¿seguro que me amas?

Capítulo # 20

Capítulo # 20

En la mansión Di Rossi Ricci.

En el comedor.

Toda la familia fue abrazándola y felicitándolos por la llegada del bebé, lo felices que estaban por ellos porque se merecían formar su propia familia, era la noticia que esperaban todos sus hermanos que estaban realizados, que su hijo sería consentido por todos.

Franco tocó el vientre de su cuñada.

—Qué emocionante tendré una mini Xenia o un mini Matteus en casa.

—Que sea rubio con los rizos de Xenia.

Xenia les sonrió, hacía años, que no se alisaba el cabello porque su esposo le había confesado que amaba sus rizos y que no lo hiciera, que le gustaba verla al natural.

Solo aprovechaba cuando se encontraba de viaje para alisárselo y no dejarlo pasar.

—Rubia con rizos —comentó Linda encantada, su nuera tenía el cabello castaño y sería precioso tener un nieto así.

—¿Y los malestares? —le preguntó Jenny.

—Ninguno, todos los tiene Matteus.

La familia soltó una carcajada y él cruzando los brazos.

—No es gracioso, el asco es de lo peor… —expresó con cierta molestia.

Franco y Alex soltaron una carcajada, era asombroso que él tuviera los síntomas y era extraño porque sus esposas habían estado embarazadas y no tuvieron síntomas.

—No se burlen —los miró con ojos asesinos.

—A tu padre le paso cuando estaba embarazada de Jenny —le confesó risueña—, solo duro unas semanas y nunca sufrí esperando a Jenny.

—Me toco como papá y tendré una nena, entonces —dijo entusiasmado con la idea.

—Ya veremos —dijo su mujer.

Evaluna se acercó a su tía con aquella euforia y contenta.

—Tía, ¿podré cuidarlo o cuidarla? —le preguntó con aquella impaciencia.

—Sí, claro que me ayudaras —aseguró su tía abrazándola con cariño, siempre había tenido una buena relación con sus sobrinos.

—Esta familia sigue creciendo —habló Emily, encantada que llegara el bebé porque no había bebés pequeños.

—Ya —aclaró Jenny mirándolos seriamente—. Cierren la fábrica.

—Dos hijos pienso tener y ya —habló Alexis, él pensaba que en su familia hay demasiados niños para tener más, si era otra niña no le importaría y estaba seguro de que su hermano haría lo mismo.

—Igual yo, aunque veremos cómo se porta el bebé y si me dan ganas de tener otro.

—No hablemos tanto y es mejor irnos —habló Linda, quería que su nuera descansara y que durmiera bien, sabía que era una mujer preocupada y le encantaba tu trabajo.

—Quédense unas horas más y se van —pidió Xenia a su familia.

Linda se había alejado con ella y sus nueras para platicar de la habitación del bebé, organizar un hermoso baby shawer para su nieto y ayudar a su nuera en todo para que no tuviera que esforzarse, le pediría de favor a su hija que la ayudara en la organización del baby shawer y la decoración de la habitación del bebé.

Los familiares se fueron de la mansión de la pareja a la hora, Xenia al quedarse a solas con su esposo se fue a la habitación, se había dado un baño y se había acostado en la cama, en pocos minutos, sintió en la cama el cuerpo de su esposo acariciando su vientre.

—Nuestro bebé está aquí —dijo con tanta ilusión Matt, ansiaba que naciera y que pudiera llenarlo de amor.

La mujer se había llevado su mano en su vientre para tocar la de su marido, sería emocionante vivir esta etapa de su embarazo y en unos meses tendría a su bebito o bebita.

Matt acarició el vientre de su mujer esperanzado de que el bebé naciera sano y fuerte y que pudieran disfrutar de su paternidad tranquilamente para darle todo el cariño que deseaban.

.

.

Unas semanas después.

Valentino logró pagarle a la maestra de piano para poder ver a su nieta y ganarse su confianza, solo esperaba el momento para acercarse a ella.

—Listo —habló Georgina mirando a su maestra de piano.

—Muy bien, eres tan buena —dijo con sinceridad, giró un poco su mirada para observar como el hombre estaba esperando su momento para poder platicar con la niña—. Te quiero presentar a un amigo.

—¿Un amigo? —preguntó la pequeña curiosa.

—Sí, es un hombre bueno y amable.

—Bien, mis padres me prohibieron hablar con extraños.

Valentino veía dudar a su única nieta, acercándose a la niña y la mujer se les quedó mirándolo.

Georgina lo miró con cierto recelo y miedo, no lo conocía, pero a la vez se le hacía tan familiar.

—Hola —dijo la pequeña con cierto temor.

—Hola —dijo con una sonrisa e intentó que la niña no le tuviera miedo—, eres una pequeña preciosa y te pareces mucho a tu tía Geo.

La mirada de la pequeña cambio rápidamente emocionándose porque conoció a su tía favorita.

—¿Conociste a mi tía Geo? —preguntó con aquel entusiasmo.

—Claro que si princesa, la conocí muy bien… Era un ángel tan hermoso como lo eres tú y que daría la vida porque estuviera viva.

—Mi mami me habló mucho de ella, es una tía que me hubiera gustado conocerla y estar pendiente de mí… Mi mamita me aseguró que era muy buena.

—Y lo era, era tan encantadora y cariñosa —dijo nostálgico, con cuidado se había levantado su mano para acariciar el rostro de su nieta—. Te pareces tanto a ella.

—Mi mami lo dice todo el tiempo —risueña e intentó no estar nerviosa.

—Tengo que decirte algo importante, yo soy tu abuelito, el padre de su mami Kenya.

La pequeña había abierto los ojos con asombro, su madre nunca le había dicho que tenía un abuelito, su abuela Linda tampoco y como era que tenía un abuelito sin conocerlo.

—Eso es mentira —dijo la niña levantándose y se alejó.

—No tengas miedo Georgina —se puso nervioso, no quería que la niña le tuviera miedo o diga algo sobre él—. Te puedo enseñar unas fotografías de tu tía, junto conmigo.

—Necesito evidencia —le ordenó cruzando los brazos.




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