Sekaiichi Hatsukoi - La última barrera [yaoi/bl/gay]

18. Rodeados de recuerdos

18. Rodeados de recuerdos

Ese primer día fue agotador… Habían sido demasiados días desconectado del trabajo y estaba muy oxidado. Además, la intensidad con la que volví a mis tareas casi terminó con mis energías.

Pero sobre todo temía que era lo que Takano tenía previsto para esa noche… Sobre todo tras tantas semanas de abstinencia… Así que, después de que todos se marcharan y mientras Takano y yo recogíamos todo, intenté escapar:

— Me adelantaré para tomar el tren. — Intenté.
— No seas tonto… Hemos traído el coche. — Respondió Takano — Además, tienes un compromiso esta noche.
— Estoy muy cansado. No puedo ir.
— Lo siento, es una orden.
— ¡No puedes darme órdenes fuera del trabajo! — Protesté.
— Idiota… ¿no ves que seguimos en la oficina aún?

Mi cara de asesino debió decirlo todo pero, por más que intenté resistirme no pude evitar acabar de nuevo dentro del coche. Se había salido con la suya, una vez más…

Una vez que nos montamos al auto, esperaba que arrancara, pero no lo hizo, lo cual me preocupó:

— ¿Pasa algo? ¿Te encuentras bien?
— Estoy bien. — Respondió — Hay una cosa en la guantera. Ábrela.
— ¿Eh?

Me señaló la guantera y, cuando la abrí, encontré dentro una cinta de fieltro blanco doblada.

— ¿Qué es esto? — Pregunté.
— Quiero que te la pongas y te tapes los ojos con ella.
— ¿Qué? ¡Claro que no!
— Qué molesto… ¡Sólo póntela!

A regañadientes terminé accediendo y me la coloqué, cubriendo mis ojos mientras Takano la anudaba por mi nuca.

— ¿Puedes ver algo? — Me preguntó.
— ¿Cómo voy a ver nada? ¡Me has dejado ciego!
— Perfecto.

Entonces escuché las llaves y noté como el coche arrancaba y se ponía en marcha.

— Takano-san… ¿A dónde vamos?
— ¿No ves que es una sorpresa?

Ese tipo de respuestas, sumado al hecho de no poder ver a donde nos dirigíamos me estaba poniendo de lo más nervioso… Cuando Takano se ponía tan enigmático no solía ser nada bueno.

Incluso me esperaba que en cualquier momento se abalanzara sobre mí y cumpliera finalmente la amenaza de esa misma mañana. Seguramente estaría buscando algún lugar apartado y ni siquiera me dejaría salir del coche… Aunque en el fondo yo también lo deseo… Hace demasiado tiempo de la última vez… Y hacerlo sólo, cuando Takano no me ve, no es agradable…

Estuvimos un buen rato circulando con el coche hasta que noté que nos deteníamos. Completamente desorientado, oí como Takano sacaba las llaves y se quitaba su cinturón y el mío. Luego escuché la puerta y pude deducir que salía del auto. Luego abrió la puerta de mi lado.

— ¿Hemos llegado? — Pregunté mientras extendía mi mano para intentar sujetarme a él.
— Casi.

A tientas pude encontrar su brazo y me agarré a él para salir del coche. Entonces me sujetó de los hombros y, tras cerrar la puerta del coche, me guío hacia adelante.

Todo era muy confuso. Sabía que era de noche, pero sólo podía oír el sonido de la brisa exterior y el de unos árboles mecidos por esta. Desorientado, me detuve.

— ¿Qué pasa? No te detengas. — Comentó Takano.
— Pero… ¿Y si tropiezo?
— ¿Crees que yo voy a dejar que te caigas?

Continué caminando llevado por él hasta que el sonido del exterior cesó. Pude apreciar que entrabamos a algún sitio donde nuestros pasos provocaban eco, así que supuse que debía ser una sala de tamaño considerable. Tras avanzar unos pasos, Takano me detuvo y advirtió:

— Ahora hay escaleras. Las subiremos.
— ¿Es que no había ascensor? — Respondí molesto.
— Cállate y sube…

Por algún motivo, Takano había empezado a hablar en voz baja, así que yo también hice lo mismo. Subí escalón tras escalón con bastante dificultad, y luego recorrimos otro tramo hasta que me hizo detenerme de nuevo. Entonces oí el sonido de unas llaves y una puerta que se abría con dificultad. Fuera lo que fuera parecía ser pesada o antigua.

— Continúa. Ya casi hemos llegado. — Dijo Takano.
— Ta…Takano-san… ¿dónde estamos?
— Paciencia. Ya casi hemos llegado.

Aprecié que habíamos pasado a otra estancia, porque el olor allí era muy diferente. Un olor que se me hacía extrañamente familiar.

— ¿Hemos vuelto a la oficina? — Pregunté.
— ¡Claro que no!

Takano seguía conduciendo mis pasos en la oscuridad, y el olor cada vez me resultaba más conocido. No sabía dónde estaba, pero el aroma de aquella sala me era conocido. Sin duda, ya había estado allí alguna vez.

— Ya puedes quitarte la cinta. — Me susurró Takano.

Inmediatamente me llevé las manos a la nuca y desanudé como pude la cinta. Mis ojos llevaban ya un buen rato sin ver y necesité un poco de tiempo para volver a enfocar y distinguir algo. Poco a poco, a medida que recuperaba la vista, y aunque no había mucha luz, pude apreciar que estaba rodeado de libros. Estantes y estantes llenos de libros. Aquel lugar era…

— ¡La biblioteca de la escuela! — Exclamé — ¿Pero cómo…?
— Aún tengo algunos contactos por aquí.

Estaba muy sorprendido, mirando atónito cada rincón de aquel lugar tan familiar. Todo estaba tal y como lo recordaba. No había vuelto allí desde que paso todo aquello, pero parecía como si hubiéramos viajado en el tiempo. Como si no hubiera pasado un solo segundo más por aquellas estanterías, aquellos libros y aquellas mesas. De repente, Takano me tomó de las manos y le miré fijamente:

— Ritsu… aquí fue donde todo empezó. Aquí nos conocimos y dio comienzo nuestra historia.




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