Selbstmord

La Casa

¿Quién era ese tipo? Quería saberlo

Salí de ahí aún pasmado por la impresión que sufrí tras ver a aquel anciano después de volarse la cabeza, y no podía creerlo aún, no podía entender cuáles fueron sus motivos, y poner de excusa que si otro podía hacerlo él también y para mí fue increíble tal escenario de sangrienta muerte.

Subí a mi auto, lo encendí, lo volví a apagar y no pude avanzar, me quedé ahí llorando, ¿por qué la gente decide matarse?, ¿por qué no soportan la basura de lo que significa existir?, me quedé durante una hora sentado, no podía comprender las cosas que pasan en esta vida, no podía comprender nada de este mundo.

De repente empezó a llover, y eso fue lo que me hizo despertar de mi tan deprimente meditación, logré encender el auto, y decidí ponerme en marcha.

La lluvia caía intensamente, el camino no se podía ver con claridad, se hacía resbaloso y en varias ocasiones estuve a punto de salirme de la carretera a un barranco, pero, ¡importaba!, si igual mañana, podría querer volarme la cabeza con un arma, ¿por qué seguir luchando? No pensaba en nadie a mí alrededor, si igualmente no había nadie al que le importase que yo estuviese bien o mal.

Conduje durante varias horas, no sé cuántas aún, puesto que el tiempo se hace incierto cuando te hundes en tus pensamientos.

Eran más o menos las 7 de la mañana cuando logré llegar a un lugar llamado Storville. Diría que fue casualidad la que me llevó ahí, pero lo cierto es que lo que me llevó ahí fue la lógica, pues, Timmy había conducido esa carretera sin desviaciones, podría encontrar respuestas en un camino recto.

El pueblo de Storville era medianamente pequeño, era un viejo, pero elegante pueblucho que casi ya no tenía caras jóvenes a sus alrededores, y las pocas caras jóvenes que se podían apreciar, estaban demacradas por lo aburrido del pueblo. Sin embargo, a pesar de ser tan viejo, no era del todo sombrío, sino más bien, era un pueblo risueño, con casas blancas muy bien cuidadas, y hermosos jardines y árboles grandes que se asomaban por cada rincón que recorrieras, más, era un lugar hermoso, pero solo se encontraba decorado, me recordaba a las peceras ambientadas que hacen creer a los peces que aún están en el mar.

Al llegar, la gente me miraba extrañada, sumergido en mi fantasía, dañada a causa de las películas que solía ve en el cine, me dio la impresión de haber llegado a un pueblo de locos y que jamás saldría vivo de ahí, pero es obvio que no fue así, pues, no podría haber llegado a escribir esto de haber sido así. Decidí parquear el auto en un estacionamiento público, caminé entre las personas que estaban sorprendidas de ver a un forastero entre ellos.

Calle Sverty, casa N° 234, puerta blanca, un hermoso jardín en la parte de adelante, esa era la casa de Timmy, según los lugareños me fueron indicando el camino.

- Era un hombre frío -  me decían – amable, sin duda alguna, pero frio, jamás participó en alguna de nuestras reuniones, podía ser caritativo, pero no sociable, siempre estaba dentro de su mundo.

Al entrar a la casa pude notar que estaba desocupada, había platos de comida sucios, algunos todavía con comida putrefacta en ella, de hace algunos días según parecía. Trataba de hallar algo, algo que de verdad me hiciera comprender qué pasaba por la cabeza de aquel hombre, me puse a rebuscar entre sus cosas, entre la ropa guardada en el ropero, entre las cosas de la alacena, y de repente, en una vieja cajita de madera, una hermosa carta, y digo hermosa por la primera impresión, un sobre rosado, de papel fino y perfumad, supuse que se trataría de una carta de amor, le di la vuelta a la hoja… “Para Timmy” “De: Papá y Mamá”



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En el texto hay: viajes, locura, suicidio

Editado: 26.11.2018

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