¿seguro que me amas?

Capítulo # 24

Capítulo # 24

Los días siguientes, Alexis y Kenya decidieron no enviar más a la niña con la maestra de piano, se quedaría con ellos hasta que Valentino muriera, no permitirían que le hiciera daño.

Josué había llamado a su prima Fiorella para que le enviara a su hijo a Venezuela, el cual se negó a regresar porque estaba entusiasmado con la jovencita.

Fiorella le había explicado la situación y él se reía orgulloso porque su hijo se había enamorado por primera vez, creía que le gustaría la hija de Dana. Pero, parecía que no sería de esa forma.

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En el bufé de abogado.

En la oficina de Xenia.

Xenia se encontraba terminando de leer unos documentos cuando sintió que alguien abrió la puerta de su oficina, era su secretaria, asomándose que estaba de nuevo su hermano Dante.

—Dios, eres necio con ganas —dijo con cierto fastidio y recordando que no debía de enojarse—, me saldrá el bebé idéntico a ti.

Dante soltó una carcajada fuerte, era cierto desde que su hermana volvió a la rutina, seguía visitándola.

—Eres mi hermanita, es que me gustaría invitarte a salir —le propuso.

—Dios bendito, eres un necio, los invitaré a una cena familiar —le informó levantándose y dejando al descubierto su pancita que estaba asomándose.

Su hermano se acercó encantado y le tocó el vientre con tanta ilusión.

—Hola, bebito.

—Está creciendo, a lo mejor será porque no me estoy colocando nada apretado en el vientre —le comentó, como estaba fascinada y como su marido estaba vuelto loco con su pancita. 

—¿En serio nos vas a invitar? —preguntó con cierta desconfianza.

—Sí.

Dante estaba que no lo creía que su hermana de verdad, estaba invitándolo a comer en familia, poco a poco estaba aceptándolos, si había recibido a su sobrina Pía sin chistear, esperaba que aceptara a las dos niñas que aún no había conocido.

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La pequeña Georgina miró las calles de la gran ciudad, se había escapado de casa y no sabía en donde podría estar a su abuelito, necesitaba verlo y sus padres no se lo permitían, les había rogado y seguían negándose hasta que decidió escaparse y poder verlo de nuevo, llevaba como media hora caminando sin un rumbo fijo hasta que un auto se detuvo y la miró con cierta curiosidad.

—Niña, ¿estás perdida? —preguntó seriamente.

—Sí, estoy buscando a mi abuelito —dijo la pequeña con inocencia.

—¿Y cómo se llama tu abuelito? —le volvió a preguntar curioso.

—Valentino Bianco.

—Bien, sé quién es —mintiéndole el hombre.

Georgina lo miró con mucho miedo, era la única forma de estar con su abuelito, entonces cuando iba a abrir la puerta del auto, apareció de la nada Edward agarrándola de la cintura y alzándola.

—Te encontré niña —dijo él con el corazón desbocado.

El auto había arrancado y Edward había llamado rápidamente para que lo siguieran, la niña se había desaparecido media hora antes, todo se había vuelto un caos en la mansión de su jefe y de la familia Di Rossi Bianco, al notar que la niña se había escapado.

—Mi niña —dijo Valentino, el cual estaba en compañía de Alexis, que lo había buscado creyendo que se había llevado a la niña.

Georgina, al soltarse del hombre, salió corriendo hacia su abuelito, lo abrazo con aquella fuerza para no soltarlo nunca más, como lloraba desesperadamente en sus brazos, a Alexis se le engarruñado el corazón, nunca había visto a su hija en ese estado y por su culpa le hubiera pasado algo peor.

Valentino con mucha fuerza de voluntad la había cargado para llevársela en el auto, no quería seguir en la calle y que estuvieran viéndolos.

—Vamos, princesita —dijo con voz dulce.

—Sí.

—Señor, mis hombres detuvieron el auto del tipo que pretendía llevarse a la niña —informó con la mirada sombría.

—Investiga bien, quién es… A lo mejor si quería ayudarla, pero… Si es alguien malo ya sabes lo que tienes que hacer —le ordenó fríamente.

—Si señor.

El hombre se había alejado de ellos, mientras que Valentino y Alexis regresaban al auto que estaba esperándolos, la niña lloraba con mucho sentimiento.

—Cálmate —pidió su padre.

Georgina estaba muy asustada de seguro su papá, la regañaría o le pegaría por lo que había hecho.

—Tu papi, no te hará nada —habló dulcemente su abuelo.

—Tranquila princesa, papá no está enojado —aclaró Alexis, lo que estaba era aterrado de que algo malo le hubiera pasado a su hija, si Edward no hubiera actuado a tiempo, no podría negarlo, ese hombre era una maravilla como guardaespaldas y como se movía con rapidez, si no hubiera sido por él, de seguro no hubieran encontrado a su hija sana y salva.

—Ves princesita, papá está bien y yo también lo estoy —dijo con el corazón latiéndole a mil, cuando Alexis se había ido a la mansión y lo había culpado, su corazón latía a mil carreras, por suerte la habían encontrado y que estaba bien.

—Voy a llamar a tu madre que te encontramos bien.

—Llámala, debe de estar con los nervios de punta —le ordenó Valentino que no soltaba a su nieta.

Alexis había llamado a su mujer para contarle que irían con la niña a la mansión y que todo estaba bien, que Georgina se encontraba sana y salva.

Kenya había vivido los peores momentos de su vida, creyendo que ese hombre se la había llevado de su lado y que nunca más la volvería a ver, por suerte estaba con ella Linda acompañándola sin dejarla a solas.

Cuando llegaron a la mansión, Valentino le pidió a Alexis que bajara a la niña, no se estaba sintiendo bien y no quería asustarla. Alexis comprendió que Valentino estaba muriéndose y que era verdad, se le veía en su rostro, en su forma de hablar y como su cuerpo cada día se estaba deteriorando.

—Abuelito —habló la pequeña asustada de mirarlo.

—Ve con tus padres, necesito regresar a casa y descansar —dijo realmente cansado, necesitaba acostarse en su cama y no pensar en nada más, su nieta estaba bien y listo.




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