Sekaiichi Hatsukoi - La última barrera [yaoi/bl/gay]

10. Lo mejor de mí

10. Lo mejor de mí

Pasaron casi dos horas desde que se habían llevado a Takano al quirófano y todavía seguíamos sin ninguna noticia… Yokozawa salía y entraba una y otra vez a fumar, mientras Kirishima me seguía vigilando de reojo. Por fortuna yo estaba más calmado, aunque muy preocupado. Ahora lo que me invadía era la angustia por no saber lo que estaba pasando.

El aire de la habitación estaba tan cargado que me levanté y me acerqué a la ventana. No podía abrirse porque estaba bloqueada, pero aun así ver el exterior me ofreció al menos la ilusión de poder respirar algo de aire fresco.

Era de madrugada, y fuera las calles estaban oscuras y vacías. Sólo se veían algunas luces, pero lo suficiente como para apreciar los cerezos en flor, meciéndose dulcemente con la brisa nocturna. Sin duda era ya esa época del año. Esa en la que Takano y esas flores tenían una especie de significado para mí. Se veía tan hermoso… Ojalá pudiera verlo conmigo ahora…

Yokozawa estaba preparándose para volver a salir a fumar una vez más cuando entró el doctor Nowaki. Me fijé que no vestía ropa de quirófano, así que interpreté que no intervenía en la operación. Inmediatamente me apresuré a interrogarle:

— Doctor, ¿Qué se sabe?
— Pues a ver… — Respondió con preocupación — La cosa no va muy bien. Takano-san sufre de un sangrado grave y nos está costando mucho detenerlo. Si continúa así no podrá aguantar mucho tiempo…

Cerré los ojos y apreté mis puños con fuerza, mientras que Yokozawa pateaba la pared con furia.

— Es importante que me presten atención. — Continuó el doctor —. Necesitamos urgentemente sangre. Cuanto antes.
— ¡Donaré lo que sea! — Me apresuré a contestar.
— Bueno, el problema es el grupo sanguíneo de su pareja… — Me contestó — Se trata del 0-. Sólo un pequeño porcentaje de la población tiene ese grupo, y el hospital no tiene reservas ahora mismo. Hemos solicitado varios lotes, pero me temo que no llegarán a tiempo…
— ¿Y qué podemos hacer? — Preguntó Yokozawa.
— ¿Estarían dispuestos a hacerse una prueba de compatibilidad? — Dijo el doctor.
— ¡Por supuesto! — Respondí.
— Claro. — Contestó Yokozawa
— Yo también. — Añadió Kirishima.
— Muy bien, por favor acompáñenme. — Pidió el médico.

Nos apresuramos a seguir al doctor fuera de la habitación cuando vi que Yokozawa y Kirishima se habían detenido junto a la puerta. No pude evitar oír lo que decían:

— ¿Estás bien, Takafumi? — Le preguntaba Kirishima poniéndole la mano en el hombro — ¿Estás seguro de lo de la sangre?
— Esto bien, Zen. Tú vigílame a Onodera.

Luego salieron y continuamos caminando por un par de pasillos siguiendo al doctor hasta que llegamos a otra sala. Esta era amplia, con varias áreas delimitadas por cortinillas en las que se encontraban varias camillas y varios tipos de instrumentos médicos.

— Ahora les tomarán una pequeña muestra de sangre para comprobar sus grupos sanguíneos. — Explicaba el médico — De cualquier manera, si recuerdan o creen saber cual tienen sería bueno saberlo.
— Yo… no sabría decirle. — Respondí.
— Yo creo que soy 0+ — Contestó Yokozawa.
— Tampoco yo lo recuerdo. — Añadió Kirishima.
— Bueno, no se preocupen. Lo comprobaremos.

El médico nos dejó a cargo de una enfermera muy amable y se marchó. Ella nos llevó hasta tres asientos reclinables que estaban colocados en línea, uno junto a los otros. Uno a uno, fue atándonos una tira de goma alrededor de nuestro brazo, haciendo un poco de presión mientras nos pedía que apretáramos el puño.

A mí me toco el primero. Sentí el pinchazo pero no miré directamente la aguja. Aunque sí noté que había sido muy breve. Luego le tocó el turno de Kirishima y finalmente, le tocaba el turno a Yokozawa.

Con él fue un poco más complicado. Se había remangado la camisa, pero se le veía muy alterado y con sudores. Parecía tenerles miedo a las agujas, y comenzó a temblar nada más vio que la enfermera se le acercaba. Kirishima se puso frente a él y le tomó la cara con las manos para evitar que mirara a la aguja, mientras le pedía que le mirase a los ojos y no se preocupara.

Finalmente, aunque ni siquiera habían podido acercarse al brazo, no pudo soportar la presión y se desmayó. Eso facilitó enormemente la extracción y, tan pronto como tuvo la última muestra, la enfermera se marchó a toda prisa con los tres tubos de sangre.

Yokozawa aún seguía en el asiento reclinado, inconsciente. Y Kirishima y yo no quedamos en silenció. Se acercó de nuevo a Yokozawa y comenzó a bajarle cuidadosamente las mangas de la camisa mientras se reía.

— Menudo “Oso Gruñón” … — Se burló — Que se desmaya al ver una aguja… Si lo supieran en la Editorial…

Eso consiguió sacarme una pequeña sonrisa pues, efectivamente, era lo último que me hubiera esperado de aquella situación. Kirishima se sentó junto a mí y, tras suspirar, continuó hablándome:

— Bueno… y cuéntame. ¿Qué has decidido cuando todo esto haya pasado?
— ¿Eh? ¿Qué quieres decir? – Pregunté confundido.
— Bueno… Yokozawa me contó lo del anillo… No he podido evitar preguntar.
— Ah sí… bueno yo… no estoy seguro…
— ¿No? — Se extrañó.
— Bueno yo… sí lo estoy. Es sólo que… no quiero que sea de esta forma…

Después de todo, él y Yokozawa parecían estar en una situación si no igual, al menos parecida a la nuestra. Ambos eran hombres adultos, trabajando en el mismo lugar. Así que supuse que no debería haber problema si hablaba con Kirishima de ese asunto. Al fin y al cabo, él ya parecía saber mucho.




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