Selcouth

CAPITULO FINAL

—¡Cole! —Karteen abrió la puerta. —Joder, ayúdame, Andy no me abre la puerta de la habitación.

—¡Ya voy!

Salió de la habitación acomodándose los gemelos de su traje, al hacerlo se encontró con Karteen quien tenía un bonito vestido rojo con los labios del mismo tono y su cabello enredado, caótico y desprolijo caía por sus hombros, se lo había cortado, nuevamente.

—¿Dónde está?

—En su cuarto. —Pone los ojos en blanco. —Los invitados ya han llegado y ella no se digna a salir.

—Ve a la fiesta, yo me encargo.

Karteen besa sus labios y se va, Cole la queda mirando con una sonrisa, era la chica de su vida definitivamente.

Cole había creado un nuevo aquelarre con ayuda de Blair, Blair seguía teniendo un aquelarre enorme con cientos de brujos, los mejores.

 Sin embargo, Cole tenía un aquelarre donde entraban los peores brujos, y con una ardua tarea —de parte de Karteen y él, quienes eran los que dirigían todo—, los convertían en los mejores, y cuando eran los mejores pasaban a ser recibidos en el aquelarre de Blair.

Parecía ser algo difícil, pero Cole amaba hacerlo.

Él golpeó la puerta de la habitación.

—¡Vete, mamá! —Gritó.

—Soy papá. —Alzó la voz. —¿También me voy?

—No, entra.

Cole entra, al abrir la puerta la ve en su cama rosa chicle bajo las mantas, cruzada de brazos y con el ceño fruncido. Era una mini versión de Karteen, tenía la misma personalidad de hecho y eso hacía que choquen muchísimo.

—¿Qué pasó?

—¡Mamá!—Exclama, como si fuese la respuesta a todo.

Cole se sentó en la cama y ella refunfuño.

—¿Qué pasó exactamente?

—¡Mamá es muy mandona!

—Sabes que en todos los cumpleaños se pone igual.

—¡Sí, y nunca me explicas por qué! Siempre dices que cuando sea más grande, ¡Pero ya soy toda una adulta!

—¿Adulta? ¿Tú? ¡Tienes seis años!

—Hace un año me has dicho cuando sea más grande ¡Pues ya ha pasado un año, soy más grande!

Digna hija de Karteen.

—Bien. ¿Qué quieres saber?

—¿Por qué mamá siempre está tan enloquecida con el control en tu cumpleaños?

—Antes tenía una melliza que murió, cada cumpleaños es un año más sin ella. Y mamá no quiere que piense en eso, por eso se empeña en que todo sea perfecto así disfrutarlo con nuestros seres queridos.

—¿Y extrañas a tu hermana?

—No hay día donde no piense en ella, cariño. Lo entenderás cuando tengas hermanitos.

—¡Ojalá no! —Chilla horrorizada. —No compartiré mis juguetes.

—Y aquí entre nosotros..., tu madre es un caos embarazada, nadie quiere que vuelva a suceder.

Andy ríe, le gusta que su padre le cuente esos detalles, no los puede decir frente a nadie; siente que son sus secretitos.

—¿En serio?

—Sí, tu tío Blair no la soportaba. El día que rompió bolsa estábamos con él, le gritó e incluso lloraba mientras le golpeaba con un zapato, tuvo un cambio de humor y bueno..., se desahogo con él.

Andy carcajea.

—¿Hoy vendrá tío Blair?

—Sí, aunque llegará a tiempo. No vendrá a la cena anterior.

—¡Es taaaaaaaan amargado! —Pone los ojos en blanco. —Nunca quiere pasar mucho tiempo con otros.

Blair se había cerrado, si antes era un amargado ahora era algo a otro nivel. Los años habían pasado y aún así, él seguía extrañándola y aunque no quisiera solía alejarse de los demás sin darse cuenta.

—Vamos, ponte los zapatos que mamá si siente nuestra ausencia la haremos sacar canas verdes.

Andy ríe y obedece. Ambos salen de la habitación, Cole la llevó en sus brazos.

—Papá...

—¿Sí?

—Feliz cumpleaños.

POR OTRO LADO.

Recuerda perfectamente unas palabras, pero no su destinatario. Recuerda haber escuchado decir «No te olvidaré» pero no recuerda de quien es aquella voz.

Recuerda un característico olor a menta, a perfume y a sangre seca, pero no recuerda a quien le pertenecía.

Recuerda unos ojos oscuros pero a veces amarillos y brillantes, pero no recuerda de donde o quien es.

Recuerda reírse acompañada de alguien, hacer tonterías y siempre tomar el mundo como si fuese una broma, pero no recuerda quien era su compañero de diversiones.

Recuerda estresar a alguien amargado, reírse de sus expresiones y exasperaciones. Burlarse de lo aburrido y borde que era, pero no recuerda el rostro de aquella persona.

Recuerda mirar con admiración a una chica audaz y fuerte que tomaba provecho a situaciones increíbles, pero no recuerda su voz, ni su olor, ni su rostro, nada.

Es como si tuviese las emociones experimentadas pero un vacío en su mente que la alejaba de poder comprenderlo.

Había pasado el tiempo, terminando la universidad y tomando varios años de experiencia en el trabajo, Saskia era una persona que atraía a otras como si fuese un imán; tan alegre, viva y llena de colores, obviamente las personas se apegarían a su aura. Había hecho muchos amigos, y aún así, se sentía completamente vacía, como si las personas que verdaderamente tendrían que estar con ella no estuvieran.

—¿Me estas escuchando?

Saskia parpadea, saliendo de su aturdimiento.

—¿Eh?

Jack embosca una sonrisa mientras se termina de sacar el delantal de cocina.

—Que qué quieres de cenar. Que distraídas estas amor.

Había conocido a Jack en la universidad, él era el tipo de chico que todos quisiesen tener; trabajador, positivo, alegre y caballeroso, romántico pero no empalagoso. Lo era todo.

—Sí, creo que hoy he trabajado muchísimo. —Le sonríe.

—O quizá...—Rodea la mesa hasta llegar a ella. —Estas pensando que mañana es tu vigésimo séptimo cumpleaños.

—No puedo creer que ya tendré veintisiete años. —Suspira divertida. —Recuerdo que cuando tenía dieciséis quería cumplir rápidamente los dieciocho años, pero no recuerdo para qué y mírame ahora, veintisiete años...




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