Semi Dragones y otros desastres

Capítulo 8

Cuando abrió los ojos despertando lentamente se encontraba en un sofá de tres plazas de color azul, en un despacho cuadrado y con un escritorio de madera robusta, con un ordenador de última generación encima. Era un sitio elegante, todo enfundado de madera, incluso las estanterías de atrás la silla de cuero de oficina, con bustos, figuras y libros encerrados detrás de puertas de cristal. No reconoció el lugar.

Se levantó lentamente y se puso de pie para poder salir de aquel lugar... No se esperaba que la puerta estuviera abierta, y no lo estaba. Frunció el ceño y miró alrededor, correteó hasta el despacho y encontró algunos afilados abrecartas que le iban a servir para lo que quería... Se arrodilló ante la puerta y en menos de cinco minutos escuchó el chasquido que le permitió salir.

Caminó por el pasillo, en dirección a una sala por la que salía mucha luz de color blanca.

Al llegar se quedó mirando el sitio estupefacta, llevándose la mano a la boca al ver a Kes encima de una de las mesas, atado de piernas y manos, con un científico a su lado que tenía un bisturí en su mano. Boca abajo estaba Tav, vestido solo con unos pantalones, mientras tubos salían de sus muñecas y su espalda, drenándole la sangre. Ras no estaba allí.

—¿¡Qué les estáis haciendo!? –preguntó Kim, entrando en aquel especie de laboratorio.

Los dos científicos que había se la quedaron mirando.

—Son extraños especímenes que deben ser diseccionados y analizados –respondió el que tenía el bisturí en la mano–. Debería volver al despacho, señorita, es peligroso que esté aquí. –Era como si no tuviera sentimientos, le hablaba en un tono autómata.

Se quedó pálida al ver a Kes con los ojos cerrados, y unos tubos entrando por su boca... tenía todo el torso abierto, se le veían las costillas, con todo lleno de sangre, y su corazón latiendo debajo de éstas... Le habían cortado uno de sus grandes cuernos, y su brazo estaba apoyado en otra camilla, y aunque todavía no le habían hecho nada, estaba bastante segura que iban a querer amputárselo o algo por el estilo. Alrededor de su cráneo habían dibujado una línea de puntos...

—Kim, debiste esperar en el despacho –reconoció aquella voz, pero al girarse se quedó totalmente helada.

—¿Inspector Devin? ¿Qué...?

—No debes estar aquí. Vamos.

Le costó entender lo que estaba ocurriendo. Y ni siquiera todavía lo entendía, el inspector Devin no estaba allí para acabar con aquella aberración y aquellos experimentos, estaba allí con ellos, aprobando aquella actitud. Eso era motivo suficiente para que se sintiera idiota por haber confiado en él... A su favor podía decir que disimulaba muy bien que fuera un hijo de puta.

—No voy a ir contigo a ninguna parte. –Recogió un bisturí de encima de una de las bandejas, y lo señaló con él.

—Te vas a hacer daño con esto... Y ya he tenido suficiente paciencia contigo. Si me hubieras contado desde un principio lo del maletín... Esperaba que lo hicieras, ¿no confiabas en mí? Confías en mí, ¿no es así? Te he ayudado mucho en toda tu vida. Ellos no son tus amigos, solo son errores. Venga, vamos.

El científico se dirigió a seguir experimentando con Kes, así que Kim llevó el bisturí a su muñeca. Si ella era importante para ellos no iba a permitir que se hiciera daño, apretó ligeramente el bisturí, haciéndose un pequeño corte del que empezó a emanar sangre. El inspector levantó las manos.

—Deténgase, doctor. –El científico se detuvo al instante y miró a ambos–. Apártese del sujeto 02. ¿Lo ves? Ya está. Pero eso no va a detener nada, estos sujetos van a ayudarnos a expandirnos como humanos, sus escamas, sus cuernos, las aletas del sujeto 03 –miró a Tav–. ¿Lo entiendes? Ellos pueden ayudarnos a ser más poderosos... Enfrentarnos a enemigos que tú y todos ignoráis que tenemos. Déjate de tonterías, Kim, no puedes detener el desarrollo humano... Y tú eres alguien importante para eso, adquiriste los poderes del cetro, debes acompañarme para poder pasar acceder a la siguiente fase.

—Jamás voy a colaborar con basura que experimenta con otros.

—Ni siquiera son de nuestra raza... ¿Y cuántos años más van a vivir? ¿Cinco? Ya te debes saber que su esperanza de vida es corta.

—Nada de eso me importa, no voy a permitir que...

Pero de repente dos hombres con cascos y vestidos de negro con uniformes la dispararon, Kim se sorprendió, y antes de poder ser consciente de su reacción, los dos dardos viraban de su trayectoria y se clavaban sorprendentemente en los cuellos de los dos científicos. Tras unos segundos zarandeándose cayeron al suelo.

—Quiero te que calmes, Kim, dejaremos en paz a tus amigos, los liberaremos... A cambio de que tú te quedes. –Miró a los soldados–. Bajad al sujeto 03, y haced que alguien cosa al sujeto 02 –les ordenó, inmediatamente se dirigieron a Tav.



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En el texto hay: accion, dragones, aventura

Editado: 13.04.2019

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