Selcouth

21

Saskia movió la cabeza aturdida, sintió la fuerte luz del foco colgando sobre su cabeza contra sus ojos haciendo que los cierre y luego los vuelva a abrir.

Las cuerdas rodeaban cada parte de su cuerpo. Primero sintió como sujetaba sus brazos hacia atrás, luego como las cuerdas pasaban por su abdomen haciendo que esté sentada con la espalda recta contra el respaldo. Quiso mover sus pies pero estaban atados el uno con el otro.

Movió su cabeza aún costado, todo parecía darle vueltas. Tenía el cabello pegado a su rostro con una fina capa de sudor. Su herida en la cabeza estaba abierta, donde efectivamente la sangre había caído libremente por su mejilla haciendo que después de las horas que estuvo inconsciente se haya secado a su piel.

—¡Ya despeeeeerteeeeeee! —Gritó a todo pulmón.

Al instante sintió la garganta seca. Hizo una mueca adolorida.

—¡Cazadoreeeees! —Cantó de vuelta.

Nadie.

Miró su alrededor con aspecto aburrido pero curioso. No había nada más que una cama —al cual sólo era un fino y asqueroso colchón en el suelo—, una silla de madera, una mesa pequeña y una botella de agua.

—¡Me han dejado agua pero sigo atada! —Gritó.

Nuevamente no obtuvo respuestas.

Suspiró haciendo su cabeza atrás. Le dolía la cabeza y estaba mareada. Dudaba de que se pudiese parar y caminar sin perder el equilibrio.

La puerta se abre, entra un cazador que tenía una navaja en sus manos y con la otra tenía un uniforme. Saskia lo quedó mirando en silencio. El cazador deja el uniforme sobre el colchón y luego camina hacia ella. Con la navaja corta las cuerdas que la sujetaban y sin decir algo sale de vuelta cerrando la puerta a sus espaldas.

El encanto en persona.

Masajeó sus adoloridas manos con una mueca, habían quedado rojas de tanta presión de las sogas. Miró con estaban las prendas sobre el colchón pero se negaba a desvestirse en ese lugar. Caminó hacia el agua y tomó un poco con una mueca, estaba caliente.

Se quedó allí una eternidad hasta que la puerta se vuelve a abrir pero esta vez era Hunter.

—¡Hunter! —Exclamó con una sonrisa.

Hunter tenía el rostro serio, casi era imposible imaginar que era la misma persona alegre e inútil de siempre. Ahora parecía más... serio. Sus ojos no reflejaban ningún tipo de sentimiento.

—Vístete. —Ordenó.

Saskia al instante lo quedó mirando confundida, sin embargo recordó que probablemente los estén vigilando. Hunter se giró mirando hacía otro lado mientras que Saskia se cambió de ropa; una al cual consistía en una camiseta gris con pantalones holgados y zapatillas cómodas. Nada en su atuendo tenía un color más allá de las escalas de grises a diferencia de su otra ropa que dejaba allí que era tan colorida y natural en Saskia.

Al terminar, Hunter se giró y la cogió bruscamente del brazo para luego atarle las manos una con las otras en una soga al cual parecía mojada. Acto seguido la vuelve a coger del brazo para llevarla a la salida de la habitación y en cuanto lo hizo notó que estaba efectivamente dentro del centro de cazadores.

Salieron directamente a uno de los pasillos del centro, aspectados de cazadores que caminaban de un lado a otro con rostros serios y sin vida. Fuera la esperaban siete cazadores que estaban preparados para matarla si tan solo hace un simple movimiento.

Hunter asiente con la cabeza en dirección a los demás para luego ponerse a caminar hacía un destino conocido sin dejar de sujetarla. Saskia sintió una dolorosa molestia en su brazo, miró de reojo notando como la soga mojada parecía quemarle la piel.

—Duele. —Comentó incomoda, sin dejar de caminar.

Un cazador la miró por sobre su hombro.

—Calla a tu caza, H.

Hunter apretó su agarre en el brazo en forma de advertencia. Saskia mordió su lengua impotente y luego siguió caminando. Dispuesta a no abrir la boca más.

Llegaron hacía una puerta al cual resultó ser notoriamente distinta a las cientos de puertas que atravesaron anteriormente, de hecho era la única de hierro gris oscuro. Al entrar Saskia notó la inerte presencia de un cazador que tenía un arma en sus manos, parecía cuidar del hombre que estaba sentado tranquilamente mirando por la ventana sosteniendo entre sus manos un cigarro a medio terminar.

El olor a tabaco y alcohol fue como un bofetada al entrar. El hombre giró su cabeza para mirar por sobre su hombro y en cuanto notó que era Saskia sonríe ampliamente feliz.

—¡Saskia Hewitt! —Exclamó alegre de la vida. —Es un placer volverte a ver.

—¿Nos conocemos?

Miró su figura con genuina curiosidad, estaba muy segura de no haberlo visto antes. El hombre, vestía formalmente, no tenía rastro de cabello y era un poco enano y regordete. Tenía una gran cicatriz desde el final del ojo derecho hasta su mandíbula mientras que llevaba dos grandes bolsas de ojeras que eran tan profundas que daba miedo. Sus labios formaban una sonrisa llena de alegría al cual no parecía llegar a sus ojos. 

—Claro que nos conocemos. —Animó. —Siéntate.

No pudo pensarlo mucho, Hunter la llevó con fuerza hasta la silla hasta sentarla. En cuanto lo hizo notó que frente a ella, detrás del escritorio de madera, se había sentado el desconocido.

—Recuerdo la ultima vez que te vi. Tenías seis años.

—La muerte de mis padres. —Señaló.

Él asintió lentamente con la cabeza.

—Quise capturarte a ti y a tus hermanos. Nathan me dejó en claro que no puedo abusar de vuestra única magia. —Señaló su enorme cicatriz.—Tú padre era un gran cuidador, Saskia. 

—Supongo que me tienes aquí por algo.

—Siempre quise capturar un Hewitt. —Comentó, llevando el cigarro a sus labios. —No entiendo a los cazadores que tienden a querer matarlos. Son muy poderosos para que mueran así porque sí.

—Así que no me matarás.

—Por supuesto que no. Te quedarás con nosotros hasta que mueras, es una pena pero eres valiosa. Seguramente habrás escuchado de brujos que fueron capturados y ahora son nuestros esclavos.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.