Sempiterno

6

HEATHER
-La cena-
Melbourne, Australia.

Hoy es el día y estoy más nerviosa de lo que puedo soportar. Rhys ha demostrado estar preparado para esto, lo que me da algo de seguridad, pero sé que mis padres no son fáciles de impresionar. Un pequeño error y quedaré en ridículo.

Pasé la mañana ordenando mi casa y, por la tarde, me sumergí en mi pintura. No sé cuánto tiempo estuve frente al lienzo, pero cuando el timbre de la puerta me sacó de mi concentración, me apresuré a cubrir mi obra con una tela antes de abrir.

Me encuentro con Rhys, que parece recién salido de la ducha. Su cabello rubio está húmedo, y la fragancia masculina que emana me resulta inesperadamente agradable. Aunque aún se notan algunos golpes, está impecable con su pantalón de vestir negro, zapatos a juego y camisa blanca perfectamente planchada.

-Aún no estás lista -dice, arqueando una ceja y evaluándome de pies a cabeza-. Eres tú la que no está presentable.

-¡Mierda! -respondo, dejándolo pasar y corriendo al baño para una ducha rápida.

Me tomo mi tiempo, envuelvo mi cabello en una toalla y me pongo un albornoz. En mi habitación, me despojo del albornoz y me visto: bragas y un vestido color crema con tirantes, tacones a juego, cabello arreglado frente al espejo, labial rojo, rímel y un toque de perfume. Coloco mi móvil, billetera y otros esenciales en una bolsa negra.

Salgo de la habitación y encuentro a Rhys sentado frente a la barra de la cocina.

-¿Vamos? -pregunto, conteniendo el temblor de mis manos.

-Vamos -responde, mientras ambos salimos de casa. Se dirige a su motocicleta, y me ayuda a subir sujetándome firme para evitar que el vestido quede comprometido.

-Recuerda los nombres -le recuerdo, ansiosa.

-Sí, no te preocupes -responde, concentrado mientras arranca la moto.

El rugido del motor y el viento frío me hacen sentir viva, pero también más consciente de lo que nos espera.

Al llegar al restaurante, respiro hondo antes de bajar. Rhys se mantiene a mi lado, ofreciendo su mano que tomo con firmeza mientras entramos.

-Mi pequeñita -dice mi padre, abrazándome, y mi corazón late acelerado.
-Heather -mi madre me da un beso en la mejilla, pero sus ojos no pierden detalle de Rhys.

-Él es Rhys, mi... -levanto la mirada hacia sus penetrantes ojos azules-...mi novio -digo, bajando la mirada para no mostrar demasiado nerviosismo.

-Un gusto conocerlos -dice Rhys, estrechando la mano de mi padre con confianza. Mi madre lo observa atentamente, evaluando cada gesto.

-Tomemos asiento -dice mi padre, y nos sentamos.

La comida llega, y la conversación gira alrededor del trabajo de mis padres y la universidad de Landon.

-¿A qué te dedicas, Rhys? -pregunta mi padre, mirándolo con curiosidad.

-Soy boxeador -responde, y siento un pequeño escalofrío de nervios al notar las cejas levantadas de mi madre.

-Qué genial -dice mi hermano, mientras mis padres asienten-. ¿Cuánto ganas?

-Gano muy bien -responde Rhys con una sonrisa tranquila.

-¿Ves, Heather? Tu pareja es boxeador y gana bien. Mientras tú sigues jugando al artista sin ver muchos frutos -dice mi madre. El nudo en mi garganta se aprieta, y levanto la copa de vino para calmarme mientras siento todas las miradas sobre mí.

-¡Ya lo hago! Lamento no dedicarme a algo que me hace infeliz. Pero gracias a mis pinturas tengo una casa y puedo mantenerme sola.

-Necesitas algo estable, Heather -insiste mi madre-. Nada garantiza que tus pinturas tengan éxito...

-Yo creo que lo que haces es genial -interviene Rhys con sinceridad, mirándome a los ojos-. Vi la pintura en la que trabajas y realmente me gustaría tenerla. Estoy seguro de que muchas otras personas también querrán lo que haces.

Su apoyo me reconforta, y trago el nudo que se forma en mi garganta mientras sonrío. Sus palabras me hacen sentir que no estoy sola, que aunque mi mundo familiar sea crítico, tengo a alguien de mi lado.

Mientras los cubiertos chocan suavemente y la conversación continúa, siento una mezcla de alivio y anticipación. La noche apenas empieza, y sé que cualquier error podría desatar risas o críticas. Pero por primera vez, siento que puedo manejarlo... mientras él esté conmigo.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.