En camino a este, junto a su mejor amiga Cristine. Un paseo en el ferroviario, parecía algo agotador y monótono para Max. Y no se regocijaba al ver como una ciudad tan "bella" era abolida por las leyes de la robótica. Ya no eran los humanos que mandaban, solo se daba la impresión de esto.
— Maldición... Otra vez, este maldito viaje de regreso a casa. — Musito para sí mismo el joven Maxwell, mientras veía por las cristalinas ventanas del ferroviario. Estaba algo estresado por tomar este viaje todos los días hasta la escuela donde iba. Él sabía que estaba destinado a mucha más grandeza, como le decía su abuelo.
--- FLASH BACK.---
Max se encontraba sentado entre las piernas de su abuela, el cual le contaba una historia de liberación y esclavitud por partes de otros. Una historia, muy interesante para el joven.
— Chico... Hace mucho tiempo atrás, existían dos bandos. Una de los liberales y otro de los... De los... De las personas idiotas. — Una carcajada, acompaña de una tos, dejo escapar Chep, el abuelo de Maxwell. — Fueron batallas épicas donde un joven guerrero, con una tripulación de humanos y meta-humanos, se unieron para formar la ley Selvetica. Y otro imbécil, armado con puras maquinas... Y un corazón codicioso y malévolo. Tratando de poner en parte la Ley Tecno... No creas, ahora mismo vivimos en la ley Tecno, por que tus padres piensan que es mejor para ti... Pero sé que a ti muchacho, te esperan grandes aventuras, si algún días puedes salir de este continente... Malo. — Termino de decir Chep. — ¡¿Puedo salir de aquí algún día y ser como tú?! — Pregunto Max, con inocencia en su rostro.
Una pequeña sonrisa se dibujó en los labios de su abuelo. — Claro que si, si algún día reúnes el coraje y la fuerza... Podrás salir de aquí. —
Una voz femenina retumbo cerca de ellos. — ¡Chep!, Deja de contarle eso al niño... Lo harás volverse loco. — Era la madre de Max.
— No creo que más loco que tú esposo, ¡Un Cyborg!... Linda, ¿Aun le funciona su cosita? — Carcajeo Chep — ¡Papá!... ¡Ya vete a dormir! — Dijo Adeline Furiosa, con el entrecejo fruncido. Chep aun burlándose de lo que dijo, bajo a Max de sus piernas y lo dejo en el suelo. Mientras este aun veía con alegoría las hazañas. El niño en su cabeza se hacía una historia completa de las batallas de su abuelo, obviando la dramática escena que se veía ahora en su hogar.
—Vamos Max, también tienes que ir a dormir. — Dijo Adeline mientras tomaba a su hijo en brazos y lo cargaba hasta su habitación. — Mami... ¿Algún día podre ser como el abuelo Chep y tan fuerte como papá?... — Soltó un bostezo luego de musitar. — Pero Maxwell... ¿No quieres ser solo como tú padre?... El abuelo Chep no es bueno... — Antes de terminar lo que diría, miro a su hijo en brazos y noto como estaba dormido plácidamente dormido. Lo dejo en su cama y lo cubrió., dándole un pequeño beso en la frente. — Descansa Max... Espero no seas como tú abuelo... Si supieras solamente. — Luego de decir esto. Se marchó, cerrando la puerta con lentitud.
--- FIN DEL FLASH BACK.---
— Max... ¿Te encuentras bien? — Pregunto Cristine con algo de curiosidad por cómo se estaba comportando últimamente el joven. Max por otro lado, perdido entre sus quejumbrosos pensamientos, pudo escuchar la voz de Cristine. —Ah... Que... No, solo... Estoy algo distraído. — Dijo sin apartar su mirada de la ciudad, mientras varios edificios se movían por el desplazamiento del ferroviario.
Cristine algo preocupada tomo el hombro de Max e hizo que este se voltease a mirarle. —No sé lo que sucede, pero todo saldrá bien... En serio. — Sonrió dulcemente. Max apenado ladeo su rostro nuevamente, con una pequeña sonrisa. —No sucede nada... En lo absoluto, solo estoy distraído, pensando. —
—Espero que solo sea eso... Max. — Dijo Cristine, soltando el hombro de Max y empezó a observar los edificios que pasaba el ferroviario.
Al llegar a casa, Maxwell recibió una gran y calurosa entrada. Sintió como unos brazos algo arrugados y estirados lo abrazaron con fuerza, por su espalda. Este sin emoción alguna tan solo disponía a mirar adelante. —¿Quién es?. — Dijo la voz ahora anónima. — Tia... Madaleyn? — Dijo con sarcasmo, pues ya sabía bien quien era. — Si fuera tú tía, te hubiese golpeado ya. — Dijo aun riéndose y soltando a Max, alborotándole el pelo esta vez. — Si, lo sé abuelo, por eso lo dije... ¡¿CÓMO VA TODO?! — Salto a sus espaldas y abrazo a su abuelo con fuerzas. —Te extrañaba tanto Abuelo Chep... Me hacias faltas, ¿Dónde demonios te habías metido? — Su abrazo fue correspondido con una ligera carcajada. — ¡Vamos joven Maximo!... Además, no digas malas palabras o te haré el avión. Estaba... En el asilo. —
— Ya estás muy viejo para eso... ¡Viejo!. — Su cara se restregaba en el pecho de su abuelo. —Además, no me engañas se que no estaban en el asilo... Dime ahora mismo, donde estabas... Dime que estabas haciendo una de tus misiones. — Chep negó levemente, mientras Adeline miraba a su padre y a su hijo con ese afecto tan grande. Sabía que al joven Maxwell le haría falta su abuelo. — Que lindos se ven. — Dijo antes de irse de la sala, no quería estropear ese reencuentro. — Oh hijo... Te lo diré, pero no le digas a nadie... Tenemos que ir a tu cuarto, donde nadie nos escuche. — Anteriormente el abuelo hacia muecas de sospecha, pero esta vez, lo dijo muy serio. Pero Max le daba mínima importancia, el quería escuchar otra de sus aventuras. —¡CLARO!. — Exclamo Max —SHHHH...— Hizo chep —Claro...— susurro bajo Max.
Mientras caminaban a la alcoba de Max, Chep iba sacando un pequeño libro del bolsillo trasero de su pantalón. Al entrar en ella, se sentaron, Chep en la cama de este y Max en el suelo. Mientras miraba a su abuelo con cierto brillo en los ojos, era felicidad sobre todo.
Suspiro Chep antes de agitar con suavidad el libro y golpearlo con su mano siniestra. — Bueno... Max, en este libro encontraras... Algunas cosas interesantes, podrás verme a mí y a tu padre... A tú padre real. — Maxwell ladeo un poco la cabeza con intriga. — ¿Mi padre... Real? — Musito Max. — Sí... Tú padre, no es el viejo robot ese... Tú no tienes esos genes, Max, si lees este libro, a escondidas de tu madre... Entenderás lo que quiero decir... Pero siempre, mantenlo escondido de tu madre... Que ella no se entere de na...— Antes de que terminara de hablar, escucho unos pasos.