¿seguro que me amas?

Capítulo # 19

Capítulo # 19

Xenia iba sin soltar ninguna palabra, no permitiría que ellos le dañaran su vida, por muchos años, pensó que nadie la quería y casarse con Matteus había encontrado un bienestar que nunca había encontrado en su familia, hasta que él le había tomado su virginidad y todo había cambiado.

No permitiría que nadie viniera a dañar su estabilidad emocional y menos ahora que estaba esperando su bebito, ese nene que había sido esperado por ambos y que disfrutaría su embarazo hasta que llegara su nacimiento.

Matteus le preocupo el silencio de su esposa y no quería que se pusiera mal, su hijo necesitaba una madre fuerte y feliz.

—Xenia —dijo él y ella hacía un gesto que no le hablará—. No permitiré que te pongas mal.

—Ya déjalo, no quiero hablar del tema, quiero disfrutar mi embarazo y olvidar esa gente —expresó con cierta molestia y tocó su vientre con amor—. Ya olvídalo.

Él quería hacerle caso, acepto sus palabras, en su corazón sabía que no sería de ese modo, porque estaría alterada y sin evitar pensar en ellos.

En el camino a la mansión, ella le pidió que la llevara a comer helado y él la complació llevándosela a su lugar favorito. Al llegar a la heladería le había comprado su helado favorito y ella se lo había comido con unas ganas.

—Está delicioso —comentó disfrutándolo.

Matteus se había sentado para quedar frente de ella, le tranquilizo mirarla relajada con el tema de su padre biológico.

—¿Y cómo se lo diremos a la familia? —le preguntó su mujer, mirándolo con tanta ilusión de que su suegra sería la mujer más contenta del mundo con saber que tendría un nieto por parte de Matteus.

—Podemos invitarlos a comer y damos la noticia del bebé —le prepuso su marido eufórico porque por fin tendrían su bebito.

—Me gusta la idea, déjame preparar la cena e invitar a tus hermanos —le dijo con una sonrisa.

Él había pagado los helados y se fueron de la heladería con aquella emoción de anunciar su embarazo, prepararían algo bonito y especial para todos.

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En la mansión Di Rossi Bianco.

Alex había elegido ese día para dar un paseo de padre e hija con su hermosa princesa, antes lo hacía, pero últimamente no había tenido tiempo por el trabajo, no quería descuidar su relación con su pequeña y ahora menos con la búsqueda de su segundo hijo.

—Papi —habló Georgina, observando el precioso parque que su padre la había llevado, le encantaba cuando la traía a lugares divertidos—. Me gusta mucho.

—Mi niña, papá y mamá quieren tener un bebé.

—Yo no quiero tener un hermanito —expresó con cierta molestia.

—Tienes que tenerlo, a mí me gustaría tener otro más y tener dos hijos sanos y felices —le habló con dulzura, siguió mirando en la mirada de su niña su negación.

—Quiero un pastel —haciendo puchero e ignorando el hecho de que su padre quería darle un hermanito o hermanita.

Alex no le gustó mucho la actitud de su hija, era muy malcriada en cierto modo, no tenía que culpar a nadie porque él también la había malcriado muchísimo e intentaba que fuera alegre.

Georgina se había ido corriendo a jugar un rato, en eso vio de lejos a un hombre mayor que estaba saludándola y ella también lo saludó risueña.

El hombre no se había percatado, se encontraba entretenido mirando su celular, cuando vio a su hija acercándose a él.

—Papi —acercándose a él—, vamos a jugar.

—Juguemos —dijo él cargándola.

—Yupi —exclamó la pequeña con tanta alegría.

El hombre se había puesto a jugar con su hija, sin darse cuenta de que estaban siendo vigilados por Valentino que al mirar a la niña había sentido una presión en su pecho, su hermosa nieta era el vivo retrato de su amada hija.

En unos días la tendría en sus brazos y podría disfrutarla, se la llevaría a Alemania y criarla como deseaba.

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Horas más tarde.

En la mansión Di Rossi Ricci.

Xenia al llegar a su hogar, se había dado un baño y se había acostado a dormir, necesitaba digerir lo que acababa de vivir en la mañana, como su vida había dado un cambio y que pertenecía a una familia acomodada, la asombraba aún más.

Matt había llamado a su hermana Jenny para que lo ayudara para organizar algo bonito, ella se imaginó que sería para seguir sorprendiéndola por su aniversario.

Ambos hermanos estuvieron acomodando todo con precisión y disfrutando de lo que hacían, él quería que todo fuera perfecto y maravilloso al momento de anunciar la llegada de su bebé. 

Xenia se había despertado, se había vestido y salió a la sala, al bajar las escaleras vio la decoración y su corazón se llenó de júbilo por lo estupendo que estaba comportándose su esposo con la llegada de su bebito.

—Despertaste —habló él, caminando hacia ella y agarrándola de la cintura—. Te ves hermosísima.

—Te adoro tanto —dijo aferrándose a su agarre, le dio un beso en los labios—, tenemos que pensar en posibles nombres.

—Si es niña que lleve tu inicial y si es niño que lleve la mía —le propuso él.

—Me gustaría que llevara la inicial de tu madre —le confesó, observó su desconcierto—, es que… Linda se ha portado tan bien conmigo, es como una segunda madre para mí y me encantaría colocarle el nombre de Lía.

—No, descartado —se negó rotundamente—. Este bebé es nuestro y mi madre nunca pensó en ningún familiar… Yo no seré el primero de eso, te lo puedo asegurar.

—¿Dime algún nombre en mente? —le preguntó cruzando los brazos.

—Xenia Marie —le dijo sonriendo.

—Amor, mi nombre no —dijo asombrada que quería colocarle el nombre de ella a su bebé.

—¿Y si es niño? —le preguntó, sacándola de esa burbuja que se acababa de sumergir.

—Matthew —contestó con una mirada llena de ilusión, anhelando que su bebé naciera perfectamente bien.

—Muy parecido al mío y me gusta.




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