Capítulo # 10
En la cabaña.
Dino había quedado malherido por la golpiza que le había dado Matteus, le ordeno a Sandro que lo llevara a un hospital, una cosa que lo golpeara y otra muy diferente que era un asesino.
—Mi hombre te llevará a un hospital y si dices algo lo negaré —lo amenaza con rudeza—. Diré que estabas extorsionándome y sabes quién perderá…
—Maldito, esto te lo voy a cobrar con creces —dijo con voz baja y adolorido.
Matt no le había prestado atención, había salido de la cabaña con una satisfacción en su rostro, se había vengado en cierto modo en nombre de su mujer y no permitiría que nadie le hiciera daño a su amada.
Sandro había levantado al hombre para llevárselo a un hospital rápidamente, no permitiría que su jefe pudiera caer preso por asesinato.
—Me vengaré —pensó él con rabia y molestia.
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Al día siguiente.
En la mansión Di Rossi Ricci.
Xenia había despertado, se había girado para mirar a su esposo como dormía profundamente, no sabía a qué hora había llegado anoche, solo había sentido el peso en la cama y se había aferrado a su abrazo.
—Matt, despierta —habló ella moviéndolo suavemente.
Él abrió los ojos lentamente, bostezó y abrazo a su mujer cariñosamente.
—Cariño, quedémonos en la cama por horas —propuso dispuesto a no ir a trabajar.
—Te voy a complacer porque es sábado —recordó divertida y acomodándose su cabeza en su pecho—. Me gustaría comprarle un regalo bonito a Kenya y Alexis para su boda.
—Será en unas semanas y tienes razón, tenemos que comprar cosas que le hacen falta —aconsejó él y le había dado un beso en los labios.
Ella siguió acurrucada en sus brazos, le encantaba su olor y como la trataba, era tan dulce, como siempre intentaba protegerla y amarla.
—Tengo tiempo que no voy a la playa —comentó separándose un poco de ella—. Compre una casa de playa hace unos meses y me gustaría que lo vieras, podríamos bañarnos y brocearnos un poco —propuso mirando como ella estaba risueña.
—Tengo un traje de baño bellísimo —levantándose de la cama, se había ido en busca de su traje de baño que tenía guardado en la gaveta y enseñándoselo para que lo viera—. Me veré supersexi.
—Me enorgullece que mi mujer sea sexi y hermosa —levantándose de la cama, camino hacia ella y la había besado ardientemente.
Xenia había correspondido el beso con tanta entrega, sintió como las manos de su marido tocándola tan íntimamente y él la había alzado, logrando que enredara sus piernas en sus caderas.
—Te deseo tanto —logró decir separándose de sus labios y llevándola a la cama.
—Yo también —aseguró ella al separarse de sus labios con los suyos.
La pareja había hecho el amor, luego se habían dado un baño para irse al comedor a desayunar y salir a la casa de playa, le urgía pasar un día diferente con su mujer y que disfrutarán en pareja.
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En la mansión Di Rossi Bianco.
Alexis le había llevado el desayuno a su mujer a la habitación, veía que su mujer se encontraba cansada y agotada, estaba en pocos meses de dar a luz, sin contar la organización de su boda.
—Gracias —dijo Kenya al mirar el desayuno y risueña—, me duele un poco la espalda.
—Cada vez tu vientre crece más —aseguró tocándoselo con tanto amor, con ganas de su bebita nazca sana y fuerte—. Mi pequeña Geo.
—Quiero visitar la tumba de mi hermana —insistió ella, su novio se negaba que fueran al cementerio porque no quería verla sufrir y que le pasará algo malo a ella y a la bebé.
—Ya veremos Kenya, lo primero que terminemos de organizar la boda e irnos de luna de miel —dijo con suavidad.
—Bien, quiero que nuestra boda sea lo más pronto posible —anunció ella con una leve sonrisa.
—Ya falta poco —expresó, para qué se casarán por el civil y después por la iglesia cuando naciera su hermosa hija.
Ella había comenzado a comer y disfrutaba de la comida que su querido le había traído, estaba ansiosa en ser la señora Di Rossi.
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Dos horas más tarde.
En la casa de playa Di Rossi.
Xenia se había ido corriendo hacia el mar, sentir el agua la emocionaba porque era refrescante y muy buena.
—Amor, esta deliciosa.
—Tenemos que cambiarnos y regresar —comunicó llevando la maleta de ambos, se quedarían solo dos noches y regresarían a su hogar el lunes por la mañana.
Ella había entrado con aquella sonrisa, mirar como todo estaba precioso y organizado, le fascinaba, veía que había fotografías de ella y de él por el lugar, le sorprendió que lo detallista y cariñoso.
Al llegar a la habitación principal, Matteus había sacado la ropa de la maleta y comenzaría a acomodar todo para que su mujer no hiciera nada, desde que estaban juntos le gustaba ayudarla y ser útil, sus empleados solo trabajaban hasta los sábados, y el domingo se quedaban solos para amarse en privacidad y tener recuerdos de su unión.
Xenia se había ido al baño a cambiarse de ropa, había elegido un traje de baño verde muy bonito y llamativo, por lo que podía presenciar, era privado y eso le gustaba porque no tendría que lidiar con la incomodidad de que estuvieran mirándola con lujuria. Sabía que tenía un buen cuerpo y su esposo se lo recordaba cada vez que podía.
—Lista —anunció saliendo del baño, notando que su esposo apenas estaba quitándose los pantalones y tenía su traje de baño en la cama—. ¿Te ayudo?
Matt la miró divertido y le sonrió, su esposa algunas veces lo ayudaba desvestirse cuando estaba apurada en salir, dejaría que lo ayudara y rápidamente salieron de la habitación para irse al mar.
Xenia había salido corriendo para meterse en la playa, estaba riquísima el agua y sintió como su esposo la agarró por la cintura logrando que sonrieran.
—Me vuelves loco —confesó sin soltarla.