Selcouth

11

Había muchas maneras de despertar a una persona.

Con mimos, un grito, una sacudida, un golpe, con la mano, una patada, una bocina, rayos de luz entrando por la ventana o lo que sea.

Miles de formas y Blair no encontraba absolutamente ninguna.

Miró el techo con frustración, se habían quedado dormidos sentados en el suelo —Saskia acostada sobre él —, tenía acalambrado las piernas y el trasero. Se quiso mover pero Saskia refunfuñe entre sueños acomodándose mejor entre sus piernas y Blair rezó internamente.

—Satán. —Le imploró con una mueca.

El teléfono comienza a sonar, era el de Saskia por lo cual fingió apoyar la cabeza nuevamente en la pared y cerrar sus ojos haciéndose el dormido. Mientras que Saskia se movió, comenzando a despertar.

Llevó una mano a su bolsillo, se reincorporó y sacó su teléfono. Era Cole.

Frunce el ceño y entonces mira a todos lados, abre mucho los ojos incrédula y los trayectos de lo que había sucedido en la mañana la invadieron. Oh, oh.

Se puso de pie intentando no despertar a Blair, ajena a que ya está despierto. Se dirige hacia la puerta en absoluto silencio, la abre y sale lentamente guardando su teléfono.

—Hermanita, ya han terminado las clases ¿Dónde estás? No te veo.

—Me quedé dormida. —Miró desde el pasillo la puerta cerrada, sintiéndose ligeramente culpable de dejarlo dormido y sólo en el piso. —Espérame en el primer piso, ya llego.

—Te espero en la moto.

—Vale, vale.

Colgó y fue hacia el ascensor, como las clases recién habían terminado los pasillos estaban plagados de personas por ende, el ascensor estaba lleno. Bajó las escaleras rápidamente.

Al llegar al estacionamiento Saskia encuentra efectivamente a Cole junto a la moto concentrado mirando el teléfono entre sus manos. Ella no le presta mucha atención y se dirige hacia él pero es cuando choca contra alguien. Se tambalea pero no cae, de hecho la otra persona fue quien calló.

Saskia se da cuenta que era Samantha.

—¡Perdón, no te vi! —Saskia se disculpa rápidamente.

Entonces se da cuenta de algo.

Tiene ojeras negras, el cabello despeinado y el rostro completamente cansado, sus músculos están tensos y aun tiene el vestido puesto al cual asistió a la fiesta de Karteen.

—¿Estás bien? —Preguntó, preocupada.

—¡No te interesa! —Exclama a la defensiva, alterada. Saskia abre grande los ojos, sorprendida. —¡Estúpida mortal!

—Si sabes que porque hayas tenido un mal día no significa que debas desahogarte conmigo ¿No?

—¿Un mal día? Pero... ¿Sabes como es mi vida? ¡Mi vida completa es mala!

—Eh...—Dudó visiblemente de que decir. —¿Quieres hablar?

Ella la miró impotente, casi echando humo se gira yéndose rápidamente. Saskia la quedó mirando fijamente y luego de unos segundos parpadea reaccionando, caminando hacia Cole que había dejado de mirar su teléfono para mirar la escena. Al llegar le da una ultima mirada confusa a Samantha para luego mirar a su hermana, extendiéndole el casco.

—¿Qué le sucedía?

—Tuvo un mal día y la pagado conmigo. —Le quitó importancia, sentándose en la moto. Cole la prende.

—Muero de hambre. ¿Hamburguesas?

—Pizza.

—Hecho.

Cole comenzó a conducir, solía conducir rápido, amaba la velocidad y aunque su hermana solía regañarle porque ella la odiaba, ya comenzaba a acostumbrarse, pero eso sí, ni de broma se quita el casco.

Al llegar a la cafetería-bar donde trabajan, fueron hacia una de las mesas para esperar que la camarera se acerque.

—¿Crees que Hunter esté bien? —Preguntó.

—Estoy segura que sí, parece ser miserable pero resistente. —Saskia se encogió de hombros.

—Ya, sí. ¿Y Blair? ¿De qué han hablado?

—Estaba devastado, se ha tomado una botella de vodka él solo. Pero me puse a tomar con él y nos hemos dormido sentados en el suelo, la espalda me duele.

—Ay hermanita, tú y tus decisiones. —Niega con la cabeza. —¿Solo han dormido?

—Por supuesto. Si hubiésemos hecho algo más estaría de mejor humor ¿No?

Cole le fulmina con la mirada.

—¡Tiene treinta años!

—¿Y qué?

—Eres menor de edad, es delito. ¡Podría ir hasta a la cárcel!

—Después de todo lo que hemos pasado, hermanito, no solo tenemos dieciséis años.

—Tienes razón, habernos cuidado solos desde los seis años hizo que maduráramos rápido. Pero aun así, aunque tengas la madurez necesaria un policía no creería mucho.

—Siempre estarás tú para hacerle conjuritos a la policía. —Le guiñó el ojo. —Por cierto, ¿Qué tal con Karteen?

—Nada nuevo, me gusta pero somos de mundos distintos. Es tan... malvada y peligrosa, sumamente calculadora y manipuladora, sobre todo mentirosa. Pero, siento que tiene algo más allá que eso.

—Mucha gente está rencorosa con ella aunque lo nieguen, no creo que todos estén felices de deberle favores, si ellos notan que Karteen y tú tienen algo probablemente te quieran atacar a ti para dañar a Karteen.

—De todas formas Karteen no parece ser la persona que arriesga su vida por alguien, y mucho menos de las personas que se enamoran perdidamente. Parece ser más de las que pierden rápido el interés y simplemente después de utilizarte te deja.

—Yo creo que te presta atención. A su manera.

—Yo creo lo mismo. Pero solo es porque somos la novedad, los Hewitt, no porque le agrade, le parezca simpático o algo. Ella solo quiere que le deba favores.

—Estoy segura que podrás enamorarla, no te des por vencido.

—Sí, si no se enamora de mi vele los recuerdos ¿Vale? Si tiene al menos uno guardado conmigo es porque no he hecho todo esto en vano.

—No quiero que estés en peligro por ella, hermanito.

—Personas como Karteen vale la pena el riesgo, melliza.

—Estoy segura que serás la única persona en decirlo.

—Probablemente. Iré a pedir la pizza al mostrador, la camarera parece estar ligando con un sujeto, ni siquiera debe de estar prestando atención a los clientes nuevos. —Cole se pone de pie. —¿La misma pizza de siempre?




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