Capítulo # 8
En la mansión Di Rossi Ricci.
En la habitación de Matteus y Xenia.
Él había acostado a su mujer en la cama y había buscado alcohol para hacerla reaccionar, cundo lo había encontrado se lo colocó en la nariz y ella había recuperado la conciencia.
—Matt…
—Quédate quieta, voy a llamar a un médico —anuncia él, separándose de ella y llamando a un médico de confianza.
—Solo estoy mareada —comentó como sentía terror, por lo que estaba pasando en su vida, no quería ver a ese hermano que la maltrataba y ese padre que se burlaba de ella por no ser fuerte.
—Ya cariño —dijo él con el corazón estrujado porque su mujer estaba tan mal—. No lo verás, no permitiré que nadie se acerque a ti.
—Por favor, Matteus —sollozando sin poder controlarse—, no dejes que se acerquen a mí, ellos me quieren lastimar, a ellos nunca les he importado —pidió alterada.
—No sucederá Xenia, no permitiré que te lastimen —aseguró acostándose con ella a su lado y abrazándola con mucha protección. Tendría que buscar ayuda psicológica para que su mujer pudiera superar sus traumas, desde que la había conocido siempre había sido fuerte y decidida, pero nunca la había visto interactuar con su padre o hermano, simplemente su padre se la había dado para pagar las deudas que tenía con él y en estos años que tenían de casados no se habían comunicado con ella, como si ella no existiera.
—Matt —abrazándolo fuertemente.
—En unos momentos vendrán un doctor —le comunicó acariciando su rostro, observó como ella cerraba los ojos y se aferraba a él—. Descansa.
Ella negaba con la cabeza.
—Xenia, tenemos que buscar ayuda psicológica —dijo con suavidad—, me duele, verte de esta forma amor.
—No quiero que me dejes, cuando mi madre murió comenzaron los abusos de mi hermano hacia mí, me humillaba desde pequeña delante de mis amigos, haciendo cosas que sabía que no sabía hacerlas y se burlaba tanto que mí. Mi padre no hacía nada para frenar sus maldades, me llamaba débil, que tenía que aprender a ser fuerte —confesó aferrándose a su abrazo—. Nunca me dejes Matteus no permitas que ellos se acerquen a mí de nuevo, no soportaría regresar de nuevo a su lado, no ahora que quiero borrar mi pasado y tener una vida normal.
Él se había separado de ella y veía como ella estaba devastada, sabía que había tenido una infancia difícil porque investigo un poco, así que pida investigación, nunca contarían la verdad por completo. Xenia tenía una herida muy grande en su corazón, se suponía que debían de unirse más cuando murió la madre de ella y lo había sido peor. En las dos personas que confiaba la maltrataban, uno permitiéndolo y el otro con el poder de hacerle daño sin cansarse.
El timbre había sonado y él intentaba levantarse, pero su mujer no se lo permitía, no quería que saliera de la habitación.
—Xenia —dijo con voz suave para que ella lo soltara y ella accedió con tristeza.
—Buenas —habló el hombre asomándose a la puerta.
—Entra por favor Félix —dijo con voz suave y haciéndolo entrar—. Mi esposa se desmayó.
—Déjame revisarla y mañana temprano llévala a la clínica para que le hagan exámenes —le informó mirando a la mujer.
—¿Xenia? —le preguntó confundido.
—¿Conoces a mi mujer? —le preguntó celosamente Matteus.
—Sí, está estudiando con mi hermana —le respondió y miró lo pálida que estaba—. Xenia, soy Félix, el hermano de Anabella.
—Hola —dijo con voz apagada y había empezado a revisarla con cuidado—. Me duele la cabeza.
—Se alteró con una noticia que le di —le comentó Matt acariciándole las piernas de su mujer—, se tensó y se desmayó.
—Tienes que relajarte, tiene la presión un poco baja —les comentó y miró a Matteus—. Mañana los exámenes y me llamas para venir a verlos.
—Sí.
Xenia se había quedado un rato pensando, mientras que el médico y su marido habían salido de la habitación, ella cerraba los ojos y tenía que tranquilizarse, no podía seguir poniéndose mal y asustarse de todo lo que era referente a su padre y hermano.
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En la sala.
—Tiene la presión un poco baja —le comentó Félix a él—, te recomiendo que la trates de decirles las cosas con suavidad.
—Lo haré —se lo promete.
—Me voy —anunció caminando hacia la salida y girándose—, me llamas por cualquier cosa.
Matteus había asentido con la cabeza, veía al hombre salir de la mansión y había regresado con su esposa para quedarse con ella hasta que pudiera recuperarse y alejar para siempre a su suegro y cuñado.
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En el hogar Ricci.
El hombre miró a su hijo como estaba serio, parecía que la idea de inventar una enfermedad no le había servido de mucho a él, porque su hija no se había acercado para nada, van para cuatro años que no sabían nada de Xenia, desde que Matteus se la había llevado de su hogar para casarse con ella.
—Dino, te lo dije Xenia no va a querer saber nada de nosotros —le recordó con mucha molestia, desde que Xenia no había tenido comunicación con ellos. Habían seguido en el mundo de las apuestas, mafia y rodeado de mujeres hermosas en todo este tiempo, tuvieron un tiempo viviendo muy bien porque su hijo se estaba acostando con una mujer poderosa, pero lo había dejado y necesitaban dinero para seguir manteniendo la vida de lujos que habían tenido en los últimos años.
—Padre, ella tiene que darnos dinero —le dijo enojándose muchísimo, su hermana se negaba a acercarse a ellos, habían intentado comunicarse con ella y todas las llamadas estaban bloqueadas, no sabía cómo acercarse hasta que pudo hablar con su cuñado Alexis porque lo veía cercano a ella.
—Hijo, si no logramos nada con Xenia, nos tocará irnos fuera del país.
Dino miró a su padre y se negaba a salir del país por culpa de su egoísta hermana, en todo este tiempo no la habían molestado, lo que podían hacer era darles mucho dinero y volverse a desaparecer.