Capítulo # 2
Los días siguientes Kenya se estaba recuperando favorablemente y había sido dada de alta, Linda había ido a visitarla y apoyarla en todo, ahora más que estaba esperando a su nieto, esperaba que fuera un niño precioso para tener el parcito.
De lo sucedido con Xenia y Matt, se había mudado a la habitación de Xenia, no pensaba dejarla sola y menos ahora con el daño que le había causado, se quedaba quieto sin tocarla, desde que estuvieron hace unos días, la deseaba, pero, por su culpa no podía tocarla, tenía que esperar que Xenia se recuperara bien, para poder ayudarla que no se traumara aún más por su error, tenía que enseñarle que la intimidad era algo placentero y no lo brusco que había sido con ella.
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En la mansión Di Rossi Ricci.
Xenia se encontraba mejor después de lo sucedido con Matt, evitaba hablarle y comenzar a buscar trabajo, no pensaba regresar a su anterior vida, quería estudiar y ser una abogada, aunque Matt nunca le había negado que estudiará, era hora de hacerlo, en sus planes no estaba en tener hijos aún y sería bueno comenzar a tenerlos después de tener un trabajo estable.
—Xenia, encontré esto —le dijo Matt encontrando un collar que le había regalado cuando comenzaron a salir.
Ella se lo había quitado de la mano y lo había guardado en una caja.
—Xenia, tenemos que hablar, desde que me comporte como un idiota. Me evitas a pesar de que ahora dormimos en la misma habitación —dijo frustrado, no podía creer que al ver que él intentaba acercarse ella se alejaba—. Sé que me comporte como un maldito idiota y que te lastime, debí detenerme y escucharte.
—Tenía miedo Matt, y ahora no quiero que te me acerques, no quiero que ningún hombre se me acerque —dijo temerosa—. Admito que yo, me ofrecía, te provocaba y eso. Lo reconozco, no era para hacerme esto —sollozando y dolida—, quiero divorciarme de ti y dedicarme a trabajar, cumplir mi sueño de ser una abogada y vivir tranquila.
—No, yo no quiero que vivas traumada por mi culpa —dijo agarrándola del brazo y abrazándola, sintió como temblaba en sus brazos y se sintió como un monstruo—. Xenia, perdóname, te juro que seré paciente y cuando tú decidas, yo podré tenerte de nuevo en mis brazos.
Ella lloraba amargamente, aún sentía que Matt no debió de ser tan brusco con ella, si disfrutaba de sus caricias, al momento de recordar el dolor se negaba que le haga algo más. Ella lo amaba, no creía soportar llegar a intimar con él, sería demasiado doloroso y no pensaba volver a pasar por eso de nuevo, ni con él ni con nadie.
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En el departamento Di Rossi Bianco.
Alex observó como Kenya estaba disfrutando del sonido de la música, desde que la dieron de alta, la veía muy animada, aún no se atrevía en decirle sobre la muerte de Georgina, prefería evitarle un dolor y menos ahora por su embarazo.
—Amor. ¿Quieres un dulce?
—No, me gustaría una deliciosa ensalada de fruta —le confesó y llevó su mano en su vientre—, me gustaría que fuera una niña.
—Una niña —le comentó él acercándose a ella y tocando su vientre aún plano—. Sería lindo, le pondríamos un nombre llamativo.
—Georgina, es un nombre bonito —dijo como medio sonrió y comenzó a llorar alarmando a Alexis.
—¿Por qué lloras? No deberías hacerlo.
—Siento, que algo le paso a mi hermana —dijo devastada, he intentado limpiarse las lágrimas con sus manos.
—Amor, ella está de viaje.
Ella negaba con la cabeza, sabía que Alexis estaba mintiéndole, lo sabía muy bien, no quería que nadie más la engañara, que le dijeran que su hermana murió, mientras estaba en coma.
—Tranquilízate, si es niña se llamará Georgina —dijo, al mirarla tan mal y la abrazo con cuidado—. Nuestro bebé necesita una mamá fuerte y sana. Voy por la fruta y regreso.
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En otro lugar.
Valentino miraba la fotografía de su hija y lloraba amargamente, como su princesa se había quitado la vida al saber del estado de salud de Kenya, si no la hubiera tenido, nada de esto estuviera pasando, tenía que acabar con ella y de eso se encargara él.
—Te juro mi princesa, que papá se vengara de esa bruja.
—Señor —habló un joven hombre que era su mano derecha de hace unos diez años, su padre había trabajado para él y ahora era su turno—. La señorita Kenya despertó, fue dada de alta hace unos días, está viviendo con su prometido Alexis Di Rossi.
—Así que despertó esa maldita —dijo con asombro y con rabia—, quiero que sigas sus pasos y no permitas que nadie se dé cuenta.
—Sí, señor, no dejaré que nadie note mi presencia.
—Confió en ti Edward.
—Si señor.
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En la mansión Di Rossi Ricci.
Xenia se encontraba buscando universidades para estudiar abogacía, desde pequeña soñaba con serlo y ahora que su sueño podía hacerse realidad, empezó a enviar sus documentos de estudio para que pudiera estudiar lo más pronto posible.
Matteus le había enviado mensajes a su hermano para saber de Kenya y del bebé, ahora que sería tío, estaba ilusionado porque sería el primer hijo de su gemelo, deseaba que fuera una niña.
—Xenia, se me olvidó decirte —dijo serio—. Mi amiga, que tienes que ir la próxima semana para ginecología.
—Sí, será mi ginecóloga a partir de ahora —expresó con una media sonrisa y emocionada—, envié la solicitud de estudios a las universidades de abogacía.
—Me parece perfecto, una abogada en la familia —le dijo con una sonrisa y acercándose a ella—, toma.
Ella había recibido una pequeña caja y lo había abierto, se había quedado extrañada porque era una llave.
—¿Y esto? —preguntó seria.
—Es un auto, que te compre. Si vas a comenzar a estudiar necesitarás que te movilices —le comentó con calma y miró su desconcierto, la entendía perfectamente por qué siempre salía con él y nunca le había dado libertad de nada, siempre había cuidado sus pasos—. Sí, es hora de que tengas tu propio auto, sé que te encanta el color Fucsia y te lo compre de ese color. Vamos para que lo veas.