RHYS
-Reflejo-
Melbourne, Australia
La veo acomodarse en la silla, incómoda, con gestos que delatan su malestar. Mis ojos recorren a los presentes: el silencio de su padre, la conversación entre su madre y hermana, y las miradas ocasionales de su hermano hacia Heather. Ella parece ausente, atrapada entre la tensión familiar y sus propios pensamientos.
-Gracias por la cena -dice Heather, poniéndose de pie y dejando dinero sobre la mesa-. Rhys y yo nos vamos a descansar -anuncia. Me levanto y la sigo.
Se despide de su hermano con una sonrisa forzada antes de salir del restaurante. Mientras caminamos hacia el estacionamiento, me invade un extraño deseo de protegerla de todo: de la incomodidad, de las expectativas y de sus propios miedos.
-¿Estás bien? -pregunto, sosteniendo su casco.
-Lamento haberte metido en esto -su voz suena cargada de culpa.
-Dices eso porque no has conocido a mis padres -respondo, subiéndome a la motocicleta. Ella se aferra a mi torso cuando acelero, y siento cómo su respiración se entrelaza con la mía, tímida y nerviosa.
El trayecto de regreso se hace en un silencio pesado, pero no incómodo. Mi mente repasa cada mirada de la cena, cada palabra que pudo haberla lastimado. Quisiera encontrar las palabras perfectas para aliviarla, pero ninguna parece suficiente.
Al llegar a su casa, la veo descender con un gesto automático, como en piloto automático. Entra sin mirar atrás. Sigo mi instinto y entro detrás de ella.
La encuentro en el sofá, acurrucada con las piernas pegadas al pecho, la frente descansando sobre sus rodillas. Es una imagen de vulnerabilidad que me golpea con fuerza; nunca la había visto así.
-Heather -digo, acercándome con cautela. Ella levanta la cabeza lentamente, y nuestros ojos se encuentran. Sus pupilas reflejan cansancio, tristeza y algo de miedo.
-Hola -murmura, apenas un susurro.
-¿Quieres hablar de lo que pasó? -pregunto, aunque no estoy seguro de que sea el momento correcto.
Ella mira hacia abajo, y el silencio parece arrastrar su peso sobre ambos. Finalmente, suspira y asiente.
-Fue difícil -empieza, con la voz temblando-. La conversación con mi madre fue más intensa de lo que esperaba. No solo se preocupa por mi carrera, sino por... todo lo que implica estar contigo.
-Lo siento si te hice sentir incómoda -digo, tocando suavemente su hombro. -No era mi intención.
-No se trata solo de ti -responde-. Es todo. Me siento atrapada entre mis sueños y lo que mi familia espera de mí. Mi madre siempre quiso que siguiera un camino más convencional, y ahora cuestiona cada aspecto de mi vida.
-Te entiendo -me siento a su lado, dejando que nuestros hombros se rocen ligeramente-. Lo que haces tiene valor, y eso es lo que importa.
-Sí, pero a veces siento que fallo con todos... como si tuviera que elegir entre ser yo misma o complacerlos -admitió, bajando la mirada.
-No tienes que hacerlo sola -susurro, entrelazando mis dedos con los suyos. -Estoy aquí. Lo que importa es lo que tú quieras hacer. Si eso significa enfrentar miedos y expectativas familiares, yo estaré a tu lado.
Heather levanta la vista, y aunque su expresión sigue mostrando tristeza, hay un destello de gratitud y alivio en sus ojos.
-Gracias, Rhys -dice-. Solo necesitaba recordar que no estoy sola.
Nos quedamos en silencio. Pero este silencio no es vacío; está lleno de comprensión, apoyo y de algo que ninguno de los dos había dicho en voz alta: la certeza de que, a pesar de los obstáculos, juntos podrían enfrentar lo que viniera.