un momento me quedé mirando hacia afuera, intentando respirar.
Lo escuché acercarse. No hizo ruido, pero su presencia se sintió antes de que me tocara. Me rodeó por detrás con cuidado, como si temiera romperme.
—Estás muy callada —me dijo con una sonrisa que sentí más que vi—. Y eso en vos es raro…
Sonreí apenas. No podía mirarlo todavía.
—Pensé que iba a estar lista para este momento —susurré—, pero me tiembla hasta el alma.
Apoyó la frente en mi nuca, y en ese simple gesto me transmitió más calma que cualquier palabra.
—No tiene que ser perfecto, amor —me dijo bajito—. Tiene que ser nuestro.
Entonces me giré. Lo miré. Tenía los ojos llenos de ternura, de paciencia, de ese amor que aprendí a reconocer en silencio. Me tomó el rostro entre las manos, y en ese instante me sentí a salvo.
—Si supieras cuántas veces soñé con esto… —susurró—. No por cómo te ves, sino por lo que sos para mí. Esta noche no se trata de apariencia, sino de sentirnos.
Sus palabras me abrieron una grieta por dentro.
—Es que hay partes de mí que no me gustan —le dije, casi sin voz—. Las marcas, los rollitos, lo que me quedó del pasado…
Él negó despacio. Me acarició la mejilla.
—Tus marcas cuentan tu historia. Y yo amo tu historia. Amo tus curvas, tus risas, tus miedos. No escondas nada, Coni. No conmigo.
Y fue ahí cuando dejé de resistirme. Lo abracé. Sentí su pecho contra el mío, su respiración pausada, el calor de su piel. No había prisa. No había exigencias. Solo un amor tranquilo, profundo, de esos que curan.
Él me besó despacio. Yo cerré los ojos y supe que no había vuelta atrás. Esa noche no se trataba de deseo: se trataba de entrega, de confianza, de paz.
Cuando por fin me quedé dormida, entre sus brazos, sentí algo que hacía años no sentía: plenitud.
Y entendí que el amor, el verdadero, no era un fuego que quema… era un refugio.
---
MAÑANA SIGUIENTE – PUNTA DEL ESTE 🌅☕
Desperté con la luz filtrándose por las cortinas. Gonzalo dormía aún, abrazándome con esa calma que parecía suya desde siempre. Me quedé observándolo en silencio, sin querer romper el momento.
—Gracias por anoche —susurré.
Él no abrió los ojos, pero sonrió.
—No fue solo anoche… fue la vida empezando otra vez.
Y tuve que cerrar los míos para no llorar.
---
DESAYUNO EN LA TERRAZA 🌊🥐
El mar brillaba, el viento nos despeinaba, y el café olía a comienzo. Gonzalo me miraba con esa expresión tonta que mezcla amor y paz.
—Nunca me sentí tan bien —dijo.
—¿Ni en Madrid? —le pregunté, riendo.
—No —contestó—. Allá sobrevivía. Con vos, vivo.
No dije nada. Solo sonreí. Porque por primera vez en mucho tiempo, me sentí en casa.
---