Capítulo # 7
En Italia.
En la mansión Di Rossi Ricci.
Xenia había despertado y se había preparado para irse a la universidad, tenía que presentar su examen y Matteus le había prometido que iría a apoyarla. Después del baño se había alisado el cabello, se haría una cola alta y se pondría un jamper de pantalón largo de color negro y una la blusa por dentro sería de color blanco, se había maquillado suavemente y se había colocado unas gomas de color blanco, desde que estudiaba trataba de irse un poco sport para su comodidad.
—¿Así te vas? —preguntó su esposo con cierta seriedad, su mujer era muy discreta para estudiar, en cierto modo le gustaba… Pero su mujer tenía un cuerpo hermoso—. ¿Te gusta despertar el morbo de los hombres?
Xenia lo miró muy molesta. ¿Por qué le decía eso?, se suponía que tenía que estar feliz, que su mujer no era coqueta y que era fiel a él.
—Tú conoces la respuesta —le aclaró seria.
—Tú eres bellísima Xenia —dijo acariciándole su rostro.
—Solo quiero que tú admires mi belleza —dijo dándole un beso en los labios y le limpiándole la boca porque le había dejado labial—. Tengo que irme. Tengo muchos nervios.
—Desayuna algo, no permitiré que te vayas con el estómago vacío —le habló con suavidad.
—Sí, voy por algo —respondió alegremente.
Antes de irse él le había dado una palmadita en el trasero y ella se había ido a comer algo, no quería estar con el estómago vacío, quería estar tranquila presentando su examen de abogacía.
Matt se había reunido con ella, luego de cinco minutos, mientras que su mujer estaba disfrutando de su desayuno, él aprovechó y le estaba enviando una información a su secretaria y observó como el apetito de Xenia había aumentado mucho en el último mes, sabía que no estaba embarazada porque su periodo era un reloj cada mes, debía de ser que como ahora estaba muy activa con los estudios, ejercicios y también había notado que había adelgazado levemente, tendría que ponerle ojo a eso. No quería que se enfermara.
La mujer antes de despedirse de su marido le había dado un beso y salió corriendo, por ahora su chofer estaba llevándola a la universidad porque su auto se encontraba en el taller y la verdad, le gustaría disfrutarlo a solas con Matt.
Él había salido de la mansión, al rato había recibido unos mensajes de su hermano y se había ido a reunir con él.
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En la empresa Di Rossi Di Rossi.
En la oficina de Alexis.
—Buenos días —habló Matteus entrando a la oficina de su hermano—. ¿Para qué soy bueno?
—Buenos días, hermano —dijo con cierta seriedad.
Esa seriedad no le gustaba a su gemelo y se había dirigido hacia él para sentarse frente a él.
—¿Qué pasa? —preguntó sin rodeos.
—Hermano, como estuve ocupado con lo de Kenya, no quise indagar mucho en el pasado de Xenia y…
El hombre se había enfurecido y golpeando la mesa.
—¡¿Por qué estás metiéndote en dónde no te llaman?!
—Matteus…
—¡Xenia es mi mujer y no tienes que investigar nada de ella!
—Cálmate —pidió como su hermano estaba tan exaltado—. Es algo delicado.
—No quiero que metas tus narices aquí —ordenó seriamente.
—El hermano de Xenia se contactó conmigo —le soltó, por lo exaltado que estaba y necesitaba contarle—, según quiere acercarse a Xenia y no ha podido.
—Ni lo harán —aclaro molesto Matt—. Ellos le hicieron muchísimo daño y ha sufrido lo suficiente para que vuelvan a su vida…
—Su padre se está muriendo de cáncer y pide verla.
—No me importa —dijo renuentemente, no iba a permitir que volvieran a lastimarla o que le hicieran daño.
—La que tiene que decidir es Xenia —le recordó su gemelo molesto con él, podría entenderlo en cierto modo en proteger a su cuñada, porque él protegía a Kenya de su propio padre—. Deja que decida.
Matteus había apretado los puños en símbolo de rabia, no quería que su mujer tuviera algún contacto con ellos, pero su hermano tenía razón, en cierto modo que ella debía de decidir si quería saber de ellos o no.
—Hablaré con ella —respondió con seriedad.
—La verdad, no quería indagar en la vida de Xenia, ese hombre me dio mala espina y tuve que investigar… Un poco, están metidos en los bajos mundos y están vivos de milagro.
—Lo sé, sé de dónde viene Xenia —lo interrumpió cruzando los brazos—. No hay secretos entre nosotros.
—Oh… Como que los gemelos tenemos ciertos gustos con nuestras mujeres —bromeo él con una sonrisa sincera.
—Alex, sé que te tengo que contar ciertas cosas y no me atrevo hacerlo por los momentos —dijo levantándose de su silla y le había ordenado—. No investigues más.
—Perdóname, no lo haré más —se lo juro.
Él conocía a su gemelo y sabía que no lo haría más, había salido de la oficina de su hermano para irse a su empresa, mientras él estaba en la suya quería tener su propio imperio.
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En la universidad.
Xenia estaba poniéndose nerviosa, hasta que vio a Matteus saludándola a la hora de su examen, ella le había sonreído y continuo con el examen, cuando logro terminarlo había salido y le había caído encima, sorprendiéndolo y contento como lo estaba tratando, sería que estaba poniendo límites si alguna mujer intentaba acercarse a él.
—Te llevaré a la cafetería, te gustarán los pasteles que venden aquí —le confesó alegremente y llevándoselo a la cafetería.
Matteus observó la universidad y le traía tantos recuerdos, al momento que había sido estudiante, su mujer estaba disfrutando de sus estudios y eso lo llenaba de satisfacción porque le encantaba que sea tan dedicada y tener metas en la vida.
Ya se la imaginaba con su traje de abogada y defendiendo a los inocentes.
—Este pastel de chocolate es divino —dijo trayéndoselo.
—Gracias —dijo, probándolo un poco y estaba muy bueno—. Quiero llevarme dos trozos más.