—Un vestido.
—No.
—Una pulcera.
—No.
—Un zapato.
—No.
—Un collar.
—¡No!
Cole llevó ambas manos a su cabeza, frustrado por tantas ideas que tenía pero todas las erróneas. Siguió paseando por el centro comercial mirando con las cejas fruncidas las estanterías llenas de indumentaria femenina.
Sinceramente ya estaba acostumbrado a ir a esos lugares. Saskia no tenía amigas, ni amigos más allá que su propio hermano por lo cual él tenía el deber como hermano acompañarla a todos los lugares. Aunque sinceramente decidía esperar afuera cuando compraba ropa interior, para evitar traumas.
—¿Qué se le regala a un vampiro? —Murmura confusa Saskia mientras caminaba por el lugar.
—No lo sé. —Murmuró confuso. —Quizá debamos de darle algo mítico, es una fiesta mítica después de todo ¿No?
—Lo único que tenemos mítico es el Sabbat. —Murmuró Cole, alzando en el aire una prenda de vestir. Un vestido, rojo y brillante.
—¿Me quedaría bien este vestido? —Le pregunta Saskia.
Cole alza la vista y la mira. Era un vestido, bastante —demasiado—, corto. Le cubría lo justo y necesario, no tenía mangas pero si unas tiras al cuales parecían ser muy finas, negro y de los que se a pegaban al cuerpo.
Puso una cara de pocos amigos pero asintió con la cabeza. Su hermana siempre podrá vestirse como quiera cuando quiera porque él siempre estará dispuesto a ubicar en su lugar a los degenerados.
A Saskia le brillaron los ojos de emoción cuando asintió y lo apegó a su pecho complacida y encantada. Cole le sonrío aunque ella no la viera. El amor de un hermano siempre será inigualable.
—Bueno, volviendo a centrarnos. —Cole murmuró. —Podremos regalarle joyas. He visto que tiene su mano repleta de anillos.
—Anillos... —Murmura pensativa —Allí hay.
Se acercaron a la estantería de joyas, Cole dejó que Saskia eligiera.
(...)
Ya era de noche, Saskia miró su teléfono y suspiró cuando eran las once. Habían faltado a su mundano instituto para ir de compras, pero habían asistido al instituto de brujos. Saskia apestando en todo y Cole siendo el mejor, aunque se sentía bien ya no sentirse tan excluida. De hecho, le daba igual.
Tenía a su hermano y con eso le bastaba.
Se miró por enésima vez en el espejo, tenía el cabello largo le llegaba a la cintura y estaba perfectamente liso, su maquillaje era sutil pero tenía un perfecto delineador, el vestido y los tacones la hacían verse muy atractiva.
Cole no le prestó atención, se puso a su lado en el mismo espejo y miró su figura. Él iba más tranquilo, vestido completamente de negro con una camisa negra abierta los dos primeros botones.
El timbre sonó.
Saskia corrió escaleras abajo, al llegar a la puerta abrió rápidamente y miró quien era. Efectivamente era Blair, quien debía pasarlos a buscar. Su boca se seca al mirarlo, iba muy guapo, casi se le olvidaba que el amargado brujo de siempre.
Blair también la observó, encantado. Una de las comisuras de sus labios casi se elevan en una sonrisa pero la disimulo en cuanto noto que Cole se estaba acercando.
—Vamos.
Asintieron y salieron del departamento. No tardaron mucho en llegar al auto y Blair comenzó a conducir.
—Vamos a poner reglas. —Dijo Blair, concentrado en el camino.
Saskia y Cole pusieron los ojos en blanco.
—Primero: no deben tomar nada que les dé Karteen, mucho menos que les de un cazador o un amiguito suyo. Conociéndolos seguramente le tiran algún químico a las bebidas. Y yo no cuidaré a ningún drogado, ya les aviso.
—Nosotros somos limpios de droga. —Cole réplica, cruzándose de brazos.
—Lo sé. Segundo: nadie se puede ir sin avisar al otro, sí o sí deben de mantener la comunicación. No quiero pensar que un cazador se los llevó ¿Okey?
—¿Los cazadores pueden atacarnos?
—No. —Respondió. —En las fiestas de Karteen se comportan por ella, pero si salen de la casa y os lo cruzan en la acera o en la esquina ya nadie les asegurará que estarán bien.
Llegaron y estacionaron frente a una casa, notaron que había muchas personas rodeándola, hablando entre ellos. La puerta estaba abierta y de allí se escapaba la sonora música.
Era un casa enorme, pero aún así parecía repleta.
Todos bajan del auto, Cole comienza a entrar hacia la casa pero Blair detiene a Saskia sujetándola del brazo. Ella lo mira confusa.
—Ponte esto.
Miró sorprendida como Blair sacó de su bolsillo un collar, era pequeño y fino, delicado pero tenía una piedra roja que era llamativa.
—Me encanta. —Admitió maravillada.
Él le sonrío de lado.
—Tiene magia, se utiliza como un bloqueo. No podrás hacer magia mientras lo lleves puesto, pontelo así evitas ver recuerdos de desconocidos que se te acerquen allí dentro.
Ella cogio su pelo y lo puso aun lado en su hombro, Blair se lo colocó.
A Saskia le pareció un acto íntimo y bonito, encantador. Él quería evitar que haga magia y se transporte a un lugar desconocido en mentes ajenas, procurando que el collar la mantendria lejos de todo, lejos de la magia y del peligro que conlleva ésta.
—Te has acordado de mi. —Le susurra, sorprendida.
—Siempre, Hewitt.
Se gira y comienza a caminar hacia la casa, tranquilamente. Saskia parpadea confusa y con su mano toca el collar, sonríe y camina hacia la casa también.
Al entrar se maravilla, la música sonaba demasiado fuerte, es casi aturdidor, había muchas personas pero increíblemente bien esparcidas. Algunos bailaban, otros bebían, otros jugaban al póker, otros subían por algo de intimidad al segundo piso. Todo era muy bien organizado.
Hasta que notó ciertos puntos no muy alegres.
En una parte de la sala hay al menos diez humanas sentada hipnotizadas mirando el suelo perdidamente, los vampiros se acercaban a ellas y comenzaban a beber de su sangre.
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Editado: 13.11.2020