—¡No lo puedo creer!
Saskia corría como alma que llevara el diablo por toda la casa mientras llorisqueaba lamentándose de haberse dormido tan tarde la noche anterior, a su lado Cole la miraba con aburrimiento mientras se apoyaba en el umbral de la puerta de la salida esperando que su hermana termine de gritar por toda la casa y se digne a salir de una vez.
Pero Saskia en su mundo paralelo donde le preocupaba llegar tarde pero se tomaba mil horas para arreglarse no le prestaba ni cinco de atención a su hermano mayor.
Terminó de arreglarse el cabello y miró su atuendo, dudó sintiéndose extraña y movió su cuerpo de distintos ángulos sobre el espejo. No muy segura de su aspecto, se giró a ver a Cole.
—¿Cómo me veo?
Cole casi pone los ojos en blanco de la frustración, era la tercer muda de ropa que se cambiaba y seguía indecisa, pero sabía perfectamente que una respuesta aburrida o negativa iba a costarle media hora más dado que ella se lo tomaría en serio y se cambiaría, nuevamente.
—Reluciente como una Almeja.
Saskia le puso mala cara pero lo ignoró y fue hacia su bolso, donde lo cogió y se fue moviendo las caderas dramáticamente haciéndolo reír.
Después de unos minutos, al cual Cole tuvo que acelerar como un demente, llegaron al instituto donde ambos corrieron como lunáticos hasta su aula, al llegar, abrieron lentamente la puerta haciéndola rechinar y ellos entraron con una gran sonrisa mostrando todos sus dientes intentando parecer lo más inocentes posible.
—Los hermanos Hewitt tarde, que sorpresa. —La profesa Gryn abro sin ni siquiera despegar la mirada de la pizarra. No hacía falta ver para saber que allí estaban sus alumnos más impuntuales.
—Tuvimos un accidente en el camino. —Mintió Cole, llevando una mano a su cintura. —Atropellamos a una embarazada.
Saskia se gira a verlo, estupefacta y él se encoge de hombros, como si fuese lo único que se le hubiera ocurrido.
—Es un excelente alumno pero pésimo mentiroso, Hewitt. Siéntense ya.
Ambos reaccionaron al instante y prácticamente corren hacia sus sillas que aunque siempre llegaban tarde y el aula siempre se llenaba sus asientos siempre estaban vacíos esperándolos. Al sentarse, comienzan a sacar los libros correspondientes a su materia.
—¿Atropellar a una embarazada? —Le susurró Saskia riéndose por lo bajo. —¿No tenías otra excusa?
—Tenía dos opciones y esa fue la más creíble.
—¿Cuál era la otra?
—Bueno… había pensado decir que nuestra madre está enferma pero luego recordé que somos huérfanos.
Saskia le pone mala cara al instante
—La próxima yo digo las excusas, hermanito.
Saskia mira la pizarra y comienza a anotar todo en su cuadernillo, a diferencia de su hermano a ella le encantaba la letra prolija y en cursiva, podía estar horas esforzándose para que su letra sea perfecta mientras que su mellizo apenas se limitaba que sea leíble y a veces ni siquiera lo era.
Sin embargo, su momento de estudiante —o intento de ello—, es interrumpido por un fuerte codazo en sus costillas de parte de Cole. Lo miró adolorido, sobando la parte afectada y luego miró en dirección que su mellizo miraba.
Su teléfono.
Leyó el mensaje de su tío Paul —El único familiar que tenían—, con sus cejas fruncidas.
Paul: Hola chicos, ¿Creen que pueden venir luego de clases a mi casa?
Cole: Depende, ¿Habrá comida?
Paul: Se supone que como buenos sobrinos vendrán a visitar a su tio, no a la comida.
Cole: ¿La habrá o no?
Paul: Si.
Cole: Estaremos ahí ;)
Saskia pone una mueca, generalmente no le gustaba ir a visitarlo, él siempre era muy… Extraño. Pero debía visitarlo a veces por obligación, era el único familiar vivo que tenían y además era su tutor, debían de ingeniárselas y soportar su extrañes por el bien de ellos mismos.
Sin estar muy convencida asintió con la cabeza, mirando aún el teléfono
—¿Qué crees que quiera decirnos?
—Con que vuelva a darnos el discurso que nuestro apellido es especial nos iremos. —Afirma de inmediato el rubio, negando con la cabeza.
Saskia se encogió de hombros y siguió anotando las cosas en su cuadernillo.
Horas después ya casi era el medio día, el timbre sonó y prácticamente corrieron a la salida, donde Saskia se subió a la moto de Cole y Cole condujo directamente a la casa de su tío Paul.
Al llegar, Saskia se baja de un salto y camina hacia la entrada, abre las rejas y Cole conduce lentamente entrando, Saskia vuelve a cerrarlas y ambos van por el patio hasta llegar a la casa donde su tío los esperaba parado en el porche.
—¡Sobrinos!
—¡Tío loco!
Paul ignoró completamente que lo llamaran así y se abrazaron en saludo.
—Venga, pasen.
Saskia y Cole entraron a la casa, al instante se familiarizaron con el lugar, era fácil hacerlo, las paredes están llenas de retratos y fotografías de la familia, hay muchas bibliotecas pequeñas y estanterías llenos de libros, la chimenea está prendida al igual que el televisor y todo está de un color sumamente cálido y acogedor.
Persiguen a su tío hasta la cocina donde en la isla les esperaba de todo tipo de postres, Saskia sonrió al ver que estaba su tarta de frambuesas favorita y Cole casi corre hacia las magdalenas de chocolate.
—Si nos esperarás así vendremos más seguido, tío. —Bromeó Saskia sentándose, al igual que su mellizo.
—Es un día especial, merece que tenga sus postres favoritos. Además, es el único incentivo para que se mantengan quietos y me escuchen por más de cinco minutos.
Paul estaba consciente de que tenía unos sobrinos revoltosos, genuinos, alegres e irresponsables, también estaba consciente de que ellos lo tomaban como “loco” por estar horas y horas hablando de cosas extrañas y siempre remarcando lo especial que eran.
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Editado: 13.11.2020