Karteen se llevó una mano a su cabeza adolorida, una oleada de dolor mezclado de confusión y aturdimiento la hizo cerrar sus ojos unos segundos y luego volver a abrirlos, intentando enfocar algo. Pero increíblemente, no recordaba mucho de lo que había sucedido, de hecho, no recordaba nada del día anterior. Ni del anterior... Ni del anterior.
Lo único que recordaba era estar saliendo para dirigirse al centro de cazadores a cumplir su parte del plan pero luego solo recuerda oscuridad.
¿La habían noqueado?
Al sentarse en la cama, miró como no era su cuarto. La cama estaba hecha un asco, olía a tabaco, alcohol y a sexo. Puso una mueca desagradable cuando vio que incluso el colchón donde estaba tenía manchas que por su propia cordura procuró ni siquiera pensar de que eran.
Se puso de pie, examinando su alrededor. La habitación no tenía muchas cosas, todo lucía asqueroso. Sin exagerar toda la habitación parecía sucia, descuida y poco habitable, además de que apestaba demasiado a humedad. Muy lejos de lo que estaba acostumbrada a tener. Abrió la puerta lentamente, encontrándose con un pasillo con muchas puertas cerradas a su alrededor.
Y reconoció perfectamente la estructura de la casa.
Cerró los ojos unos segundos, implorando internamente paciencia. Cuando los abrió, no pudo evitar sentir una oleada de ira rodearle el cuerpo de pies a cabeza. Bajó las escaleras casi corriendo, haciendo sonar sus tacones con fuerza y fue directamente a la cocina, dispuesta a romper todo lo que se le cruzara a su camino.
Cuando llegó a la cocina efectivamente encontró a las dos personas que menos quería ver en la vida.
—¿Son imbéciles todo el tiempo o les pagan, idiotas? —Exclamó. Le sorprendió todo el odio y repugnancia que podía transmitir con tan solo un tono de voz.
—Buenos días hermanita. —Le sonrió con amargura el fantasma de una persona allí. Parecía muerto. Estaba demasiado flaco y pálido, con unas ojeras negras que parecía una calavera. Tenía una sudadera que cubría la mayoría de su delgado cuerpo y se sobaba la nariz con la manga cada segundo.
Se giró a ver a su madre, ella estaba bastante excedida de peso. Su cabello rubio parecía paja y estaba sin peinarse. Tenía un maquillaje exagerado en el rostro y un vestido que dejaba ver todo su cuerpo sin censura.
—¿Me han secuestrado, enfermos?
—De otra forma no nos hubieras escuchado.
—¡Llegaré tarde! —Exclamó desesperada. —¡Ni siquiera sé que hacen en Louisville, se supone que estaban en Conterville.
—¿No nos quieres ver, hermanita?
—No. Muérete así me ahorras el sufrimiento de recordar tu existencia, hermanito. —Utilizó completa ironía al decir lo ultimo. —¿Cómo me han hecho?
—Peter consiguió una droga sedante que te ha noqueado de un tirón. Tres días dormida, creímos que no despertarías nunca, ya nos estabas asustando.
Palideció.
—Oh, mierda, ¿Tres días? ¡Están locos!
En su mente se proyectó todo lo que pudo ocurrir por sus tres días perdidos en el plan. ¿Habrán escapado sin su ayuda? Imposible, necesitaban del trabajo de todos para poder salir bien.
—¿No se cansan de arruinarme la maldita vida!? ¿¡Qué es lo que quieren!?
—Eres famosa, hijita. Queremos que nos ayudes. Vives en una lujosa mansión tú sola y miranos nosotros, pudriéndonos aquí.
—¿Me han secuestrado solo para pedirme un lugar para vivir malditas santígüelas sin futuro?
—No nos trajes así Karteen. No todos pudimos encontrar la paz después de quedarnos sin clan.
Karteen puso los ojos en blanco.
—Claro, ahora es mi culpa que seas una prostituta barata y él un drogadicto asqueroso.
—Sí, es tu culpa. —Esta vez le respondió su hermano. —Si no fueses tan débil no nos hubieramos quedado sin clan.
—No fue mi maldita culpa que me hubiesen dado un puñetazo tan fuerte que me haya hecho perder el puto colmillo.
—¡Ni siquiera lo digas! —Su madre se horrorizó.—Con tal solo recordar que no tienes colmillos como una verdadera vampiresa me da vergüenza.
—¿Tú?¿Tú sientes vergüenza por mi? —No pudo evitar carcajearse. —Oh mierda, ustedes si que son la desgracia. Les diré lento y despacio, escuchen bien porque la próxima no lo diré tan calmada. No-me-molesten. No-se-acerquen. No-respiren-cerca-mío. Manténganse-muy-alejados-de-mi.
Se giró para salir de la cocina sin embargo su hermano habló.
—Creo que si tu no nos ayudas entonces le tendremos que pedir favor a tu nuevo manipulado. ¿Cómo se llama? Cole Hewitt.
—Te romperé la puta cara. —Se giró bruscamente para encararlo.
—No le hablen así a tu hermano, es el único que no me ha abandonado. Que no se ha olvidado de nuestra familia.
—¿Nuestra familia? No seas estúpida, madre, solo está aquí para quitarte el dinero de tus clientes para gastarse en droga porque no tiene ni siquiera donde caerse muerto.
—No me hables así hermanita.
—Vuelve a decir hermanita y te daré un puñetazo que te deje limpio de toda esa droga que llevas encima, capullo. No pueden volver y querer... No pueden volver y querer arruinarme. Ya no soy una niña.
—Queremos solo dinero, danos dinero y te dejaremos en paz.
—Conociéndolos se lo gastarán todo en un mes y luego aparecerán de nuevo. No son mi problema.
Se giró para luego para irse, sin embargo, su hermano la cogió del brazo para inyectarle más droga. Ella se da cuenta rápidamente y lo empuja con fuerza haciendo que él se choque contra la encimera. Karteen suspiró pesadamente y luego cogió a su hermano del cuello.
—Es que no me dejarán nunca en paz ¿No?
—Ya te dijimos que queremos, Karteen.
Karteen tensó su mandíbula. No quería escucharlos más, estaba harta de huir de ellos cada día de su vida, estaba harta de tener una familia tan asquerosa y vergonzosa.
Cuando se dio cuenta, presionaba tan fuerte del cuello de su hermano que lo dejaba sin aire. Él gemía adolorido sintiendo como Karteen presionaba tan fuerte que tranquilamente podría sentir como rompía su hueso.
#13961 en Fantasía
#3031 en Magia
#29908 en Novela romántica
magia amor guerra traicion desamor, magia, romance amistad dolor perdida pasado
Editado: 13.11.2020