Seltec

Capitulo I: Día a día.

—Mi nombre es Maxwell Deamon Skool Loberti... Nombre común en una ciudad común... Sí esto fuese una ciudad común. Exactamente hoy, hace setenta años ocurrió la batalla por las maquinas... O como mi abuelo solía decirme, la 4ta guerra mundial. Era una historia sumamente emocionante cuando él me la contaba de niño. Sus hazañas y demás, todas sus historias eran emocionantes como la operación amanecer, como la operación tornillo... El pertenecía a la marina, y siempre me contaba sobre un maletín que escondió debajo de mi cama, un maletín que contenía cosas interesantes, pero que no lo destapase hasta que me convirtiese en hombre; Ahora ya tengo catorce años de edad... No sé dónde está mi abuelo y la vida que llevo... Es aburrida. — El sonar de una campana escolar lo hizo regresar de sus pensamientos. Observando que no había probado un bocado, dispuso solo a suspirar con suavidad y alejar de su vista la bandeja de comida. 

Mientras se paseaba por los pasillos de su colegio casi todo le parecía cotidiano y aburrido. Sus pisadas retumbaban en su cabeza y cada paso que daba lo hacía desear estar muerto, preferible a vivir tan mísera vida. Al menos eso pensaba el joven Maxwell. Una icónica voz lo hizo que una sonrisa pequeña se dibujara en su rostro. mientras unos brazos ajenos, rodeaban su cuello. La voz se mostraba juguetona y más con su acciones.

— ¡Hola Max! — Se escuchó decir desde la espalda del joven, mientras el joven soltaba un resoplido y trataba de esconder la sonrisa. — Hola Cristine... ¿Cómo va todo? — respondió con suma cordialidad. — ¡Pues muy bien!... ¿Y qué has hecho hoy? — Cristine dispuso a soltar su cuello y esta vez pararse frente de él, dando un pequeño beso en las mejillas de este. Obvia acción hizo que Maxwell se ruborizara con suavidad y empezase a tartamudear. — Pu...Pues es nada... Tan solo fui a co-comer... Y luego de eso pues... Me encuentro aquí, contigo. Pero ahora, debo ir a clases de tecnología y tecno frecuencia... ¿A dónde te diriges? — Una sonrisa de burla se dibujó en los labios de Cristine. — Max... Estudio contigo, lo olvidas... Ahora, vamos a entrar. — El dedo índice de su mano diestra acaricio con suavidad la nariz de Maxwell, para luego sostener la mano de este y halarle un poco. Este respondió caminando a su lado y tomando la mano de esta con vergüenza. Esta vez se disponía a pensar que era lo que pensaría las demás personas, cyborgs y meta-humanos de él, ya que venía agarrado de la mano con la presidenta del consejo estudiantil. 

Al entrar todos los ojos se fijaron en él junto con su amiga, la cual llevaba una sonrisa amplia. Este dispuso a soltar su mano y luego dirigirse a su puesto, para sentarse y resoplar. Justo unos minutos después que comenzó la clase, se puso a divagar nuevamente. Era completamente imposible dejar de divagar en estas circunstancias. Tan solo el pensaba que todos los días eran iguales, se repetía una y otra vez y esto, lo estaba aburriendo.

La historia de la guerra comenzó en el año 3024 Cuando algunos humanos optaron por que las maquinas llevaran el regimiento de la ley. Y otras optaban por el regimiento de los humanos, que se quedase. Por eso surgió una cuarta guerra mundial o como muchos le decían "La batalla por las maquinas." 
Eso trajo consigo muchas personas muertas y como muchos los conocen hoy también trajo a los cyborgs. Personas a las cuales le faltaban miembros y les colocaban piezas de robótica en los miembros faltantes. Eso sin contar los Meta-humanos que ya existían pero se hicieron más frecuentes ya que ambos bandos preferían usar a los Meta que a los humanos comunes. Así que empezaron a "transformar" a más humanos en Meta solamente para la guerra eso hizo que en estos años, algunos chicos desarrollaran el ADN de un Meta-humano que podría variar de cualidades físicas a mentales y destrezas que solo ellos sabían. Era sumamente interesante de ver en el mundo.
Ya que en la guerra se lanzaban bombas nucleares para acabar con los países, los únicos que podían sobrevivir a tal radioactividad eran los cyborgs y los Meta. Los humanos por otro lado, algunos se metían en bunkers. 
Esta guerra trajo consigo la destrucción de animales y la fauna. Bueno, no del todo, algunas bombas hicieron que algunos animales mutaran y se apegaran a la radioactividad que se mantenía en algunas tierras. Y aun existían arboles mutados de igual manera. Aunque ya no quedaban muchos. Los humanos se las ingeniaron para respirar oxígeno "puro."

Al final de la guerra, aún quedaban dos bandos los cual dijeron que llevarían las cosas en "paz" así que optaron por dividir el mundo en dos partes. La parte que compartía la topia y la otra la cual estaba en ruinas y la naturaleza poco a poco empezó a apoderarse de ella. Para acabar esta guerra hizo falta dos humanos. En los cuales en uno se encerró el tiempo y en el otro, el espacio. Ambos tenían un símbolo peculiar. Deamon Alexander Trayman Boolt. El cual el joven tenía un símbolo de un reloj de arena en su abdomen. Y Jork Foldrel Stayman Wikneas. Tenía el símbolo de un planeta con un anillo alrededor. El cual también estaba en su abdomen. ¿Por qué hicieron esto?, simple, eran los suero de Meta-humano más fuerte que existan y si alguno se dignaba a estallar nuevamente una guerra por la adquisición de estas tierras, estos Metas utilizarían su poder para devastar con todo. Como un plan de contingencia. Han pasado dos generaciones luego de eso. Los Stayman, tienen a su único hijo en práctica de su habilidad transmitida a la tercera generación. Alexader Ray Stayman Coel el cual tenía el símbolo en su brazo izquierdo, del pequeño planeta con el anillo a su alrededor. Maxwell no lo sabía, pero su descendencia se perdió con su abuelo. Y él era el otro "humano" que contenía el otro don otorgado desde la tercera guerra mundial. El símbolo de este situaba en su cuello. Justo en el lado derecho de esté. El símbolo de un reloj de arena. Este era pequeño, por lo cual era extraordinario pero no mucho. Por lo que, este no se debatía porque era esa que tenía en su rostro.




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